Bilbao. Casi dos años de camino y todavía en el punto de partida. Lanbide celebrará el próximo mes de enero su segundo aniversario sin que se haya puesto en marcha efectivamente. La ansiada transferencia de las políticas activas de empleo a Euskadi se formalizó a principios de 2011 con el paro en máximos históricos. El Servicio Público de Empleo arrancó de la suma de las plantillas del antiguo Inem en la CAV, de Egailan y del propio Lanbide.

Se trataba de personas de acreditada experiencia en la intermediación laboral que sin embargo se han sentido ancladas a un modelo de gestión que les ha impedido despegar. Más allá de la crudeza de las cifras del paro, de las más de 160.000 personas sin empleo que viven hoy en la CAV y de la complejidad que entraña reinsertarlos en el mercado laboral, los funcionarios que tratan con ellos cada día consideran que la maquinaria no funciona porque está agujereada por importantes vicios en la gestión. Y aún reconociendo en algunos casos la fuerte implicación de Gemma Zabaleta en el proyecto consideran que el lastre ha sido demasiado pesado.

Las expectativas con las que se recibió la transferencia se han visto defraudadas. El germen del actual servicio vasco de colocación se remonta a 1993, cuando el Gobierno Vasco decidió lanzar Egailan, la Sociedad de Promoción de la Formación y el Empleo. Diez años después vio la luz Lanbide, nacido como respuesta a la resistencia del Estado a transferir las políticas de empleo en su conjunto, incluidas las prestaciones. El traspaso del Inem completó las piezas al puzzle.

Hoy, el hartazgo se suma a la impotencia en la atención a los parados. Un ejemplo pone de relieve esa situación. Hace unas semanas la persona responsable de una de las mayores oficinas de Inem de Bizkaia recibió a un autónomo que protestaba por el retraso que acumulaba la tramitación de una ayuda solicitada a principios de año. Antes de llegar al despacho de la dirección había reclamado por espacio de casi una hora las hojas de reclamaciones. Se mantuvo firme en su petición a pesar del intento del personal de ahorrarse el trance. Finalmente fue la propia dirección la que le aconsejó que acudiera a la Justicia en una conversación en la que reconoció deficiencias internas, su convencimiento de que era inútil presentar una reclamación y, para sorpresa del autónomo, cierta complicidad en sus críticas al sistema de colocación.

Gran parte de los problemas derivan, consideran dentro de esa casa los trabajadores que no se alinean con los socialistas, del intento de darle un acento propio a Lanbide. Revestido de ropaje de proyecto estrella por el propio Patxi López, el acuerdo inicial cerrado entre los gobiernos vasco y español fue reemplazado por uno más beneficioso para los intereses vascos arrancado por el PNV a Zapatero en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2010. Fueron momentos duros para el actual lehendakari, que quedó a los pies de los caballos por las urgencias del líder de su partido y amordazado para denunciar la traición de su propio jefe. También tuvo que asumir el éxito del partido de Iñigo Urkullu, que le puso en las manos un traspaso de 472 millones de euros, una cantidad superior a sus estimaciones pero a la que no ha sacado ningún lustre. Esa doble ración de hiel la digirió en privado. Posiblemente la elección de la figura jurídica de ente público de derecho privado para Lanbide en contra del parecer de todos los partidos y agentes sociales y de la tradición que habían respetado hasta entonces todas las autonomías responda a la necesidad de marcar esa impronta propia. Nueve meses después, el Parlamento obligó al Gobierno a asumir la estructura de organismo autónomo con un mayor control público. Es otro paradigma del devenir del Servicio Vasco de Empleo, que está jalonado por constantes polémicas.

La última, el fallo judicial que declara nulas ocho de los concursos de contratación y nombramientos dentro de Lanbide. ELA ha decidido poner en conocimiento de la Fiscalía los hechos sobre los que ya han fallado tribunales de los Contencioso Administrativo. Y pide que se depuren responsabilidades políticas, incluidas las del "jefe", el propio Patxi López.

También ha sido hecho público el bloqueo desde hace más de seis meses de los concursos de Orientación y Formación de Lanbide o la paralización de las ayudas que reciben los autónomos a la hora de montar un nuevo negocio. Ambas cuestiones están vinculadas a los problemas de tesorería del Gobierno. Hay que priorizar gastos y la atención a los parados o el apoyo al emprendizaje no entran dentro de las estrategias situadas en la primera línea del PSE.

Antes de llegar a este punto, se han sucedido todo tipo de problemas y polémicas. La división sindical vasca también ha echado raíces en Lanbide. ELA y LAB nombraron sus vocales en el consejo de administración con la intención de no acudir a las reuniones y que se reflejara en las sillas vacías su rechazo al proyecto por haber sido excluidos de su diseño. Argumentó el Ejecutivo que el servicio se gestó en la Mesa de Diálogo de Lakua, donde tampoco participan los dos sindicatos abertzales y otros sindicatos ocuparon su lugar. La cuestión acabó en los tribunales, que dieron la razón al consejo, pero el enfrentamiento se enquistó dentro de la actividad interna de Lanbide.

Después del verano, este periódico publicó varias informaciones sobre actuaciones controvertidas en la gestión de Lanbide. En esa casa, la plantilla ya habla de caos y observa con recelo los contratos que recibe Fondo Formación, una empresa que cuenta entre sus accionistas con Mikel Unzalu -parlamentario del PSE y candidato en estas elecciones como número cinco por la polémica lista de Araba, de la que han sido excluidos los renovadores y Gloria Múgica -directora de Innovación en el Empleo del Departamento de Zabaleta y esposa de uno de los hombres de confianza de Patxi López en Ajuria Enea-, junto a otros militantes socialistas. UGT también recibe subvenciones al tiempo que está presente en el consejo que toma las decisiones del Servicio de Empleo. No hay nada ilegal en esas cuestiones, pero han reforzado la sensación de que todo lo que se hace en Lanbide responde casi exclusivamente a los intereses socialistas. Lo que le ha valido al Servicio la consideración de el cortijo por parte de ELA.

Los cortocircuitos en la gestión se agravan con la carga de trabajo que ha supuesto a partir de enero de este año la gestión de la Renta de Garantía de Ingresos con la intención de propiciar la inserción laboral de los beneficiarios a pesar de que algo menos de la mitad está jubilado o no tiene capacidades para trabajar. Las tareas de adecuación de las oficinas y las primeras atenciones colapsaron algunas oficinas que se vieron obligadas a cerrar ante la imposibilidad de atender al público que hacía cola. La situación era por aquellas fechas, inicio de este año, tan preocupante que ELA y LAB, por una parte, y los doce directores de las oficinas de Lanbide más importantes de Bizkaia, por otra, enviaron sendas cartas a Zabaleta para mostrar su descontento y desacuerdo con la gestión

En la plantilla cunde la sensación de que en los 655 días que han transcurrido desde la puesta en marcha del organismo lo único que ha cambiado es el número de parados, constantemente hacia arriba. Uno de las grandes retos del futuro.

El recelo de la plantilla con la labor de la dirección ha crecido y lastrado el proyecto

La carta crítica de doce directores de Lanbide

a Zabaleta evidenció desajustes generales