R.Ugarriza/a.gonzález

vitoria. Unidos en la derrota. El líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba avaló ayer al lehendakari en funciones y su aliado en la Comunidad Autónoma Vasca, Patxi López, del que dijo que, tras la debacle electoral del domingo, será él quien decida cómo reparte su tiempo entre el Parlamento Vasco y la Ejecutiva Federal en Madrid, en donde piensa mantenerle.

Lamentó que López no haya recogido en las urnas réditos por el fin de la violencia de ETA o por la mejor situación económica vasca, pero consideró la derrota electoral aceptable y dijo que, con todo, "ha merecido la pena" que los socialistas hayan gobernado en Euskadi.

Tres días después de los pésimos resultados obtenidos por los socialistas en las elecciones vascas y gallegas, Rubalcaba compareció, después de que no diera la cara en Ferraz la noche electoral ni los dos días siguientes, teóricamente para preparar el debate sobre los Presupuestos del Estado. Un día después de que el secretario general del PSE anunciara su decisión de presentarse a la reelección como máximo dirigente de los socialistas vascos, Rubalcaba explicó -rodeado de una gran expectación mediática- su intención de seguir al frente del PSOE y negó cualquier intención de dimitir.

Y es que las grietas abiertas dentro de las filas socialistas siguen abriéndose con cada batacazo electoral. También en Euskadi. En público, han sido varios los socialistas que en pocas horas han pedido cambios y reacciones urgentes, entre ellos el expresidente castellano-manchego José María Barreda y el exministro -y posible aspirante a liderar el Partido Socialista de Galicia- Francisco Caamaño. Hasta una plataforma de militantes socialistas, denominada Nuevo socialismo 3.0, reclamaba ayer la dimisión de toda la ejecutiva y la celebración de un congreso extraordinario, al considerar un "fracaso completo" la estrategia de "oposición blanda" de Rubalcaba.

la catarsis pendiente En Euskadi, la reflexión ahora anunciada en realidad está pendiente desde el año pasado, cuando se retrasó a la espera del paso por las urnas que este pasado domingo confirmó un nuevo batacazo del proyecto socialista contra la voluntad democraticamente expresada por los vascos.

En Álava, está por resolver la pugna entre el sector renovador -abanderado por Juan Carlos Alonso- y el que lidera el secretario general de los socialistas en este territorio, Txarli Prieto, que ha supuesto un baile en las listas que se presentaron a esta última convocatoria electoral que supuso que hayan quedado fuera de la Cámara nombres como los de Joana Madrigal o quien hasta ahora era el coordinador de su grupo parlamentario, Óscar Rodriguez, enmarcado en esta corriente crítica.

En Bizkaia, la tierra que vio nacer y crecer políticamente a Patxi López, no parecen haberse abierto heridas internas de este calado.

Sin embargo, en Gipuzkoa son evidentes las llamadas a la "catarsis" pendiente -como hizo el ex alcalde de Donostia Odon Elorza la misma noche electoral. Y a nadie se le escapa la postura defendida por dirigentes de la talla de Jesús Eguiguren o Gemma Zabaleta, que han dado un paso atrás al no ver atendida sus demandas de avanzar hacia la profundización de un proyecto más vasquista y más de izquierdas.