Edimburgo. Dentro de 365 días Escocia podría convertirse en un nuevo país. Exactamente en un año sus habitantes decidirán en referéndum si dan por terminada su adhesión a Reino Unido o, si por el contrario, prefieren seguir al abrigo de Londres. Sea cual sea el resultado, se prevé un año intenso tanto para los favorables al "sí" como al "no". Todavía queda mucho por decidir y la balanza puede decantarse por cualquier lado. Lo que está claro es que la cuenta atrás ha comenzado y hay trabajo por hacer.
Hoy, no hay nadie en el país que ponga la mano en el fuego por lo que pueda suceder en la consulta. Y es que, hay que coger con pinzas los resultados que arrojan las encuestas. La última, de la empresa Panelbase, aseguraba que un 44% de los poco más de mil encuestados votaría a favor de la independencia, mientras que un 43% votaría en contra. Un resultado espectacular para los favorables a la separación que, por primera vez, se pondrían por delante de los unionistas desde el 2011. Sin embargo, la encuesta fue financiada por el gobernante e independentista Partido Nacional Escocés (SNP, en inglés) lo que, automáticamente arrojó sospechas sobre la imparcialidad de los resultados.
Los expertos acuerdan que, hoy por hoy, votaría a favor de una Escocia independiente entre un 34 y 37% de la población, mientras que abogarían por seguir dentro de Reino Unido entre el 44 y el 47% de los habitantes. Por lo tanto queda una horquilla de indecisos que podría decantar la balanza hacia uno u otro lado. Y ahí es donde están centrando sus esfuerzos unionistas e independentistas. Desde la campaña Sí Escocia (Yes Scotland, en inglés) repiten una y otra vez que, si los que ya están a favor de la separación convencieran a tan solo dos personas más de su entorno, Escocia abogaría por la independencia de manera abrumadora. En esta línea, el gran escollo al que se enfrentan radica, precisamente, en dar respuesta a las preguntas que la formación de un nuevo país crea en los indecisos.
Retos de futuro Y es que los interrogantes con los que los votantes acosan al SNP y sus seguidores son constantes. En el año que queda, los independentistas tendrán que superar grandes retos para conquistar a su electorado. El primero de ellos, si una Escocia independiente formaría parte de la Unión Europea. Un tema delicado ya que el euroescepticismo en la zona norte de las islas británicas es bastante bajo. Los escoceses quieren pertenecer a Europa, pero con ciertas condiciones. No están dispuestos a seguir el proceso de los nuevos estados, que tienen que ponerse a la cola y realizar una petición de ingreso. Argumentan que llevan siendo europeos desde los años 50 y que eso no cambiaría si se separasen. Además, no se muestran favorables a ingresar en el euro, algo ineludible si son considerados un nuevo país en la Unión.
Paradójicamente, la independencia escocesa sería positiva para los conservadores ingleses más antieuropeos. El primer ministro conservador, David Cameron, prometió realizar un referéndum en 2017 para renegociar la pertenencia a la UE de Reino Unido. Dado que los principales europeístas se encuentran en la zona norte de la isla, una vez independizados, las posibilidades de dejar Bruselas atrás se incrementarían.
Siguientes pasos El segundo gran reto que se debe responder ante los escoceses es la moneda que utilizaría el futuro nuevo estado. Desde el SNP abogan por mantener la libra en "una zona común esterlina". Sin embargo, el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social abogó ayer en un informe por la creación de una moneda propia para parar el posible déficit que se crearía tras la separación. Y es que, el nuevo país nacería con una deuda del 86 % de su producción total, por debajo, eso sí, del 101% que se prevé para Reino Unido. Crear una nueva divisa también proporcionaría a los escoceses la posibilidad de definir sus propias tasas.
La única opción que, claramente, no contempla ningún escocés es la incorporación al euro, una moneda que miran con desconfianza. A todas estas preguntas tiene pensado responder el gobierno de Edimburgo con la publicación en Noviembre de este año de un documento conocido como el White Paper en el que fijará el modelo de estado que el SNP tiene pensado para Escocia. Al respecto, la viceprimer ministro Nicola Sturgeon destacó en su blog que el país tiene "los recursos y talento para ser exitoso pero, para incrementar la justicia social y la estabilidad, necesitamos la capacidad económica que nos da la independencia".
Más adelante, la campaña electoral previa a la consulta durará 16 semanas y será entonces cuando ambos bandos se enfrenten para atraer el voto a sus respectivas opciones. Simbólicamente, el 2014 es un año clave ya que se cumplen 700 años de la batalla de Bannockburn, cuando los escoceses lograron vencer al ejército inglés y recuperar la independencia. Y, por último, llegará el 18 de septiembre del 2014, un día que, sea cual sea el resultado, quedará grabado en la memoria de los escoceses y de Europa entera.