eL lápiz me lo dio Paco Etxeberria, creo que porque sabía que soy escritora. Fue un gesto muy simbólico. El lápiz significa escribir. Es la lucha contra el olvido". Son palabras de Julia Otxoa, escritora donostiarra, que explica uno de los momentos más emotivos que vivió el viernes día 29, cuando Paco Etxeberria, tras tres días de busqueda y exhumaciones, sacó una caja con varios objetos, entre los que se encontraba el lápiz, de los cadáveres que fueron encontrados en una sima de la sierra de Urbasa.

Diez fueron los restos humanos que se encontaron, aunque en un principio se pensaba que habría cuatro, entre ellos Balbino García, abuelo de Julia Otxoa. "Se trata de militantes republicanos que en 1936 fueron fusilados, con la singularidad de que, además, los arrojaron a una sima en un intento de ocultar su muerte, de lanzarlos todavía más al olvido", señaló Joseba Eceolaza, uno de los miembros de la Asociación de Familiares Fusilados en Navarra. Pero a Julia Otxoa no le gusta que se hable de fusilados. Para ella, su abuelo no fue fusilado, sino asesinado. "El fusilamiento tiene algo más de dignidad, aunque sea una barbaridad, porque uno es fusilado tras un juicio. Mi abuelo fue asesinado, probablemente con un disparo a corta distancia mientras estaba arrodillado y maniatado. Fue un asesinato cobarde", remarcó Otxoa.

"Fueron tres días muy intensos y emocionantes, ha sido hermoso trabajar codo con codo junto a los voluntarios de Aranzadi y gente de la Asociación de Familiares Fusilados en Navarra", comentó Otxoa, que no puede reprimir esa sensación de satisfacción al haber recuperado el cuerpo de su abuelo, asesinado por las tropas franquistas en septiembre de 1936. Tres días duraron los trabajos para recuperar los restos de los asesinados. Los trabajos de exhumación en la sima situada en la carretera de Olazagutia en Lizarra comenzaron cuando las familias de tres asesinados que se encontraban allí contactaron con Aranzadi para la recuperación de los cadáveres.

"Toda la familia hemos sabido desde siempre dónde se encontraba el cuerpo de nuestro abuelo, pero fue mi primo hace tres años quien empezó con la gestión para recuperar los cuerpos", afirmó Julia Otxoa. Junto a los diez cadáveres encontrados, algunos muy deteriorados, también se halló una granada de mano. Un hallazgo sorpresivo, ya que en Nafarroa "no hubo frente de guerra", afirmó Ecolaza.

"Balbino García, mi abuelo, era guarda forestal de la sierra de Urbasa. Un día una chica del pueblo, de Eulate, se puso muy enferma, tenía unos calores muy grandes. Era pleno agosto. Mi abuelo, que se conocía el monte de arriba abajo, fue a por nieve y, cuando volvió al pueblo, cogió a la chica y la envolvieron en nieve, lo que consiguió que se curara. Unos años más tarde, el padre de esa chica fue uno de los que asesinó a mi abuelo", recordó Julia Otxoa. Este es uno de los miles de relatos que, tal como afirmó Otxoa, se recuerdan gracias a los familiares que transmiten las historias y recuerdos a las siguientes generaciones. Pero para Otxoa y otros muchos familiares de los miles de asesinados -se calcula que fueron 3.500 en Nafarroa- y enterrados en cunetas o en simas, es fundamental que se haga una Ley de Memoria Histórica para "recuperar y poner todos los nombres y apellidos de las víctimas que hubo, y darles la dignidad que merecen. Esta ley debería escribir la página sobre lo que pasó aquí, para así poder pasarla, y que esto que ocurrió aquí no se olvide ni se repita jamás", recalcó Otxoa.

un problema colectivo La nieta de Balbino define la localización de los lugares donde se encuentran los asesinados por el régimen franquista como un acto para recuperar la memoria y crear así "la cartografía de la vergüenza". La asociación de Familares de Fusilados en Navarra ha actuado a lo largo de diez años en 46 fosas, y ha encontrado un total de 217 cadáveres, 88 de los cuales han sido entregados a los familiares.

Tal como afirmó Eceolaza, "cuando la asociación trabaja sobre una fosa y entrega los restos de un desaparecido a su familia, no está resolviendo un problema individual o familiar, sino encarando un problema colectivo de la sociedad. Porque no podemos seguir mirando para otro lado mientras hay cientos de navarros tirados en las cunetas". Por ello, reclamó una Ley de Memoria Histórica para que sea el propio Gobierno de Nafarroa quien se encargue de acometer este tipo de actuaciones de oficio.