LOS socialistas alaveses se enfrentarán en tres meses, salvo sorpresa de última hora, a la decisión entre dos apuestas para la dirección del partido: la continuista con el actual modelo y liderazgo o la renovadora. De un vistazo, resulta al menos sorprendente cómo ha podido evolucionar un partido en un solo mandato de concitar una abrumadora mayoría en torno a su secretario general -el 97,5% en el VI Congreso provincial avaló la reelección de Txarli Prieto- a la aparición de un grupo más o menos relevante de militantes y cuadros que han pasado de cuestionar formas y estrategias a dar el paso para convertirse en alternativa.
Todavía es pronto -más teniendo en cuenta el declarado compromiso de este colectivo con la designación mediante listas abiertas y primarias de sus cargos, método que ya emplearon en enero para elegir a sus aspirantes a delegados para el Congreso Federal de Sevilla- para poner nombre y rostro a quien optará a dar el relevo a Prieto; quien, por otra parte, todavía ni siquiera a confirmado su intención de volver a presentarse. No obstante, todo apunta a que pueda ser el edil gasteiztarra Juan Carlos Alonso, ex teniente de alcalde con Patxi Lazcoz en la anterior legislatura, quien pueda ostentar esta responsabilidad.
el Congreso de 2009
El inicio del deterioro
Aquel Congreso territorial de octubre de 2009 llegó en lo más alto de la ola, con Patxi López recién instalado en Ajuria Enea tras obtener un resultado histórico en las autonómicas y Álava como "bastión del cambio", decía entonces Prieto. Efectivamente, el secretario general alavés presumía de haberse impuesto en las urnas por 1.756 votos a la plancha del PNV encabezada por el entonces lehendakari aspirante a la reelección Juan José Ibarretxe -otras voces recuerdan que el cálculo que se hacía en las quinielas internas en la dirección vasca situaba a la plancha alavesa con uno o dos parlamentarios más de los nueve finalmente logrados-. Los socialistas gobernaban en el Ayuntamiento de Gasteiz con Patxi Lazcoz y ostentaban un papel principal en la oposición al Gabinete jeltzale de Xabier Agirre en las Juntas Generales alavesas, además de controlar la presidencia de Caja Vital a través de Gregorio Rojo.
Curiosamente, o no, la llegada de López a Ajuria Enea merced al pacto con el PP emergió en Araba, ese "bastión del cambio", como una de las principales chinitas en el zapato del nuevo lehendakari. La tensión generada por el intento popular de cobrarse la Diputación alavesa chirriaba en el territorio, con un historial de dos legislaturas previas de divorcio absoluto entre PSE y PP que había degenerado en relaciones personales irreconciliables, especialmente en el ámbito municipal.
Prieto emergía en ese sentido como un puntal frente a la extensión de la alianza del Acuerdo de Bases a Araba. "Txarli Prieto es el mayor enemigo del cambio", llegó a decir el PP. Es 2010 y Caja Vital atraviesa una situación inédita, con Gregorio Rojo amenazado por una demanda del PP por entender que su último mandato no se ajusta a los estatutos. Una controversia que las direcciones vascas de ambos partidos intentan reconducir para proteger su pacto vasco.
Y en plena crisis, afloró el primer síntoma público de que las aguas no andaban calmadas en la casa de los socialistas alaveses: Prieto desactivó un principio de acuerdo de Rojo con el PP para la retirada del recurso y acabó pactando la dirección de la caja con el PNV. La disputa interna se prolongó a la elección del nombre para suceder a Rojo al frente de la entidad. La Ejecutiva vasca del PSE asistió al episodio con preocupación pero desde la distancia. Después de todo, recordaban en aquellos momentos, Prieto había sido reelegido con una mayoría casi unánime del Congreso de los socialistas alaveses.
Un respaldo silente desde la dirección vasca que fue igual que el adoptado en el bizantino proceso de investidura de diputado general en 2007, cuando Prieto aseguró tener los apoyos suficientes para ser designado y la abstención final de Aralar otorgó el sillón foral al jeltzale Xabier Agirre. Esta especie de laissez-faire es la que perdura a día de hoy, a la espera de que sea el propio PSE alavés el que resuelva sus discrepancias.
los varapalos de 2011
Las tensiones afloran
Pero el episodio público que revela el nivel de tensión interna que se acumula ya en el seno de las filas del PSE alavés trasciende a comienzos del verano de 2011, cuando la exsecretaria de Javier Rojo denuncia por acoso laboral a Prieto. La sentencia le absuelve, pero los testigos de uno y otro lado dejan claras las malas relaciones entre ambas partes.
El partido está ya embarcado en una caída libre electoral. Las municipales y forales le han dado un varapalo brutal. 15.000 votos menos en las elecciones a Juntas. Prieto se deja en las urnas en torno a un tercio de los votos que había logrado en 2007; Lazcoz pierde la Alcaldía de Gasteiz tras su primera legislatura -13.000 votos menos, de primera a tercera fuerza-, un hecho inédito. El efecto Zapatero y la crisis económica, junto al desgaste sufrido por el pacto con los populares y el ascenso a Ajuria Enea o la irrupción de Bildu, ayudan a explicar un declive general al que Prieto responde renunciando a su puesto en el grupo juntero.
En ese contexto comienza a fraguarse un grupo de militantes y cargos del partido que apuntan también a causas de índole local en el varapalo electoral -"no nos entendemos con la sociedad, tenemos un autismo grave", decía Esperanza Molina el pasado jueves- y descontentos con el férreo liderazgo que ejerce Prieto en el partido -"el Partido Socialista no es una fábrica de consignas", sostienen-. Y es la siguiente debacle electoral, la de las generales de noviembre de 2011, la que desencandena el Congreso Extraordinario de Sevilla de febrero de 2012 y la aparición de las propuestas de este colectivo que, afirman, no han sido tomadas en consideración por la dirección del PSE alavés.
Las acusaciones van también en sentido contrario, porque el sector oficial manifiesta su descontento, por ejemplo, con el escaso papel que se otorga a Prieto en el Parlamento Vasco, algo que achacan al control que ejerce sobre la actividad del grupo parlamentario su secretario general, Óscar Rodríguez.
De manera que este grupo, que integra a militantes de base, jóvenes pero también veteranos del partido, a cuadros de la formación -algunos crecidos bajo el manto de Javier Rojo, aunque el expresidente del Senado pronto se posiciona al margen de la pugna, pese a los rumores y las insinuaciones que lo sitúan como orquestador en la sombra- y cargos públicos. Juan Carlos Alonso, Óscar Rodríguez, Yolanda Vicente, Natalia Rojo y Joana Madrigal son algunos de los nombres más conocidos que aparecen en este grupo en el primer momento.
Reforzar la democracia interna y transparencia como herramientas para acercar el partido a la sociedad y retomar el discurso de liderazgo en la izquierda son los ejes de las propuestas que trasladan a las asambleas que preceden al Congreso Extraordinario de enero pasado. La idea con la que trabajan es que para volver a conectar partido y sociedad es la propia formación la que tiene que cambiar los modos de funcionar, ese "viejo partido convertido en un partido viejo" del que habló Patxi López en el Comité Nacional posterior a las últimas autonómicas.
Así las cosas, de aquel 97,5% de octubre de 2009 se pasa en enero de 2012 al 64% que respaldó la plancha de delegados propuesta por la dirección del PSE alavés para acudir a Sevilla. Las dos agrupaciones de Gasteiz son las que concitan la mayor parte de la militancia del PSE en Álava, en torno al 85%, y en ellas las tesis renovadoras lograron un apoyo notable, prácticamente en un empate técnico con la lista oficial. Pero en el Congreso, con la entrada de las agrupaciones del territorio, ese equilibrio se decantó claramente a favor de Prieto.
Ahí estaba precisamente una de las tareas que este sector se impuso tras la cita sevillana, cuando comenzaron a reunirse en grupos de trabajo para perfilar propuestas programáticas y sectoriales y dar a conocer sus planteamientos de regeneración. Este trabajo de socialización de la alternativa y de construcción de una propuesta programática tuvo uno de sus momentos álgidos en una reunión de más de un centenar de militantes celebrada hace unos meses en el Palacio Europa.
Reuniones que fueron objeto del intento de abrir un expediente disciplinario a algunos de estos militantes por parte de la dirección alavesa, según denunció este sector y desmintió Prieto. La Ejecutiva del PSE volvió a nadar y guardar la ropa, ese laissez-faire que aplicó también en la elaboración de listas electorales, auténtica "purga" según este grupo -quedaron fuera de la plancha Rodríguez, Madrigal y Esozi Leturiondo-, dando el visto bueno a la propuesta de la dirección alavesa. En plena resaca del batacazo electoral de las autónomicas del pasado octubre, Patxi López afeó la pelea pública de ambos sectores, pero ya era demasiado tarde.
con la vista en 2013
La cita de finales de febrero
Todo este largo proceso y el último año de trabajo de este grupo -al que incomoda el apelativo "crítico", al entender que es la actual dirección del PSE alavés la que ha emprendido un camino "crítico" con la historia del partido en el territorio- se ha plasmado en al menos cinco documentos sobre fiscalidad, medio ambiente, paz y convivencia, modelo de socialdemocracia ante la crisis y modelo de partido, que se irán dando a conocer en próximas fechas.
El jueves pasado presentaron en sociedad su propuesta alternativa de cara al Congreso territorial -previsto para finales de febrero-, recibidos con displicencia por un Prieto que los consideró una iniciativa "ajena" al PSE, pese a que entre la treintena de personas que aparecía respaldando el documento Valores para la regeneración del socialismo alavés, además de nombres ya mencionados de cargos y excargos y veteranos militantes, aparecía por ejemplo la hija de Fernando Buesa, auténtico referente del partido en Araba. "En el partido Socialista que yo creo no sobra ninguna opinión, el Partido Socialista de Álava tiene que cambiar", decía en el acto de presentación del Europa.
El respaldo de este grupo al liderazgo de Patxi López es declarado y, en ese sentido, no habrá discrepancias en la delegación alavesa que viaje al Congreso de Euskadi el 9-10 de febrero. Y López está dispuesto a dejar que sea el Congreso alavés el que incline la balanza y ponga orden.