MADRID. Don Juan Carlos ha tropezado esta mañana en el Estado Mayor de la Defensa, ha caído al suelo y ha sufrido algunos hematomas en la nariz y en la barbilla, si bien el accidente no le ha impedido proseguir con los actos previstos y ha presidido, sonriente, la reunión de la cúpula del Ejército recientemente renovada.
Más grave fue el accidente que el pasado 13 de abril le causó la fractura de la cadera derecha mientras participaba en una cacería a la que había sido invitado en Botsuana.
Al día siguiente fue operado en Madrid para implantarle una prótesis en la cadera, aunque doce días después tuvo que volver a ser intervenido en el mismo centro hospitalario para reducir una luxación en el mismo lugar.
En otra cacería, en esta ocasión en octubre de 1988 en Suecia, el monarca recibió un golpe en un ojo, lo que le obligó a usar un colirio y a ponerse gafas oscuras.
Por ello, el rey Juan Carlos asistió en noviembre de ese año a la entrega del Premio Carlomagno con el ojo amoratado.
El rey es un gran aficionado a los deportes y, en especial, al esquí, pero su práctica le ha jugado alguna mala pasada.
Ya en 1977, Don Juan Carlos sufrió un golpe en su yate Fortuna que le produjo dolores de espalda y le obligó a visitar al radiólogo en Palma de Mallorca.
Cuatro años más tarde, en junio de 1981, el rey se golpeó contra una puerta de cristal después de jugar un partido de squash con el tenista Manolo Santana en la pista del palacio de la Zarzuela.
Un mes tuvo que estar escayolado porque el cristal le cortó un nervio radial y tuvo que ser intervenido.
Más grave fue la fisura de pelvis que en enero de 1983 sufrió el rey tras resbalar mientras esquiaba en la estación suiza de Gstaad, una caída que le obligó a guardar cama durante un mes y a usar bastones y un corsé pélvico durante el período de recuperación.
Posteriormente, fue intervenido en una clínica de Barcelona para extirparle una fibrosis que se le había formado.
Algunas lesiones leves le provocó otra caída en las navidades de 1989 en la estación de esquí de Courchevel (Francia), donde tuvo que ser atendido, al igual que dos años más tarde cuando esquiaba en Baqueira Beret, en Pirineos, después de ser derribado involuntariamente por otro esquiador, lo que le afectó al platillo tibial externo de la rodilla derecha.
Como consecuencia de esta lesión, don Juan Carlos fue intervenido en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid y tuvo que usar muletas hasta abril de 1992.
En febrero de 1995, don Juan Carlos sufrió una fisura en la zona próxima a la muñeca derecha tras resbalar en una placa de hielo cuando volvía de esquiar en la estación invernal de Candanchú.
De este modo, se vio obligado a acudir con el brazo vendado a la boda de la infanta elena que tuvo lugar el 18 de marzo de ese año en Sevilla.
En otras ocasiones, el rey ha tenido algún pequeño tropiezo o traspié sin consecuencias, como el 29 de mayo de 2008 cuando perdió el equilibrio al bajar las escaleras del escenario donde presidía la cena del 50 aniversario del Círculo de Economía celebrado en Barcelona, pero no llegó a caer al ser sujetado por algunas personas.
Durante una audiencia a los integrantes del Consejo de Presidentes de la Confederación de Empresas Europeas, que tuvo lugar en junio de 2010 en el Palacio de la Zarzuela, Don Juan Carlos tropezó con un escalón, aunque no llegó a tocar el suelo.
Un pequeño accidente doméstico en noviembre del año pasado, también en el Palacio de la Zarzuela, le causó un hematoma en el ojo izquierdo, si bien la lesión no le impidió proseguir su actividad oficial pública.