Barcelona sigue forrada de banderas. Un día después de la manifestación más numerosa que ha acogido la capital catalana la vida continuaba, pero el ambiente no era el de siempre. No era un miércoles normal ya que la ciudad absorbía lo que supone ser el primer día de clase de millones de niños. Algunos de ellos estuvieron anteayer en la manifestación y comentaban "nos hemos buscado en las fotos de los periódicos y no nos hemos encontrado". La repercusión mediática de la jornada vivida el martes ha abrumado a la mayoría. Las declaraciones del Presidentde Generalitat, ArturMas, a primera hora de la mañana tampoco dejaron indiferentes a nadie, para bien o para mal.
Helena Terrones seguía ayer tan emocionada como estos últimos días. "Pensaba que transcurrida la manifestación, el estado de nervios se relajaría, pero no, sigo tan nerviosa como las últimas semanas" explicaba. "Señal de que no será solo flor de un día, ¿no?". A sus 55 años ha ido a todas las manifestaciones del 11 de septiembre que ha podido, pero esta, por su trascendencia, la ha vivido más intensamente. Es una independentista convencida y así lo ha transmitido a sus hijos. "Espero que a mis nietos no haga falta.." bromeaba. Helena se consideraba muy decepcionada con la clase política catalana. Consideraba que la mayoría de los políticos no han estado a la altura de las necesidades de Catalunya, y no confíaba demasiado en que ahora lo estén. Sin embargo, no era pesimista. Consideraba que "un elemento como la Assamblea Nacional Catalana era necesaria y se ha convertido en imprescindible: gente comprometida, transversal y con un objetivo muy claro".
Muchos niños vestían ayer camisetas reivindicativas de color amarillo contra los recortes en educación. Así iba Iván, el hijo de Zulema Coria, mientras esperaban el metro para volver a casa. Ellos no fueron a la manifestación, pero los compañeros de clase de Iván se lo contaron todo. "Que cantaban, que bailaban y que gritaban mucho, se lo pasaron muy bien, yo no sabía que era una fiesta eso" explicaba el niño. Su madre confesaba que la pilló por sorpresa la magnitud de la manifestación. "No compartimos la idea de la independencia, pero no nos imaginábamos que lo de ayer fuera lo que fue, pensábamos q habría menos gente y que habría disturbios". En la estación de metro de Sagrera era recurrente el tema de conversación: de donde a donde pudo andar la gente, lo poco que pudieron caminar.
El ambiente no era el de siempre, no. Se respiraba una especie de alegría contenida pero también una tensa expectación por lo que puede pasar a partir de ahora. Marc Sisteró, estudiante de último curso de Biología, explicaba que fue a la manifestación con sus compañeros de facultad. "Parece mentira que con tanta gente te puedas encontrar con alguien conocido y precisamente nos fuimos a encontrar con quien menos esperábamos" explicaba asombrado. Marc señalaba que descubrió a uno de sus profesores coreando proclamas independentistas y a unos antiguos vecinos de los que nunca habría pensado que podían ser partidarios de la independencia. Marc estaba emocionado con los acontecimientos que se viven en Catalunya estos últimos meses. Consideraba que las valoraciones de los políticos son relevantes en su justa medida. "Todo lo que se tenía que decir ya está dicho, la voz que cuenta es la de las miles de personas que salieron a la calle. Lo que más temen ahora en Catalunya es el olvido.