Vitoria. La brutal crisis que atraviesa Euskadi llamó ayer con fuerza a las puertas del Parlamento Vasco. Como viene siendo desgraciadamente habitual en las últimas grandes citas de la Cámara vasca, una fila de pancartas denunciaba a su entrada la situación que atraviesan empresas como Cementos Lemona, Alestis, Corrugados Azpeitia, el servicio del 010 del Ayuntamiento de Vitoria, Foronda o Laminaciones Arregi.

Era un aviso a navegantes; un intento por trasladar a los nuevos responsables de gobernar Euskadi que cientos de miles de personas esperan de ellos soluciones, no palabras. Y de hecho, con colectivos como Fracking ez o Stop Desahucios marcando en corto a sus señorías desde el palco de invitados, miembros del comité de Laminaciones así se lo exigieron a Urkullu al poco de tomar la tribuna exhibiendo una pancarta, lo que a punto estuvo de llevarles a ser expulsados de la sala.

Pero lo más duro estaba por llegar. Al filo del mediodía -a las 12 horas del día 12 del duodécimo mes de 2012-, una multitud enfilaba la calle paralela al Parlamento, San Antonio. Eran 1.400 trabajadores de CAF llegados desde Gipuzkoa en 50 autobuses para denunciar "el rodillo del ERE" -que, según explicó uno de sus portavoces, amenaza con esquilmar su plantilla- y hacer que los parlamentarios "oyeran la voz de la calle". Y a fe que lo lograron.

A las bocinas que hacían ensordecedor el ambiente sumaron un incesante goteo de petardos de gran calibre. La tensión se desbordaba.

esfuerzos de diálogo La Ertzaintza, desplegada en hasta siete coches patrulla y cuatro furgonetas en las inmediaciones de la Cámara, tiró de los antidisturbios para formar un cordón que protegiera el acceso al Legislativo, que incluso llegó a cerrar su verja a la vista del tono que iba cogiendo el ambiente.

Entonces, uno de los petardos -cuya onda expansiva hacía temblar al más pintado- mandó al suelo a una viandante con heridas leves en la cara. Y los ánimos se dispararon. Apenas dos metros separaban a policías y manifestantes. En un abrir y cerrar de ojos, apenas metro y medio. La marea avanzaba paso a paso recuperando para este nuevo tiempo los viejos Borroka da bide bakarra (La lucha es el único camino) y Jo ta ke, Irabazi arte (Luchar hasta ganar).

En ese momento, casualmente mientras Urkullu desgranaba su compromiso con la austeridad desde la tribuna, cinco parlamentarios de EH Bildu abandonaron la sala apercibidos de la tormenta que se preparaba fuera. Se integraron entre los trabajadores, y el mando de la Ertzaintza que venía tratando sin éxito de mediar con los portavoces del comité de empresa para que calmaran los ánimos sintió que se le abría el cielo. Sin dudarlo, cogió del brazo al líder de Alternatiba, Oskar Matute, le explicó lo delicado de la situación y éste, convertido en improvisado pacificador, habló con los responsables de la protesta. Las aguas volvieron a su cauce. Pero la calma dudaría bien poco.

Coincidiendo con la llegada de la ambulancia que acudía a auxiliar a la mujer herida -por lo que los sindicalistas pidieron perdón-, se produjo un fuerte repunte de la tensión.

"vamos a tener que cargar" Arreciaron los botes de humo y las bengalas. Y los petardos, que comenzaron a caer a escasos centímetros de los agentes. "Como esto siga así, voy a tener que dar a la brigada la orden de cargar. Esta situación es insostenible", advertía a su central el mando de la Ertzaintza encargado del dispositivo.

Por momentos la tragedia pareció inminente en una calle estrecha, sin apenas salidas naturales, y atestada con más de 1.500 personas con las pulsaciones por las nubes. Las carreras y los tristes sucesos que se produjeron en Madrid cuando la Policía decidió cargar a mucha más distancia del Congreso para defenderlo de los indignados parecían listas para cobrar de nuevo vida.

Sin embargo, esta vez la Ertzaintza hizo un alarde de paciencia y no respondió más que con diálogo. Quizá por pura responsabilidad del mando, quizá por la presencia de parlamentarios entre el gentío... y a buen seguro también condicionados por la larga sombra de recientes cargas como la que hirió de gravedad a Xuban Nafarrate o la que le costó la vida a Iñigo Cabacas, que han hecho que incluso instituciones como el Ararteko cuestionen el uso de la fuerza en estos casos.

Sea como fuera, las protestas se disolvieron pasadas las doce y media. El Parlamento reabrió sus puertas y la calma volvió paulatinamente. En el plenario, la sesión quedaba suspendida hasta la tarde y la candidata de EH Bildu, Laura Mintegi, se asomaba a la calle para no desaprovechar la ocasión de aparecer del lado de los trabajadores. Extremadamente afectuosa, mostró su apoyo a todos los que aún protestaban ante la Cámara. Fue recibida y despedida entre aplausos, con el puño en alto, y a continuación, ante las cámaras, se comprometió a "dar soluciones" a los problemas que está causando esta crisis "tan jodida", dijo, cambiando por una vez su aura académica por la vehemencia que impregnó una cita en la que las víctimas de la crisis tocaron con fuerza las puertas del Parlamento para tratar de devolver a las personas al frente de la agenda de prioridades.