Lo sentimos, y lo sentimos mucho; nunca fue nuestra intención". Pernando Barrena Arza (Iruñea, 1 de noviembre de 1965) dio un salto cualitativo en la relación de las víctimas de ETA y la izquierda abertzale con este mensaje de lamento. Sin una condena expresa, llegaba el ansiado perdón que los damnificados por la lacra terrorista habían demandando durante largos años, tanto a las diferentes marcas de la izquierda abertzale como a la propia organización terrorista.
El indudable líder de esta corriente ideológica, Arnaldo Otegi, ya había fijado los cimientos con un mensaje similar, pero fue Barrena quien lo repitió hace apenas tres semanas; esta vez, frente a las víctimas, cara a cara, en un acto sellado mediante el abrazo con la hija del dirigente socialista Ernest Lluch, asesinado por la banda armada. Más allá de que volviera a los inevitables equilibrios a comienzos de esta semana, cuando matizó en Onda Vasca-Grupo Noticias: "Estamos dispuestos a todo, salvo que se nos pida abjurar de nuestro pasado".
Las caras nuevas que el veto judicial han acercado a las instituciones vascas, con la incorporación de Bildu, Amaiur y EH Bildu a la dinámica política en toda su amplitud, no han enterrado los referentes de la izquierda abertzale -puntal en todas las formas de la coalición soberanista- que han pasado por la cárcel. Su máximo exponente sigue preso, pero la larga sombra de Otegi encuentra en Barrena, quien también sabe lo que es vivir privado de libertad, su brazo ejecutor.
Así, de forma paralela al trabajo institucional, con el frontispicio de la independencia en la labor de la izquierda abertzale, Barrena es uno de los principales encargados de desbrozar el camino que desembocará en el alumbramiento de Sortu en febrero del próximo año. La que está llamada a ser la fuerza aglutinadora de las corrientes "abertzales y de izquierdas", según sus auguran sus promotores, es la niña de los ojos del político pamplonés. De puertas hacia adentro, sus colaboradores destacan que el que ha sido "portavoz" autorizado de la izquierda abertzale desde los tiempos de Lizarra-Garazi -con el impasse de los dos años de prisión- está volcado en esta tarea.
Así, a pesar de insistir en que serán las bases de Sortu las que decidirán quién liderará este proyecto, no ocultan que Barrena tiene "un gran peso" en el proyecto que será sometido a los comicios internos y la posterior asamblea constituyente prevista para el 23 de febrero. Su reincorporación a la primera línea de la política sería un punto y seguido en la amplia trayectoria de uno de los máximos exponentes a la hora de visualizar las demandas de una parte de la sociedad vasca en el plano internacional.
El dominio del inglés le ha permitido acercar estas peticiones a foros internacionales, hasta el punto de entrevistarse con dirigentes de la talla del presidente del Sinn Féin, Gerry Adams. Esta complicidad con las demandas norirlandesas tejieron puentes que incluso llevaron a Barrena a intervenir de forma semanal en un programa de radio de este país. También ha sido la voz de la izquierda abertzale en latitudes más cercanas como Catalunya, donde el grado de comprensión de sus demandas tenían mejor acogida que en el resto del Estado. En esa "estrecha relación" que desde esta corriente ponen en valor entre Barrena y el pueblo catalán se enmarca el encuentro del 21 de noviembre, que tuvo lugar a las puertas de las elecciones catalanas. Aquella tarde el dirigente abertzale expresó su "profundo pesar tanto por las consecuencias trágicas derivadas de la actividad de ETA como por nuestra posición política en las mismas, en la medida en que, esta haya podido suponer, aunque no de manera intencionada, un dolor añadido o un sentimiento de humillación para las víctimas".
Cara a cara Robert Manrique, exresponsable de la oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo en Cataluña, miraba a los ojos de Barrena en su acto de contrición. Con una mochila cargada de recuerdos, el carnicero que sumó su nombre de por vida al atentado de Hipercor cuenta a este periódico la rara sensación que sintió en sus entrañas.
En apenas seis meses le habían pedido perdón "cara a cara" el exactivista y uno de los responsables del famoso atentado de Barcelona del que fue víctima, Rafael Caride Simón; el abogado y dirigente aber-tzale Iñigo Iruin; y ahora la cúpula de esta corriente ideológica personificada en su portavoz. El exasesor de la Oficina de Víctimas catalana se interesó entonces por la razón que había llevado a Barrena hasta las jornadas de Barcelona. El inquirido admitió que antes de dar el paso "lo había consultado con Otegi", recuerda Manrique. "Arnaldo me ha dicho que tenemos que tender puentes con las víctimas". Y Barrena los tendió.