Dos paradigmas

Se anunció como la confrontación de dos paradigmas. La candidatura de Mintegi tendría un sentido: dar un repaso severo al ciclo de 30 años de gobierno con el que EH Bildu identificó a Urkullu y contrastarlo con la alternativa que la izquierda aber-tzale había sostenido en el mismo periodo. De lo esperado, nada de nada. Ayer, la candidata defraudó la curiosidad que ella misma había alentado. Urkullu, sin embargo, sí se estrenó con un homenaje a los logros atribuibles a las instituciones vascas modernas y a todos los que habrían hecho parte del camino recorrido desde hace algo más de treinta años. Reconocimiento acompañado de una lección de estilo. Frente a lo ocurrido en la investidura de 2009, el candidato nacionalista evitó legitimar su opción en la descalificación del gobierno cesante.

Con todo, los dos paradigmas afloraron ayer con mucha claridad. En los tres temas principales de la agenda -estatus político, paz y convivencia y economía- se delinearon dos visiones muy diferentes. En el primer caso, aunque sin definir criterios concretos, Mintegi mencionó los procesos que se siguen en otros países. Urkullu, por su parte, apeló a un proceso propio de decisión que sea capaz de incluir tanto a quienes creen en la unidad indivisible como a quienes postulan la independencia.

En relación con la paz y la convivencia, cabría reseñar dos cosas. Sigue en pie la discrepancia sobre si el Parlamento es o no el foro de diálogo más adecuado. Choca ver a Mintegi abrirse a participar en todos los lugares en los que se hable de paz y, sin embargo, querer atribuir la única salida de la violencia al seguimiento sistemático de las instrucciones de los textos de Gernika y Aiete, en los que solo EH Bildu se encuentra completamente cómodo. De la misma manera, no casa bien su oposición a la búsqueda de un relato compartido y la apelación a crear una Comisión que persiga la verdad. ¿Cómo puede compartirse una verdad que no pueda ser relatada de manera común? Ahí, Urkullu le ha recordado la semilla. La ponencia de paz del Parlamento demanda un relato (una verdad) que no sea neutro y reconozca la injusticia de la violencia perpetrada.

Ambos candidatos han otorgado la mayor relevancia a la crisis económica y sus consecuencias sociales. Mintegi se vio sin herramientas, con las manos atadas. No llegó ni abosquejar un programa. Quiere que el sector público sea el motor de la economía. Urkullu, por su parte, replicó que el país tiene opciones para salir adelante. Reivindicó para ello nuestro hecho diferencial (político, económico e industrial) que nos ha permitido ser más resistentes. Para éste la centralidad, el motor son las empresas y las familias, a cuyo servicio deben estar las políticas públicas. No cabe la resignación, el futuro está en nuestras manos. La clave es el esfuerzo colectivo. Trabajar juntos, creyendo en nuestras posibilidades. De acuerdo con el espíritu cooperativo, tan arraigado en la sociedad vasca.

Dos paradigmas, por lo tanto. Frente al no hay nada que hacer sin más poder político de Mintegi, la convocatoria a una acción colectiva inmediata de Urkullu. Una acción colectiva que nos ayudará, como en otros momentos históricos, a resolver la crisis, a mejorar la convivencia y a acceder a un nuevo estatus político.

Iritzia

Joxan Rekondo

Frente al no hay nada que hacer sin más poder político de Mintegi, Urkullu apela a una acción colectiva