DONOSTIA. Gisasola, una de las primeras mujeres que accedió a la cúpula de ETA, ha ofrecido hoy en Donostia su primera rueda de prensa, convocada para presentar su novela "Gaur zortzi", un relato sobre el sufrimiento de una madre vasca cuya hija ha huido para incorporarse a la organización terrorista.

La exmiembro de ETA, quien ha comparecido acompañada por la exparlamentaria de Aralar Aintzane Ezenarro, cumple condena en la cárcel alavesa de Zaballa, en la que el Ministerio de Interior ha agrupado a otros reclusos arrepentidos acogidos a la llamada "vía Nanclares".

Gisasola llegó a dirigir los comandos de ETA en 1990, poco antes de su detención ese mismo año, y tras cumplir 10 años de prisión en Francia fue extraditada a España donde acumula más de 90 años de condenas, entre ellas por la comisión de tres asesinatos.

Actualmente se encuentra clasificada en segundo grado, aunque hoy ha podido acudir a Donostia a presentar su libro al disfrutar de un permiso penitenciario.

El Gobierno Vasco quiso hacer oír su voz el pasado mes de mayo, al invitarla a participar en el Congreso sobre Memoria y Convivencia que se celebró en Bilbao, pero el Partido Popular y el Ministerio del Interior se opusieron y finalmente la exdirigente de ETA no asistió.

Visiblemente nerviosa en su primera comparecencia pública, Garmen Gisasola ha leído un escrito en euskera en el que ha explicado que su novela pretende ser una aportación en favor de la convivencia, y ha eludido responder a preguntas referidas a la situación política actual en Euskadi.

"UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS" Sin aludir a otros reclusos de ETA ni a organizaciones concretas Gisasola ha afirmado que "la convivencia es una responsabilidad de todos y no se va a dar de la noche a la mañana, pero sin hacer una reflexión del pasado no se puede avanzar mucho".

La presa arrepentida ha manifestado que su libro expresa una "apuesta por la convivencia" y ha insistido en que para construir un futuro con valores resulta "imprescindible hacer una reflexión de lo ocurrido en nuestro pueblo, porque mirar a otro lado no cierra las heridas".

Ha asegurado que la "lucha armada" crea una "mentalidad" a su alrededor que ha propiciado que en Euskadi se haya considerado normal "atacar al que piensa diferente", tras lo que ha sostenido que "ese tipo de comportamientos no pueden tener cabida en una cultura en favor de la convivencia".

Ha admitido que, como ella, muchas personas asumieron que para lograr objetivos políticos eran "imprescindibles" determinados comportamientos.

"Esta dinámica de actuar al servicio de una 'gran verdad' nos ha llevado una y otra vez a justificar excesos a pesar de que generaban muchas contradicciones en nuestro interior. Esa forma de funcionar ha contaminado además nuestras relaciones", ha indicado.

Según ha explicado, la novela, que no es autobiográfica, relata el sufrimiento de una madre cuya hija ha huido para unirse a ETA, lo que genera en la protagonista la contradicción de tener que apoyar a su hija pese a no estar de acuerdo con el recurso a la violencia.

Se trata de una situación, ha dicho, que no se puede aplicar a los padres de todos los miembros de ETA, pero sí a muchos de ellos.

En contra de los "prejuicios", Gisasola ha aseverado que "los militantes implicados en la lucha armada son personas de carne y hueso", pese a que "a muchos se le hará difícil entenderlo".

Por su parte, Aintzane Ezenarro ha explicado que el libro reflexiona sobre el "costo personal de la opción" por el terrorismo y constituye una "oferta de empatía", al tiempo que plantea la pregunta de "qué ha pasado en esta sociedad" para que tantas personas decidieran ejercer la violencia "a través de relatos épicos obsoletos".