abrigado por el blindaje de ese aire marcial que alimenta disciplinadamente, malencarado, retadora la mirada, rapadísimo el bigote, cincelado el rostro de tanto apretar la mandíbula, envuelto por el gesto adusto de siempre, José María Aznar, expresidente español, descargó munición de grueso calibre con inusitada virulencia sobre la trinchera del apocado Mariano Rajoy, aplanado su relieve por la crisis, en una entrevista concedida el martes en Antena 3. "Nunca he eludido mi responsabilidad, cumpliré con mi responsabilidad, con mi conciencia, con mi partido y con mi país, con todas sus consecuencias, y no tenga usted ninguna duda de ello", lanzó Aznar a modo de jaculatoria, de exorcismo.

El exgobernante se presentó en el plató como un trasnochado héroe de capa y espada, un Cid absolutamente enamorado de la imagen que le devuelve el espejo para amenazar con su regreso. En su "durísima" intervención, considerada por muchos en su propio partido como una "deslealtad" hacia el actual presidente del Gobierno español, se entrelazan dos ideas que convergen en Aznar: su desmesurado ego, el yo, mi, me de su discurso, y la amnesia o la memoria selectiva, estrategia a la que se abraza con fervor en su absoluta falta de autocrítica sobre su paso por la Moncloa. "Si a eso le añadimos el autoritarismo que desprende, tenemos el retrato del personaje, alguien que se cree un mesías", considera Asier Blas, politólogo y profesor de la UPV.

A pesar de que la pose aznariana no es nueva, para Asier Blas resultó muy llamativo el tono desafiante que éste empleó durante la entrevista, en la que se decantó por el machete en lugar de hacerlo por el bisturí, más si cabe en un tesitura complicadísima para el gobierno de Rajoy, a cada día más impopular. "Fue muy, muy duro con Rajoy. No le hizo ni un solo guiño y eso que es de su partido y lo eligió él a dedo". Esa táctica depredadora, de incisivos afilados y aleta de tiburón que tan orgullosamente colocó Aznar en el escaparate televisivo es "más un producto del autoritarismo que le acompaña que de una intención real de regresar a la política", según el analista.

cuatro hipótesis Una vez digerida la aparición estelar de Aznar y diseccionada la entrevista con rigor y detalle en la mesa de autopsia, Asier Blas maneja cuatro hipótesis que podrían motivar el trueno del presidente de honor del Partido Popular, que se expresó con enorme filo y escasa complacencia. "En primer lugar está el personaje en sí. Aznar es un tipo muy egocéntrico, que se cree un elegido y que emplea un lenguaje al uso: capaz de sostener cualquier cosa porque no sabe qué es la autocrítica". En segundo lugar estaría, según Asier Blas, el caso Bárcenas, "cuyo foco se está situando en la época de su mandato e incluso algunos sostienen que es, presuntamente, desde el propio PP, desde donde se filtran datos al respecto".

En la lista de hipótesis también se encuentra "la posición en la que queda su mujer, Ana Botella, alcaldesa de Madrid de cara al futuro. Parece que el caso del Madrid Arena le ha desgastado mucho políticamente y no será reelegida como candidata. Eso libera aún más a Aznar para decir lo que quiere". Por último, el politólogo argumenta que "su mensaje va dirigido a un sector del PP que está muy cabreado con Rajoy. En este caso sería un mensaje de consumo interno y un modo de alentar a ese sector crítico con Rajoy y que añora ese autoritarismo de Aznar, muy arraigado entre los más conservadores de su partido". La falta de liderazgo a la que aludió el expresidente del Gobierno español iba en esa dirección, algo que Asier Blas considera una deslealtad hacia Rajoy, al que no nombró explícitamente, pero que debe interpretarse como parte del mensaje del "presunto éxito de Aznar cuando gobernó y que casa de maravilla con su nula autocrítica y su memoria selectiva".

la desmemoria En el retrovisor memorístico de Aznar el mundo es de color de rosa, como si su acción de gobierno durante dos legislaturas fuera un cuento de hadas del que brotó el milagro español, un decorado que con el tiempo se ha revelado de cartón piedra. "Estamos viviendo la resaca de la burbuja inmobiliaria que se hinchó en su mandato. La idea de liberalizar el suelo, ley desde la que se infló el precio de la casas y el consiguiente endeudamiento de los ciudadanos pertenece a su a su mandata", recuerda Asier Blas sobre la amnesia que embarga a Aznar, un "Mourinho de la política. Es muy populista". Esa tendencia hacia la demagogia se hizo hueco en la entrevista cuando habló sobre el castigo de la clase media debido a la presión fiscal y a la política impuesta por Rajoy, que no deja de ser una simple correa de transmisión de los mandatos de la troika. "Dijo que había que bajar impuestos, pero no cómo. Eso dicho así no sirve de nada aunque venda muy bien y sea populista, pero su discurso político resultó vacío". Mantener un argumento semejante es para Asier Blas "pura demagogia, pero esta clase de discurso, claro y directo, suele calar entre los más desfavorecidos".

No se encuentra precisamente Aznar entre ellos. El expresidente, además de la pensión vitalicia que le corresponde por haber gobernado y que está cifrada en 80.000 euros anuales dispone por el mismo concepto de seguridad, coche oficial, despacho y secretaria a su servicio. Por si la pensión no le alcanzase, Aznar cobra 200.000 euros anuales como asesor externo de Endesa, empresa que privatizó durante su estancia en Moncloa. "Descapitalizar las empresas del Estado, privatizándolas, fue otra de sus acciones de gobierno. De eso no se quiere acordar". Tampoco le llega a la memoria a Aznar los intentos de engañar a la opinión pública sobre la autoría del mayor atentado ocurrido en España, acción criminal que trató, junto a su gobierno, de imputar a ETA con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, cuando las investigaciones señalaban a células islamistas de Al Qaeda tal y como reflejó después la sentencia judicial. Las mismas mentiras sirvieron a Aznar para patrocinar, en contra de la ONU, la invasión de Irak argumentando la tenencia por parte del régimen de Sadam Husein de armas de destrucción masiva, algo absolutamente falso. "No le importa porque se siente impune. Al menos se podría tapar como hacen otros exgobernantes como Bush, Blair o incluso Zapatero, que no interfieren", cierra Asier Blas sobre Aznar. Ego y amnesia.

Aznar: ego y amnesia

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Aznar posa con gesto adusto y retador antes de la entrevista. Foto: EFE