Mas, Maquiavelo y Pedro J.
una semana después, nadie acierta aún a dar con certeza repuesta a esta pregunta: ¿por qué convocó Artur Más sin llegar siquiera al ecuador de la legislatura unas elecciones anticipadas? He escuchado estos días, en boca de nuestros contertulios de ONDA VASCA u algunos de los invitados ocasionales que han participado para hablar sobre la situación de Catalunya opiniones muy diversas pero básicamente hay dos hipótesis: o erró en el cálculo, o sabiendo que podía llevarse un revés electoral prefirió pese a todo convocar la cita por razones tácticas.
Mas y Maquiavelo
Este segundo grupo sospecha que la situación económica de Catalunya no hubiera permitido a Artur Mas ser reelegido dentro de dos años, cuando la ciudadanía estaba llamada a votar si se hubiese agotado la legislatura. La razón: la crisis, que como se ha visto ahora, ha pesado mucho en los resultados, hubiese resultado una estocada definitiva para un gobernante que aún le quedan duros años de desgaste por ajustes económicos.
Si esta teoría fuese la acertada, Mas se hubiera valido de la ola soberanista para subirse a ella de manera instrumental y alargar en dos años (ahora tiene ya cuatro por delante) su mandato. De paso, busca un compañero con el que compartir la costosa factura de una política de austeridad extrema. Recordemos que Catalunya fue, tras Valencia y Murcia, la tercera comunidad en solicitar un rescate económico porque literalmente no llegaba a final de mes.
La manifestación de la Diada y el último portazo de Mariano Rajoy en La Moncloa a la propuesta de un nuevo pacto fiscal fueron, siguiendo esta teoría, la coartada perfecta para el buscado adelanto. Nunca hubo, más allá del deseo, una posibilidad de mayoría absoluta. Otra cosa es que la quita de escaños fuera a ser tan acusada.
CiU se equivocó
La otra teoría, que se ajusta algo más a la explicación oficial de la formación catalanista, es que hubo un error de cálculo. A mí me resultó convincente el argumento principal que expuso Martín Aranburu, responsable del Área de Estudios y Programas de la Fundación CatDem.
Explica el ex parlamentario vasco y politólogo que CiU erró cuando pensó que podía seguir incrementando su nicho electoral mucho más allá de la representación que le otorgó la ciudadanía en 2010. Entonces, CiU registró unos resultados extraordinarios que, tirando de hemeroteca, se explicaron entonces por el descenso de Esquerra Republicana de Catalunya. Desde luego, parece el negativo de aquella foto.
Pero siendo así, no es sencillo entender cómo nadie en el núcleo cercano a Mas (no me creo ese grado de personalismo que le quiere colocar como un mesías ridículo) avisó de que esto podía suceder. Doy crédito, por la fuente, a un episodio que tiene como protagonista a Oriol Pujol cuando dice en un círculo con fuerte carga política (no era una conversación estrictamente privada) que ve al PNV "desnortado" por su supuesto mensaje atemperado en cuanto al soberanismo. No parece que Mas se hubiera vuelto loco y hubiera arrastrado a los demás. Más bien, la borrachera de la diada les nubló la vista a unos cuantos.
También cuesta creer que CiU no calculara el efecto rebote en los extremos que podía tener una apuesta que apelaba a la épica, al sentimiento, a la heroicidad para superar un enorme obstáculo exterior que condujera, por fin, a la liberación de un pueblo. Eran tan grandes las aspiraciones, tan explícitas por primera vez, que también por primera vez los catalanes con sentimiento español creyeron que merecía la pena votar en unas elecciones que tradicionalmente no consideraban las suyas. Por decirlo más claro: se sintieron amenazados.
Júbilo españolista
Haya sido un error de cálculo o una maniobra maquiavélica, el espectacular retroceso de CiU no debe hacer perder de vista que sigue siendo la fuerza central de la nación catalana y que de momento nadie parece amenazar su hegemonía.
Por eso no entiendo este júbilo españolista, cuyo exponente máximo son los mensajes de Pedro J. en Twitter la noche del pasado domingo. Según el director de El Mundo, el periódico ganó las elecciones y Albert Rivera (Ciutadans) es el español más valiente de Catalunya. Y sigue con sus interpretaciones triunfalistas porque todo ha salido, según él a pedir de boca. De su falta de ética al tratar de convertir un invento en una noticia mediante una encuesta también manipulada no conviene abundar mucho más; pero cuando Pedro J. toma las riendas de la derecha española, los problemas lejos de resolverse se agravan. ¿Les suena el 11-M?
No canten victoria. El nacionalismo catalán ha hecho un primer intento. El problema nacional es el mismo que el día de la diada.
Euskadi hoy
xabier lapitz