Vitoria. Si las encuestas cada vez dilatan más la brecha que separa a la clase política de la sociedad, Rafa Larreina está convencido de que el agujero es todavía mayor en las principales instituciones del Estado. El veterano dirigente de Eusko Alkartasuna y aforado de Amaiur asiste con tristeza al devenir de la economía española y la “falta de respuestas” de Madrid y Bruselas para encauzar las vías de escape a la crisis. Y todo ello sin perder de vista la actualidad vasca.

Superada la barrera de los seis millones de parados, ¿qué sensación se respira en el Congreso?

El Congreso vive al margen de la realidad. Los debates que se producen allí son un diálogo de sordos en el que las cifras de paro se convierten en meras armas arrojadizas; unos para decir que se ha llegado a esa cifra y otros para criticar que la mayoría corresponde a la etapa anterior. Y se olvidan de la gente, de esos seis millones. Porque lo más triste es que en el debate político detrás de las cifras no se ven personas.

¿Cómo ve al Gobierno de Rajoy ante este escenario?

Están persistiendo en el error de unas políticas fracasadas que solo generan más recesión, más recortes y más paro, una especie de espiral diabólica que lleva a esta situación. Ni PP ni PSOE están planteando medidas de fondo para darle la vuelta a la estructura económica de España, mientras que Euskal Herria tiene una estructura socioeconómica que sí es homologable a la Unión Europea. La estructura española es más propia de siglos pasados que del XXI, y eso es lo que no le permite dar la vuelta a la situación. Siguen anclados en dar más peso a la política especulativa y están preocupados por el sector financiero y atraer al sector servicios; como la Ciudad del Juego, algo implanteable desde un punto de partida económico serio.

¿Hay mimbres para salir de la crisis?

Con ese panorama no van a dar la vuelta, solo van a conseguir un Estado español fallido desde el punto de vista social y económico. Y eso que a nosotros como abertzales e independentistas nos puede hasta venir bien nos parece triste, porque también a nosotros nos preocupa España, aunque sea por un mínimo y elemental sentido de solidaridad con todas las personas que lo están pasando mal y lo van a seguir pasando mal.

El Gabinete Rajoy volvió a demostrar el viernes con nuevos recortes que mantiene inalterable su receta para ajustarse a las peticiones de Bruselas.

Así es. Mantienen su agenda oculta en algunos aspectos y, por otro lado, demuestran su intención de perpetuar un modelo de políticas fracasado. Siguen en la misma línea de profundizar en la recesión. Además, aprovechan la crisis para fomentar la centralización de los ámbitos de decisión que siempre ha perseguido el PP.

Hay voces como la del presidente de Kutxabank que empiezan a dudar de la viabilidad de la entente europea y su moneda única, algo impensable hace unos meses.

Más que el problema de la moneda única es el modelo de Europa. Se está construyendo una Europa de los Estados, olvidándose de los ciudadanos; una Europa que depende de los intereses del sector financiero. La señora Merkel no está defendiendo los intereses de la población alemana, sino de su banca, al igual que lo hace Rajoy. Hace falta una Europa más social, que a fin de cuentas es la idea original de los impulsores de esta unión.

¿Hay capacidad de revertir ese modelo frente al coloso alemán?

Se está produciendo un fenómeno interesante, que es lo que se denomina la ampliación interna de la UE. Son todas las naciones sin Estado que quieren seguir perteneciendo a esta unión pero de otra forma. Hablo de Escocia, Flandes, Catalunya, Euskal Herria... Creo que por ahí irá el futuro, porque los grandes partidos estatales están presos de ese nacionalismo español decimonónico y no ven más allá de la Europa de los Estados, donde no hay ni Europa ni futuro.

¿Cree realmente que la aparición en la escena continental de naciones sin Estado puede hacer tambalear el dominio germano?

Va a suponer un cambio de relación de fuerzas y de mentalidad. Además, habrá que ver qué pasa en Alemania en las próximas elecciones. Es cierto que solo tienen un 5,4% de paro, pero si analizamos la calidad del empleo nos podemos pegar muchos sustos. Hay un porcentaje muy importante de infraempleo, con muy pocos derechos y retribuciones. Eso da una imagen falsa y provoca que mucha gente se esté cuestionando las recetas políticas de la señora Merkel.

¿Qué opinión le merece el asedio a la Cámara baja que vimos el jueves?

Hay que respetar cualquier manifestación siempre que sea pacífica y democrática. Eso responde a un clima de indignación que no se puede obviar. Ahora, creo que eso hay que combinarlo con el respeto a las reglas de la democracia. Al final, insisto, España tiene un problema muy gordo que es esa posibilidad de devenir en un Estado fallido, y eso puede llevar a que esa situación de indignación alcance cotas todavía más importantes, porque la ciudadanía ve que las instituciones no están dando respuestas a sus problemas. Se está volviendo a un modelo de democracia representativa muy alejada de la calle. Hay que darle un cambio.

Las protestas frente al Congreso congregaron a cerca de 2.000 personas, muy por debajo de otras acciones reivindicativas. ¿Advierte cierta resignación social?

Más que resignada, la sociedad está asombrada de que no haya respuestas. Ha habido movimientos como el 15-M con muy buenas intenciones, pero que tampoco han sido capaces de articular respuestas a los problemas. Hay dificultades porque entran en juego las ideologías y en esos movimientos hay una pluralidad muy amplia. Es necesario avanzar hacia un modelo social. Aquí ahora mismo tenemos un hecho que es escandaloso: la Diputación de Bizkaia está recortando las ayudas a las residencias de la tercera edad, a todo el sistema de asistencia social, porque dice que no tiene dinero y luego sale al rescate de un club de baloncesto que es una empresa privada.

¿Cómo ha vivido desde la distancia la retirada del proyecto de presupuestos vascos?

Creo que no se puede echar la culpa a la oposición, y cuando todos te dicen que no vas por el buen camino tienes que pensar que igual no están equivocados. El PNV no ha querido pronunciarse, ha querido mantenerse en esa política tradicional de ambigüedad para que cada uno oiga lo que quiera oír. El PNV tiene que decidir con quién quiere sacar adelante este país. Tiene tres opciones y las tres opciones son legítimas.

No ha habido acuerdo pero todas las partes mantienen las puertas de la sintonía abiertas para el futuro. ¿Prevé cambios en la consecución de alianzas?

Va a depender del PNV más que de los grupos. Todos han planteado su disposición a negociar, la clave es si la otra parte está dispuesta a ceder lo suficiente como para lograr acuerdos. A mí lo que me preocupa es que en esta situación de crisis es necesario tener una coherencia en todas las políticas. Es muy difícil hacerlo cuando a veces pactas con la derecha, otras con la izquierda y otras con soberanistas. El país necesita una política clara en clave soberanista, con elementos para decidir, porque no podemos depender de España y que nos arrastre.

¿Qué fue de la famosa eficacia de la geometría variable?

La incoherencia en las políticas lleva al caos. No nos podemos permitir perder el tiempo.

¿La ponencia de paz y convivencia será útil si no está el PP?

Va a servir para avanzar pero es importante que el PP se incorpore, aunque están en un momento difícil. A nivel estatal tienen problemas, hay un sector más a la derecha dentro del partido que está incluso planteándose crear otro partido y eso le está condicionando. Con esa no presencia quiere anular el discurso de ese grupo liderado por Mayor Oreja. Yo espero que el rechazo sea temporal y que el PP se incorpore cuanto antes, porque en la pacificación y normalización todos somos necesarios.

¿El electorado del PP en Madrid entendería que este partido compartiera mesa con la izquierda abertzale?

Sí lo comprenden, pero sus dirigentes están mirando más al sector extremo, y eso les paraliza. La última encuesta del CIS deja patente que el terrorismo está por detrás del puesto vigésimo en las preocupaciones de la ciudadanía del Estado español. El discurso del todo es ETA cada vez vende menos. El problema del PP y también a veces del PNV es que tienen un discurso muy fijado en el pasado. El PNV intenta transmitir que Amaiur y EHBildu son la izquierda abertzale de hace diez años, y así busca silenciar a EAporque sabe que es un peligro electoral. Pero hay una nueva etapa muy positiva que la vamos a sacar adelante contra viento y marea.

¿Cómo explica que en esa nueva etapa dirigentes de la izquierda abertzale se sumen al homenaje de un miembro de ETA que apostaba por la violencia?

Responde a las relaciones familiares y personales. Hay que entender el lado humano de esta vida.

¿Quiere decir que Hasier Arraiz o Rufi Etxebarria tenían relaciones familiares o personales con Xabier López Peña, ‘Thierry’?

Con alguno tendría, supongo, pero es que en paralelo también tenemos otro tipo de actuaciones muy significativas.

Explíquese.

Hace poco se ha puesto un busto de Fraga en el Senado. Si en Alemania se pusiera un busto de un ministro del régimen nazi sería un escándalo tremendo y aquí no pasa nada.