Bilbao. La fidelidad que demuestra Patxi López a Alfredo Pérez Rubalcaba está forjada en cemento armado. El líder del PSOE valoró del político vasco que se convirtiera en el primer lehendakari socialista de la historia, aunque fuera a costa de haber pactado con su máximo adversario político. Cuando los presidentes autonómicos del PSOE fueron cayendo como fichas de dominó, el PSE permanecía al mando en la Comunidad Autónoma Vasca. El valor de López se ha cotizado muy alto en Ferraz pese al escaso peso que los socialistas vascos tienen en el conjunto del partido.

A cambio de saberse respaldado, López fue uno de los primeros barones socialistas en alinearse con Rubalcaba cuando este más lo necesitaba, en su pugna con Carme Chacón. Primero fue la liza que mantuvieron por la candidatura socialista a presidir el Gobierno español y, más tarde, con el objetivo de liderar el partido, contienda en la que salió vencedor el exministro de Interior. Como contrapartida, Rubalcaba creó una secretaría en la ejecutiva del PSOE, la de Relaciones Políticas, especialmente diseñada para el vasco.

La salida de López de Ajuria Enea no ha cambiado un ápice la consideración que tiene Rubalcaba del exlehendakari. Hace dos semanas, al término del congreso en el que los socialistas vascos reeligieron a López como secretario general para un cuarto mandato, Pérez Rubalcaba le ensalzaba: "Habéis elegido al mejor". "Es un socialista y amigo. Todo mi apoyo que tuviste y que tendrás, cualquiera que sea el cargo que ocupes". Confirmaba así el secretario general del PSOE, por un lado, la lealtad mutua que se profesan y, por otra, que las expectativas abiertas en el seno del socialismo de que López acabe subiéndose al vagón de la política en Madrid siguen vivas.

El entusiasmo de Pérez Rubalcaba en su última visita a Bilbao es fácil de entender. Los procesos congresuales del PSE en las últimas semanas han concluido con el afianzamiento de la cúpula del socialismo vasco, que siempre ha sido leal con Rubalcaba, y con la eliminación de todas las ejecutivas de los únicos reductos chaconistas que quedaban.

En sectores de la formación vasca se habla ya de que el núcleo duro consolidado alrededor de Patxi López ha conseguido cincelar un PSE sin fisuras, un bloque monolítico que respalda al secretario general del PSOE. Porque lo cierto es que, aunque Pérez Rubalcaba dijo aquello de que, si conseguía liderar el partido "no habrá rubalcabismo", sigue manteniendo un soterrado enfrentamiento con Chacón por el control del PSOE.

Núcleo duro La anunciada renovación PSE, conmocionado por los malos resultados electorales del pasado octubre, ha quedado en nada. Apenas un puñado de caras nuevas, que han llegado a las ejecutivas como vocales. Pero el núcleo duro del partido sigue pivotando sobre los más próximos a López durante la última década. Toda esta concentración de poder, además, refuerza el rubalcabismo del PSE. Nadie en la cúpula de los socialistas vascos se define ahora como seguidor de Chacón. Los renovadores alaveses que habían tomado partido por la exministra de Defensa han sido laminados tanto de la ejecutiva alavesa como en la Comisión Ejecutiva del PSE, en donde tenían representación antes de los congresos de este febrero. Juan Carlos Alonso, el representante más visible de este sector crítico se queda confinado en el grupo socialista del Ayuntamiento de Gasteiz. El expresidente del Senado Javier Rojo, que también ofreció su respaldo a Chacón, acaba de dejar la presidencia del PSE alavés. López ni siquiera contó con Gemma Zabaleta, otra chaconista confesa, para integrar la plancha al Parlamento en los pasados comicios.

Así las cosas, Rodolfo Ares, Idoia Mendia, José Antonio Pastor, Iñaki Arriola, Txarli Prieto y las ejecutivas socialistas que les secundan conforman un bloque compacto, sin grietas, que dirigirá el PSE con mano firme hasta que Rubalcaba decida que es el momento de convocar unas primarias de cara a que los socialistas elijan candidato a La Moncloa para las elecciones generales de 2015. La intención del líder del PSOE es dilatar el proceso hasta pasados los comicios europeos de junio de 2014, pero antes de las elecciones municipales y forales previstas para la primavera de 2015.

Rechazan de plano este retraso el sector de Carme Chacón y muchos barones del PSOE al considerar que, cuanto más se dilate el recambio del candidato socialista a presidente del Gobierno español -con un Pérez Rubalcaba que sigue sin sacar partido del desgaste de Rajoy-, menos tiempo quedará para presentar batalla en las urnas al PP.

Es en este punto donde entraría en juego la tan comentada marcha de Patxi López a la política madrileña, que se da por segura tanto en el PSOE como entre los socialistas vascos. Su reciente reelección como secretario general del PSE sería entonces una táctica para ganar tiempo, encarrilar a los socialistas vascos en un momento de tribulación y dirigir con tranquilidad su sucesión. Para ello necesitaría aproximadamente un año, a tiempo de llegar a las primarias socialistas de 2014-2015 como uno de los principales valedores de Rubalcaba.

¿Candidato de consenso? O, como muchos apuestan dentro del partido, encabezando él mismo una candidatura de consenso, fruto del acuerdo entre los hasta ahora sectores irreconciliables, evitando así nuevas sangrías internas fruto de un proceso de primarias. Y es, precisamente, en este contexto donde el bloque monolítico del actual PSE cobraría mayor importancia. La candidatura de Carme Chacón se vio impulsada con el aval de un PSC sin fisuras. Siguiendo esta misma lógica, lo mismo le podría ocurrir a López si se presenta candidato en unas primarias socialistas.

Abona esta teoría la elección de los dirigentes vascos que se integrarán en el Comité Federal del PSOE, algunos de cuyos cometidos son la convocatoria de primarias o la designación de candidato a la presidencia del Gobierno español. Siguen siendo los mismos que controlan las ejecutivas del PSE vasco: Mendia, Pastor, Arriola y Prieto. Y también Begoña Gil, la mujer de López.