bagdag. El jefe de Gobierno iraquí, Nuri Al Maliki, denunció ayer que el regreso de la violencia confesional a Irak es parte de "un plan estudiado", en medio de un aumento de la tensión con choques entre milicianos suníes y fuerzas de seguridad.
Tras cuatro días de disturbios sectarios se reavivan en Irak los recuerdos del sangriento periodo entre 2006 y 2008, al que hizo alusión Al Maliki y también una importante milicia suní progubernamental, que amenazó a los manifestantes con volver a las prácticas de su guerra contra Al Qaeda de esos años.
"El sectarismo no es necesariamente de origen local, sino un plan extranjero resultado de una ideología radical y fanática, y los que más la profundizan son los políticos ambiciosos de poder", dijo el primer ministro. Al Maliki alertó, asimismo, que la discordia no conoce fronteras y si estalla en Irak se puede expandir por toda la región. "Es una maldad y un viento putrefacto que no necesita autorización para cruzar a todos los países islámicos, suníes y chiíes", agregó.
En su discurso, el primer ministro chií señaló que nadie está a salvo de la discordia que en su opinión es promovida por "voluntades, fondos y fuerzas que cometen asesinatos y atentados, declaran infieles a otros y permiten el derramamiento de sangre musulmana".
El temor a una vuelta de la lucha sectaria ha surgido con la extensión de la violencia por las provincias de mayoría suní de Irak, escenario de enfrentamientos y ataques que han dejado cerca de 150 muertos desde el pasado martes. Ese día, 26 personas fallecieron y 155 resultaron heridas en el ataque de las fuerzas iraquíes contra una plaza en la población de Al Hueiya, escenario de protestas de los suníes, donde según el Gobierno había extremistas.
Milicias suníes En esta espiral, la violencia se cobró ayer la vida de cinco combatientes de las milicias suníes progubernamentales Consejos de Salvación en la zona de Al Awinat, en la provincia de Salahedín, en un ataque de hombres armados contra su puesto de control. También en Salahedín, soldados se enfrentaron con pistoleros en la ciudad de Biyi, según informaron las fuentes de seguridad que agregaron que falleció uno de los agresores y siete de ellos fueron detenidos.
Al mismo tiempo, en Ramadi, capital de la provincia central de Al Anbar, cinco agentes de los servicios secretos perdieron la vida en un tiroteo con hombres armados que protegían a los manifestantes suníes. Este último incidente llevó al jefe de los Consejos de Salvación, Usama al Hardan, a amenazar a los participantes acampados en Ramadi con entablar una guerra si no entregan a los asesinos de los agentes.