Un almuerzo fue suficiente para que las cabezas pensantes del PP determinaran, alcanzados los cafés, quién iba a asumir la presidencia de las siglas conservadoras en Euskadi tras la marcha de Antonio Basagoiti. Pero si hubo celeridad en el nombramiento de Arantza Quiroga, para conocer la identidad de su número dos ni siquiera hizo falta servir los entremeses.
Iñaki Oyarzábal Miguel seguirá siendo el secretario general, un cargo con competencias amplias en el que este vitoriano de 46 años se desenvuelve como pez en el agua. Así lo ha demostrado durante los últimos cuatro ejercicios en el tándem formado con Basagoiti que alumbró la política Pop o, lo que es lo mismo, el viaje al centro que perseguía aligerar el pesado lastre de un pasado muy cercano.
Mal estudiante, Oyarzábal comenzó su andadura profesional con apenas veinte años para adentrarse en el mundo del comercio que tan bien conocía por razones familiares. Esta precocidad en el ámbito profesional fue todavía mayor en sus pinitos políticos. Con 18 años se afilió al desaparecido Partido Demócrata Popular liderado por un dirigente cuyo nombre empezaba a sonar con fuerza en los círculos políticos, Jaime Mayor Oreja. Corría el año 1984.
Una década más tarde el Ayuntamiento de Vitoria le abría las puertas institucionales. Ya no volverían a cerrarse. Del Consistorio gasteiztarra dio el salto a las cinco legislaturas consecutivas que acumula en el Parlamento Vasco, pero además de esta labor pública los más cercanos destacan que estamos ante un hombre cuya principal habilidad reside en sacar rendimiento al trabajo que hace en el partido "de puertas hacia adentro" para luego proyectarlo, no en vano es el director de las campañas electorales del PP vasco desde hace más de una década.
Carmelo Barrio y Borja Sémper le conocen bien. Ambos comparten desde hace años bancada en el Legislativo autonómico y ofrecen una visión compensada del político desde sus respectivas atalayas; ligada al ala más conservadora de los populares en el caso de Barrio y alineada junto a los más poperos en lo que a Sémper se refiere.
Repiten elogios cuando se les pregunta por Oyarzábal y el trabajo que ha desempeñado en la cúpula del partido, aunque cada uno aporta sus propios matices. Barrio pertenece, al igual que el número dos del PP vasco, al clan de los alaveses que tan buenos resultados ha dado en las urnas a la formación, convirtiendo este territorio en su plaza fuerte de la geografía vasca.
Pero, además, fue el predecesor de Oyarzábal en la Secretaría General del PP, entonces bajo el mandato de María San Gil. "El secretario general de un partido es el director de Recursos Humanos; es el que se come los marrones y tiene que dar explicaciones por lo que otros han hecho o han dicho. Iñaki no rehúye ese trabajo", expone el veterano parlamentario alavés.
Barrio destaca la "envidiable inteligencia política" que atesora Oyarzábal, una capacidad que, en su opinión, le ha permitido conocer a fondo las claves internas del partido y a sus gentes. "Tiene mucha facilidad en el contacto con las personas y conoce la estructura del partido", dos requisitos indispensables según el compañero de bancada del número dos popular para ejercer con eficacia la labor encomendada a un secretario general.
Sémper comparte esta visión y pone el acento sobre la capacidad de Oyarzábal para completar las labores de "fontanero" de la formación con la misma solvencia que materializa las "intervenciones políticas o cualquier tertulia pública". "Es la mejor persona con la que contamos ahora mismo para ejercer este cargo", asevera de forma contundente.
El dirigente guipuzcoano fue uno de los encargados, en su rol de presidente territorial, de decidir que Oyarzábal respaldaría a Quiroga en la cúpula del PP vasco. Y lo hizo después de que su propio nombre sonara como uno de los principales aspirantes a sustituir a Basagoiti. Al ya exlíder deben los populares, a juicio de Sémper, que este partido cuente con "varias cabezas posibles, no como en la etapa de María San Gil, cuando ella absorbía todo", sostiene.
Define a Oyarzábal como un tipo "abierto, de los más abiertos del PP". El ejemplo con el que acompaña a esta apreciación es el hecho de que el secretario general "nunca haya ocultado su condición sexual". La comunidad parlamentaria era conocedora de esta realidad que Oyarzábal hizo pública el año pasado al aceptar que su nombre apareciera en un listado de los homosexuales más influyentes de España. Cuatro meses antes se había incorporado a la Ejecutiva nacional de su partido para encargarse del área de Justicia, Derechos y Libertades.
Oyarzábal figura junto a nombres como Alfonso Alonso y Javier Maroto entre los dirigentes del PP que están a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Por su parte, su jefa inmediata, Arantza Quiroga, ha expuesto en varias ocasiones su sintonía con el Opus Dei. Ante estas desiguales perspectivas la pregunta es obligada: ¿Tendrán algún efecto estas visiones divergentes en el trabajo que ambos dirigentes deben completar al frente del PP vasco?
"El tiempo lo dirá", según Barrio, pero hoy por hoy el dirigente alavés asegura que en la relación de ambos parlamentarios se impone el "respeto y la normalidad de esas claves".
Sémper va más allá y destaca el efecto positivo que para el partido ha tenido la decisión de Oyarzábal de no ocultar en ningún momento su homosexualidad. "Ayuda a que el PP se desprenda de determinados clichés", apunta.
Y no duda de que el trabajo entre Quiroga, quien "no se ha caracterizado por hacer bandera de sus creencias religiosas", y su número dos se verá beneficiado por la línea continuista que ambos comparten con respecto al proyecto edificado por Basagoiti. "Una forma apasionada de hacer política, pero sin dramatismos", resume.