Marketing político

EN estos tiempos, el marketing se ha impuesto a la ideología como principio de actuación de la actividad política. Atrás quedan los tiempos donde los románticos hacían valer la ideología por encima de todo en la política. Atrás quedaron también las resistencias de quienes argumentaban que el marketing es la herramienta de la derecha y la ideología es la de la izquierda. Aquí no se salva nadie, ni Ronald Reagan, ni el Subcomandante Marcos.

Claro está que no todo el mundo está a la misma altura de los asesores que convirtieron a aquel mediocre actor en el ídolo mundial de la derecha más ultramontana o del líder zapatista, que además de erigirse en el más puro representante de la resistencia de la izquierda en el mundo, ha demostrado ser un auténtico crack en la construcción del mensaje político, en la transmisión de ese mensaje a través del discurso, en el dominio de los medios de comunicación, en la construcción de una imagen propia y del movimiento político al que representa. En definitiva, posiblemente el mayor experto a nivel mundial en marketing político. Pero es difícil llegar a ese nivel de perfección cuando o no se tiene un producto para vender o cuando se llegan a caricaturizar hasta el ridículo las reglas del marketing.

En el primero de los casos tiene su mérito. Pongamos el caso de una política profesional que a lo largo de su vida ha tragado sapos y culebras para seguir aferrada a su asiento desde 1979, que treinta años más tarde ve que le dan la patada y antes que volver a su honrado trabajo de administrativa, como si fuera un estigma trabajar de administrativo, se inventa un traje a medida para chupar de la teta a la vez que basa su discurso en arremeter contra los políticos profesionales. ¿Alguien duda de su mérito? Más aún cuando se ha sabido rodear de personas con una capacidad intelectual tan limitada como Toni rey del twitter Cantó, capaces de derribar de una simple coz la más sólida de las catedrales. No menos mérito tiene el convertir en brillante estadista a alguien a base de fotos tocando el saxo o bajándose juegos en el ipad.

El segundo de los casos es más gracioso. Consiste en que alguien piensa que ha encontrado la mina de oro del marketing cuando crea un slogan y lo repite en todo momento y ocasión para que el mensaje cale entre la gente, aunque lo cierto es que solo se lo acaba creyendo él mismo. Un ejemplo lo tienen en Idoia Mendia, que repite sin ningún rubor como un loro aquello de que el Gobierno Vasco presidido por Urkullu es el más débil de la Historia cuando todo el mundo sabe que ella vicepresidió un gobierno tras haber sido duramente derrotado en las urnas, previa eliminación del mapa político a la segunda fuerza parlamentaria y que se pasó tres años sujetado por sus partes nobles por su mayor enemigo político, y ninguneado hasta por el entonces presidente Zapatero.

Lo que resulta de verdad chocante es que la izquierda abertzale, que a lo largo de las últimas décadas ha demostrado dominar los principios del marketing como nadie, de las muestras de zozobra que se desprenden de las desafortunadas declaraciones de Laura Mintegi y de las aún más decepcionantes de Patxi Zabaleta, que nos trasladan a la década de los ochenta. Que nadie se extrañe que entre aquellos que en su delirio siguen creyendo estar en la línea del frente, respondan con el matonismo de épocas que creíamos superadas.

Olatuz olatu

Julio Artetxe