Bilbao
eL consejero de Interior ha hecho las maletas "con la satisfacción del deber cumplido". Si el lehendakari ya optó por quitar hierro al adelanto electoral asegurando que había materializado todos sus compromisos, Rodolfo Ares dejó sobrevolar ayer esa misma idea al despedirse aludiendo al cese de ETA. Fue en las últimas líneas de su discurso donde abordó un capítulo que buena parte de la oposición considera clamorosamente abierto: el caso Cabacas. Desde que el joven muriera el 9 de abril a consecuencia de un pelotazo de goma disparado por la Policía vasca, Interior no ha hecho pública conclusión alguna sobre la investigación activada en el seno de la Ertzaintza ni ha asumido ninguna responsabilidad política o policial en forma de dimisión.
Ares ha despachado las acusaciones de oscurantismo parapetándose en la investigación judicial en curso, con la que ayer aseguró estar colaborando "plenamente" pese a las voces que han apuntado en la dirección contraria. Al margen de los tribunales, también el Ararteko ha lamentado que Interior no le hiciera llegar el atestado del operativo para determinar eventuales responsabilidades administrativas. El socialista, por su parte, volvió a defenderse ayer aludiendo a su "convicción" a la hora de impulsar "todos los cambios y medidas necesarias" para evitar que el suceso se repita.
El caso se remonta a los incidentes que se habrían registrado el 5 de abril en Bilbao tras el partido entre el Athletic y el Schalke 04. Según la versión de Interior, la Ertzaintza recibió varias llamadas que alertaban de la existencia de un herido pero, al desplazarse al lugar, habría sido recibida con botellazos. Los agentes comenzaron a cargar para dispersar a los presentes. Iñigo Cabacas habría resultado herido en esa carga, ya que el informe forense acreditaba que las heridas que le sumieron en un profundo estado de coma fueron ocasionadas por una pelota de goma. Cuatro días después, moría a los 28 años de edad.
dos vías A partir de ese momento, las actuaciones para esclarecer el caso se dividieron en dos: por una parte, un juzgado bilbaino se encargó de abrir de oficio una investigación y, por otra, Interior activó una comisión en la Ertzaintza para arrojar luz sobre los hechos. Ares compareció una semana después de los incidentes en el Parlamento, aunque no contribuyó a despejar las incógnitas: asumió toda la responsabilidad política pero no dimitió, y desplegó un catálogo de medidas preventivas -como la sustitución de las pelotas de goma- que fue visto como una cortina de humo para tapar la ausencia de datos concluyentes sobre la muerte del joven.
Pese a que Ares se jactara ayer de que las medidas están "en marcha", el proceso para sustituir el material por otro menos lesivo tampoco está siendo una balsa de aceite. Un agente resultó herido tras explotarle un cartucho impulsor, y las prácticas han sido postergadas hasta en dos ocasiones -la primera de ellas, por falta de material-.
Aunque partidos e instituciones optaron en un primer momento por ofrecer un periodo de gracia a Lakua, la clase política comenzó a revolverse tres semanas después del fallecimiento ante la ausencia de revelaciones de peso. Ares se vio obligado a comparecer nuevamente en el Parlamento dos meses después de la muerte de Cabacas, y terminó coprotagonizando un intenso rifirrafe con el PNV. Los jeltzales, que le habían interrogado sobre la marcha de la investigación interna, se fueron con las manos vacías. El socialista se escudó en la investigación judicial y admitió que el expediente de la Er-tzaintza había sido congelado a la espera de que la justicia se pronunciara, tal y como prescribe el reglamento de los agentes.
Sin embargo, su actuación ante la investigación judicial tampoco ha estado exenta de controversia. En ese sentido, la abogada de la familia, Jone Goirizelaia, acusó a Ares de no haber facilitado al juzgado "toda la información disponible", y sostuvo que los cinco ertzainas puestos a las órdenes de la jueza no han realizado aún ninguna aportación. El padre de Iñigo, Manuel Cabacas, por su parte, censuró a Ares por "esconderse" y "no aportar nada". La polémica llegó a su cenit cuando salió a la luz que Interior habría ofrecido a la familia la posibilidad de llegar a un acuerdo económico para poner fin al proceso judicial. En cuanto a las revelaciones del proceso, el socialista no habría tenido mayor fortuna, ya que los testigos negaron la presencia de ultras y encapuchados en la noche del incidente.