Ataques al Concierto
Nos alertaba hace unos días el senador nacionalista Iñaki Anasagasti de los ataques, más o menos furibundos, que está recibiendo nuestro Concierto económico por parte no ya de sectores tradicionalmente contrarios al mismo, sino incluso de otros sectores de los que no se esperaba una postura tan beligerante. En todos estos ataques, se utiliza una particular visión del Concierto en la que se le califica como un privilegio. La alarma inicial de Anasagasti se basaba en algunas declaraciones provenientes de Catalunya, tal vez por lo inusual de las mismas, en contraposición a las más habituales surgidas de otros puntos del Estado.
El incendiario artículo de Enric Juliana en La Vanguardia titulado Euskadi contra Catalunya está en el origen. Sin ninguna pretensión de justificar los argumentos del señor Juliana, sí debemos tener en cuenta que el periodista catalán tiene muy interiorizado el papel de català emprenyat, término acuñado por él mismo y que significa catalán cabreado, y se ve en la necesidad de levantarse cada mañana para darle con el mandoble a todo aquel que no comulgue con su versión de los intereses catalanes desde su puesto de embajador de su diario en la capital de la metrópoli. Juliana justifica su cabreo al comprobar que el lehendakari Urkullu se manifestaba, como es lógico, contrario a que el Gobierno de Rajoy premiase con la asimetría en los objetivos del déficit público a aquellas autonomías que no hayan cumplido con el objetivo de la deuda en detrimento de los que sí habían cumplido, y en ese cabreo se revuelve contra el Concierto económico, contra el cálculo del Cupo y contra el Convenio navarro.
Sin embargo, el señor Juliana se equivoca de enemigo y de destinatario de cabreo. Que conste que tiene motivos para estarlo. Pero no con el lehendakari ni con el Concierto vasco, sino, primero, con los políticos catalanes que dieron su respaldo a un sistema jurídico-constitucional que ha llevado a Catalunya donde la ha llevado, y segundo, con aquellos otros políticos catalanes que con su nefasta gestión han arruinado ese territorio. Que los catalanes reivindiquen su pacto fiscal, su propio Concierto. En ese camino tendrán nuestro apoyo, pero que dejen de unir sus voces a la caverna y se dejen de posturas infantiles de "si yo no lo tengo, que no lo tenga nadie".
Más allá de situaciones coyunturales de cabreo, desde diversos sectores se viene cuestionando sistemáticamente el Concierto y la cuantía que, en concepto de Cupo, los vascos y vascas pagamos al Estado en concepto de los servicios no transferidos y las aportaciones a los Fondos de Compensación Interterritorial. Ahí tenemos la ¿sorprendente? iniciativa del PSE y las declaraciones, por un lado del consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, y por otro del secretario general de los socialistas catalanes Pere Navarro, efectuadas desde la mayor ignorancia de lo que es el Concierto y desde el rancio prejuicio típicamente español de tratarlo como un privilegio a abolir.
Ignorancia, prejuicios? y sobre todo, la necesidad de buscar una excusa para justificar su propio fracaso y para evitar explicar el uno qué es lo que pinta Madrid con un gobierno autónomo que obliga a los ciudadanos de esa Comunidad a pagarle su sueldo y el otro cómo es posible que él y sus compañeros de partido fueran capaces de arruinar a Catalunya en solo siete años. Que uno y otro nos lo expliquen detenidamente, y que lo hagan sin utilizarnos como excusa barata.
Olatuz olatu
Julio Artetxe