La polarización de la política convirtió a PP y PSOE en vasos comunicantes que se veían alimentados por los reveses electorales del adversario. Al menos así había sido hasta ahora, donde la caída de la intención de voto de uno era indirectamente proporcional a la subida del otro. Pero ya no están solos.
La crisis, el desempleo o simplemente el hartazgo de la sociedad hacia la clase política en general, y el relevo sistemático de PSOE y PP en el poder en particular, hace tambalear esta máxima de la política española para dejar paso a nuevos agentes que ven cómo con cada nueva encuesta mengua la todavía pronunciada brecha que separa a los dos grandes bloques del resto de fuerzas parlamentarias.
Los principales beneficiados por esta tendencia son los partidos que, al igual que PSOE y PP, concurren en la gran mayoría de las circunscripciones estatales. Así, Izquierda Unida y UPyD han visto crecer sus expectativas de futuro con unos prometedores números que, no obstante, llegan en pleno desierto electoral, después de que las autonómicas de Cataluña cerrarán a finales de noviembre doce intensos meses con unas elecciones generales y las autonómicas de Galicia, Andalucía y Euskadi.
En la CAV, el PNV recuperó el Gobierno Vasco con EH Bildu como segunda fuerza y los socialistas en el tercer lugar del reparto parlamentario. La Cámara se completó con el PP y el único aforado de UPyD en el Legislativo vasco.
Los primeros meses del incipiente ejercicio político han sido suficientes para comprobar que estas dos fuerzas coincidentes en muchos aspectos, sobre todo en su visión crítica de la izquierda abertzale, el fin del terrorismo y las características de la nueva etapa que abrió el cese de ETA, mantienen un especial tira y afloja semejante al de sus respectivas cúpulas en Madrid.
Como oposición, cumplen con su papel de control al Gobierno, pero también controlan los movimientos de EH Bildu y las aproximaciones al grupo liderado por Laura Mintegi, un acercamiento con muy difícil venta en la capital del Estado.
Desde el PP, no obstante, consideran que cada día son más las diferencias que les separan de UPyD y, como ejemplo, recuerdan las directrices antiforalistas de Maneiro y los suyos. "Su pretensión es cargarse el Concierto Económico y no digamos nada del requiebro antialavés que están demostrando", expone el parlamentario popular Carmelo Barrio.
En esta misma línea, el veterano político gasteiztarra ahonda en lo que les separa de UPyD y enfatiza que este partido ha encontrado "un filón en la fiscalidad, donde se ve claramente que provienen del Partido Socialista".
No obstante, la última sesión de la Comisión de Derechos Humanos, donde compareció el secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, puso de manifiesto la similitudes hasta el punto de que ambas fuerzas repitieron sus críticas por el nombramiento de Fernández -exconcejal de Herri Batasuna- y coincidieron también en el diagnóstico de la nueva etapa en la que ETA aún sigue viva.
En este mismo foro, el secretario general de la nueva área dependiente de Lehendakaritza puso como ejemplo del reto de la normalización la consecución de acuerdos entre EH Bildu y UPyD, situando a la fuerza de Maneiro en el extremo parlamentario opuesto al de la coalición soberanista en detrimento de los populares, un nombramiento oficioso que las filas del partido de Rosa Díez acogen de buen grado en su particular pugna.
Barrio niega que en el PP exista ninguna obsesión particular por alimentar el cara a cara donde Maneiro demuestra desenvolverse con holgura, pese a que algunas de las escenas más sorprendentes de esta joven legislatura hayan estado marcadas por esta relación. Como ejemplo, el hecho de que el secretario general del PP, Iñaki Oyarzábal, llamará "neofalangistas" a integrantes de esta formación. Reacciones que Barrio enmarca en la intensidad del debate parlamentario, además de negar que su grupo vaya a variar ni un ápice cualquier forma de actuar por sentir el aliento de UPyD en el cogote. "Con EH Bildu, ni a heredar. Lo tenemos claro", apostilla. "Y es que forma parte de nuestros convencimiento propios, no hace falta que UPyD nos diga nada", añade.
No lo ve así el aludido, quien ha detectado una obsesión entre las filas populares desde la misma campaña electoral. "Ya entonces Oyarzábal nos acusó en Radio Nacional de defender posturas neofalangistas, y sabemos que actúan así porque les dejamos en evidencia en muchos asuntos", valora Gorka Maneiro.
En opinión del único integrante del Grupo Mixto, la postura del PP obedece al hecho de que "somos libres y decimos todo aquello en lo que creemos; en determinados temas eso les saca de quicio y nos la guardan para atacarnos en depende qué debate de manera exageradamente dura".
Maneiro equipara su situación con la que padece Rosa Díez en el Congreso, allí con el PP como primera fuerza, aunque niega la mayor cuando se le pregunta si UPyD también se esmera en esa vigilancia cercana de los populares para ganar adeptos. "No, en absoluto, es un problema solo de ellos. Nosotros somos libres para criticar al Gobierno de Rajoy o al Gobierno de Urkullu".