BILBAO. Desde primeras horas de la mañana se sabía que aquel 20 de noviembre de 2011 era el día en que ETA iba a anunciar el fin de su actividad armada. Las señales venían de lejos. Aquella misma semana, todas las partes interesadas en que la organización armada diera carpetazo a 40 años de siniestro historial habían allanado el terreno en Donostia para la pista de aterrizaje a medida que diera aval internacional a lo que estaba a punto de ocurrir. La imagen del ex secretario general de la ONU Kofi Annan y del ex primer ministro irlandés Bertie Ahern leyendo la Declaración de Aiete revelaba la velocidad de crucero que tomaban los acontecimientos.
Pese a la certeza de que se avecinaba un momento histórico, que finalmente se produjo con la difusión del comunicado de ETA a las siete de la tarde de aquel 20 de octubre, el lehendakari, Patxi López, había decidido mantener su viaje oficial a Estados Unidos y no acortarlo aunque se produjera la esperada noticia. El anuncio le sorprendió a bordo de un tren entre Washington y Nueva York. Las noticias que llegaban de Euskadi no dejaban lugar a dudas: aquel no era un anuncio cualquiera de los muchos que ha hecho ETA. Apelando a la Declaración de Aiete, la banda notificaba su "compromiso claro, firme y definitivo" de "superar la confrontación armada", al tiempo que pedía a los Gobiernos español y francés "diálogo" para llegar a solucionar "las consecuencias del conflicto". En Euskadi se percibió enseguida que aquellas 23 líneas de comunicado daban por fin respuesta al clamor de la sociedad vasca. La comunidad internacional también acusó recibo.
El eco de la importancia y las consecuencias del anuncio llegaron finalmente a aquel tren que discurría a la altura de Baltimore y López, por fin, se percató de que debía abandonar su idea de pasar el fin de semana con su esposa en Nueva York en viaje privado y tomar, como así hizo, el primer vuelo hacia casa.
Su ausencia de liderazgo en aquellos momentos tan cruciales para la sociedad vasca ha pesado como una losa en la opinión pública, que interpretó aquella foto del tren como la señal de la desorientación e inhibición del lehendakari socialista en el proceso de paz. Pese a que más tarde, especialmente en campaña electoral, ha alardeado de haber traído la paz a Euskadi, sus decisiones en aquellos momentos fueron erráticas, hasta el punto de que el presidente de su partido, Jesús Eguiguren, le acusó de no haberse "achicharrado" lo suficiente por la paz. Por un lado, López descalificaba la Conferencia de Paz celebrada en el Palacio de Aiete, a la que se negó a acudir, mientras, por el otro, enviaba a aquel encuentro al propio Eguiguren y a Carlos Tororika, a la vez que el entonces consejero de Interior, Rodolfo Ares, se reunía de manera privada con Kofi Annan
Sin importarle estos precedentes López ha querido buscar rédito político del fin de la violencia: un claro exponente de ello es la fecha elegida para la jornada electoral del 21-O, el día siguiente del primer aniversario del anuncio de la banda armada. Hoy, doce meses más tarde, la sociedad vasca se encuentra en la víspera de las primeras elecciones celebradas sin la presión de la amenaza de ETA.
Pero el año transcurrido y la inminencia de la jornada electoral no han hecho mella en el discurso -al menos el público- del candidato del PSE a lehendakari de que fue acertado su viaje transoceánico en aquellos días críticos. Ayer mismo, en una entrevista a la Cadena Ser, reiteraba que no se ha arrepentido "ninguna" vez de haberse encontrado entonces en EEUU, "defendiendo a Euskadi", y en el Gobierno, "liderando una política para acabar con la violencia".
disolución En este último año, el Grupo Internacional de Contacto (GIC), liderado por Brian Currin, ha seguido trabajando para generar adhesiones a los principios de la Declaración de Aiete. Entre críticas a los Gobiernos español, francés y vasco por la ausencia de medidas que favorezcan el proceso de paz, ha calificado, al menos, como "paso adelante" el plan de reinserción de presos auspiciado por Mariano Rajoy. Otro frente abierto es la dificultad que tienen ETA y la izquierda abertzale tradicional en avanzar en el reconocimiento de las víctimas. Un año más tarde, las incógnitas siguen siendo muchas, como la fecha de la disolución de ETA.
Patxi López valoró el anuncio de ETA, hoy hace un año, a su llegada en tren a Nueva York. Foto: irekia
La ausencia de liderazgo del lehendakari en aquellos momentos tan cruciales ha pesado como una losa
Ayer mismo López reiteraba que no se ha arrepentido "nunca" de haberse encontrado aquel día en EEUU