Vitoria. La cohesión social es una clave vital para disfrutar de una convivencia sana, sin fracturas ni conflictos. Es el fruto de una inabordable suma de factores, muchos de los cuáles dependen de la actuación de los poderes públicos por lo que, especialmente en periodos electorales, se convierte también en un mantra recurrente en boca de los candidatos. En un reclamo vestido de objeto del deseo cuya concreción dependerá de las decisiones que cada gobernante tome después en ámbitos como la prestación de los servicios sociales o el diseño del sistema de recaudación que los debe hacer posibles. El objetivo: avanzar hacia una sociedad bien trabada, que se perciba como justa y que disponga de mecanismos suficientes para combatir problemas como la exclusión social o la pobreza. Construir en definitiva una comunidad que camine de la mano hacia y desde el bienestar compartido.
Sin embargo, en estos tormentosos tiempos en los que la psicosis de la crisis lo enturbia todo, muchas son las voces que advierten del riesgo de que los puntales del Estado del Bienestar -que cimentaban indiscutibles desde hace décadas y hasta hoy este camino- se estén ahora resquebrajando; cediendo a las presiones que alimenta la actual coyuntura y poniendo así en peligro esta igualdad entre ciudadanos. Pero, ¿es así? ¿Existe un riesgo real de que esté creciendo una brecha que separa a los ciudadanos en lugar de cohesionarlos? Y, sobre todo, ¿qué recetas tratarán de combatirlo?
Los cimientos
El 'modelo Cuerda'
José Ángel Cuerda, que fue alcalde de Vitoria por PNV y EA, pasa por ser uno de los padres de un modelo que luchaba por restañar las grietas sociales uniendo necesidades y respuestas desde los poderes públicos. De hecho, se llegó a acuñar el modelo Cuerda como parangón de una forma de abordar este reto que, en su caso, le llevó a completar con fondos de la capital alavesa el presupuesto que destinaba el Gobierno Vasco para cubrir las urgencias de los más necesitados e incluirles así en el Estado del Bienestar.
Pero cuando escasean los recursos, tiemblan las bases de este modelo, que incluso parece por momentos quedar cuestionado.
El propio Cuerda centra el debate al definirlo como una cuestión de dignidad, construida según explica para este diario desde la base de la libertad y la igualdad entre ciudadanos. Y afirma que sí; que comparte la sensación de que la cohesión social tejida en los últimos años puede estar en peligro si las "prioridades" de algunos políticos hacen temblar estas dos bases. "En estos tiempos de crisis, entiendo el mensaje de la austeridad, pero no que eso derive en recortar en ámbitos como la Educación". "Debería hacerse todo lo contrario, porque ahí está el futuro y hay que sembrar para recoger", apunta, además de plantear que se acorte la brecha que separa a los ciudadanos y "la casta política", y que se eduque "desde una cultura de paz en la que el desarrollo y respeto de los Derechos Humanos sea algo fundamental", como recetas para fortalecer la cohesión social a la que amenaza la coyuntura actual.
evolución
La legislatura de la recesión
Y es que ésta que ahora se apaga ha sido una legislatura marcada por los efectos de una de las más duras crisis económicas que han tenido que afrontar los vascos y sus instituciones, si bien desde el PSE, el partido al que le ha tocado lidiar con ella desde el Gobierno Vasco, se reivindica una gestión que ha permitido "hacer lo mismo con menos" preservando la prestación de los servicios básicos y manteniendo a Euskadi "a salvo de los recortes".
El Gabinete López situó al frente de la cartera de Empleo y Asuntos Sociales a una mujer de marcado perfil progresista: Gemma Zabaleta, que recientemente anunció su adiós a la primera línea política coincidiendo con el ocaso de la legislatura. Dos han sido los principales retos que ha tenido que afrontar: la puesta en marcha del nuevo Lanbide -hijo de la transferencia de las políticas activas de empleo arrancada a Zapatero por el PNV en las negociaciones presupuestarias- y la gestión de las políticas sociales en medio de la lluvia de recortes generalizados. Su fiscalización de las ayudas sociales alimentó las críticas a lo que, por ejemplo, Cáritas entendió como un recorte encubierto. Asimismo, la bajada este año de un 7% de la Renta de Garantía de Ingresos -la ayuda que se destina a quienes no reciben ningún ingreso-, la eliminación del servicio de atención jurídica a personas sin papeles, Heldu, o su gestión de Lanbide, despertaron críticas de sindicatos y agentes sociales.
Frente a ellas, los socialistas admiten que la bajada de la RGI ha sido "una de las decisiones más dolorosas" que han tenido que tomar, pero defienden con orgullo el conjunto de su acción de Gobierno en este ámbito. "Se han mantenido todos los servicios sociales básicos" pese a los recortes, afirman, y subrayan además actuaciones en pro de la cohesión social como la redirección de Osakidetza para centrar más esfuerzos en los enfermos crónicos, avances en el campo de la Educación pública como la introducción del trilingüismo y la informática en las aulas y, sobre todo, la apertura del melón de la reforma fiscal; a su juicio la clave a la hora de definir "qué tipo de país queremos tener y cómo queremos pagarlo".
el futuro
Recetas contra las amenazas
La mayoría de la sociedad vasca percibe ya que pilares del Estado del Bienestar que se daban por consolidados están ahora seriamente amenazados por una tendencia restrictiva que los lamina resquebrajando su vigencia. Cuenta de ello dan las últimas movilizaciones en contra de los recortes y la preocupación que comparte casi al unísono también la clase política.
En esta situación, la hora de las campaña electorales será también la de las propuestas que sólo el tiempo revelará como promesas vacuas o efectivas pautas de actuación. Por ahora, del ámbito en el que cada formación sitúa el acento a la hora de luchar para conservar y fortalecer la cohesión de la sociedad vasca, se adivinan prioridades y recetas para evitar que ésta se destrence.
El PSE, responsable del equipo de gobierno saliente, retiene su mirada en el origen; en la recaudación de los fondos que hacen posible la prestación de los servicios básicos que imbrican esta invisible tela de justicia social. Celebran que el debate sobre la reforma tributaria y fiscal se haya hecho un hueco en la agenda política y que esté en boca de sus diferentes protagonistas, aunque lamentan no haber sido capaces de encontrar socios para encarrilarla en estos tres años y medio. Asimismo, sitúan la lucha contra el fraude fiscal y las desgravaciones injustas, "por discrecionales", -donde creen que se podrían recaudar nada menos que 8,5 millones de euros-, como ejes de su propuesta, e insisten: "si López sigue gobernando, evitará que los recortes sean una realidad en Euskadi".
También los jeltzales acuden al origen de la situación para cimentar su respuesta, si bien en su caso centran el tiro en el paro: esa epidemia que se sigue cobrando víctimas obligándoles a recurrir a esos servicios sociales que deben garantizar la cohesión social, forzando a su vez los límites presupuestarios de estos. "La prioridad es crear empleo y evitar que la economía vasca caiga más para, a partir de 2013" volver a crecer "poco a poco", defienden. Y, en este sentido, sitúan el logro de mayores cotas de autogobierno como una garantía. Como el antídoto ideal contra la amenaza de vernos atrapados por una "recentralización" que, como recuerdan, está llevando incluso a los tribunales a quienes defienden el marco propio labrado para no aplicar los recortes impuestos desde Madrid y defender así la cohesión social de los vascos, y como la madre de las herramientas que habrá que utilizar en esta lucha. Una de ellas, señalan, un Lanbide que acusan al Gabinete López de no haber sabido exprimir respondiendo con "una gestión inadecuada y carente de la necesaria planificación" al paro: "el principal problema del país" hoy en día, reiteran.
Por último, para Euskal Herria Bildu la lectura es evidente: existe un claro ataque contra el Estado de Derecho apoyado en la excusa de la crisis, y también un creciente riesgo de fractura social que no responde a esta coyuntura, sino que viene de lejos. Del desarrollo del "capitalismo depredador" al que acusan de haber forzado a la política a anteponer los intereses de los poderes económicos a los de las personas y a sus derechos.
"De aquellos polvos, estos lodos", censuran desde la coalición, lamentando cómo "en la época de vacas gordas no se hicieron los deberes". Y es que, a su juicio, la situación actual es la consecuencia de haber mantenido por ejemplo una política fiscal regresiva "que carga la presión sobre los asalariados y no sobre los grandes capitales" y que, lejos de aprovisionar la nevera, la ha dejado temblando y a expensas de acometer recortes para llenar el vacío "dejando sin el imprescindible colchón a quienes más lo necesitan".
Por todo ello, EH Bildu pide que todos los partidos "pasen del eslogan electoral" a los hechos para invertir así la actual tendencia y avanzar de nuevo hacia una cohesión social "integral"; no basada sólo en "criterios economicistas" sino también de justicia social. "Demostrar que hay un modelo alternativo es el gran reto de la izquierda del siglo XXI", concluyen.