Madrid. Más allá del planteamiento ambiguo de crear "estructuras de Estado" para Catalunya, la cuestión para el president de la Generalitat es clara: o el Ejecutivo español acepta renegociar la permanencia de este territorio en el régimen común, o la Generalitat alentará las ansias independentistas recogidas en la histórica marcha de la última Diada (el pasado martes). Artur Mas lo planteó el miércoles desde Barcelona y ayer lo volvió a reiterar en Madrid, aunque tratando de evitar palabras como independencia o secesión y usando términos menos cargados políticamente como Estado o federación. La estrategia que seguirá para lograr el objetivo de un nuevo pacto fiscal (con el modelo del cupo vasco y el convenio navarro como horizonte), también la hilvanó ayer: la primera parada es la cita del día 20 con Rajoy en Madrid y, dependiendo de su resultado, su Ejecutivo se escorará o no hacia un discurso más independentista. Herramientas tiene y ayer también las puso sobre la mesa: adelantar elecciones (que previsiblemente cristalizarían en un Parlament mayoritariamente secesionista) y convocar un referéndum.

La pregunta no obstante es qué pasará si el Ejecutivo de Madrid y, por tanto, el Estado, acepta un nuevo pacto fiscal para Catalunya. ¿Podrá Artur Mas parar la ilusión creada en aquellos territorios en defensa de su independencia? Del discurso de ayer en Madrid del president se desprende que moderaría el tono de sus reivindicaciones hasta hacerlo asumible para el Estado: la "soberanía fiscal" sería la "primera estación del camino" hacia una "plenitud nacional" a la que no pone fecha.

En el caso contrario, el máximo responsable de CiU y de la Generalitat está dispuesto a seguir agitando la estelada (bandera independentista catalana). Preguntado por si hay plazos para la independencia de Catalunya, ha dicho que "es imposible ponerlos porque toda transición tiene sus ritmos", aunque añadió que a partir de la reunión del día 20 con Rajoy, "veré cómo se concreta el calendario".

mensaje En el marco de esta disyuntiva es en el que hay que entender el resto de su discurso en Madrid en el que justificó sus amagos secesionistas en demanda de un "Estado propio para Catalunya" apelando a la máxima de que existe un "sentimiento de fatiga mutua con España". A su juicio, el resto del territorio estatal no entiende que desde Catalunya "se ayuda todo lo que se puede, incluso más, mientras que la sensación en España es que solo pedimos y nos quejamos". Mas planteó si el conjunto de España puede "llegar a aceptar que Catalunya es una nación porque si se parte de ahí muchas cosas se pueden resolver, mientras que si se niega la evidencia no se resolverán". Por ello advirtió del peligro de "minimizar" lo que está ocurriendo, ya que "se cometería un grave error si se pensara que se trata de una fiebre al final del verano y que la temperatura va a bajar rápidamente". "El mandato de la población no se puede ignorar, al revés, hay que escucharlo y además encajarlo en el sentido de que lo peor que puede hacer un gobernante es cortar las alas de la ilusión de un pueblo. Lo dije y lo repito: Me identifico con el clamor popular de la Diada".