vitoria. 75 escaños. Es la tarta que se repartirá en las próximas elecciones autonómicas. 75 escaños adjudicados a partes iguales entre los tres territorios; un sistema electoral siempre bajo el manto de la controversia que genera abultados desequilibrios y que, unido a una escena política redistribuida entre cuatro actores principales -siempre con la opción abierta de que un secundario se cuele en la obra y, dado el habitual equilibrio de fuerzas, pueda atribuirse un papel decisorio-, va comenzando a definir algunos aspectos de la futura batalla electoral.

Aún sin fecha para los comicios, pero convencidos el lehendakari y el PSE de que salvo algún vuelco político que venga de Madrid o algún cataclismo económico en Euskadi la cita con las urnas será en tiempo y forma -es decir, previsiblemente finales de febrero o comienzos de marzo de 2013-, parece que la refriega electoral tendrá dos teatros de operaciones fundamentales, en función del partido político. Por un lado, el clásico alavés. Por otro, el disputado vizcaíno.

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La batalla de siempre

Araba siempre es una plaza codiciada en las autonómicas por una razón muy simple: sus 25 parlamentarios son más baratos en términos de votos que los vizcaínos o los guipuzcoanos. Por ejemplo, en los últimos comicios al Parlamento Vasco, en marzo de 2009, UPyD logró su escaño en Álava con 5.990 sufragios, mientras que EB en Bizkaia logró 20.080 papeletas y se quedó sin representación.

Una circunstancia lo suficientemente atractiva como para que los partidos dediquen buena parte de sus esfuerzos al territorio alavés. Especialmente formaciones como PSE y PP, que tienen en Álava el sustento de sus éxitos electorales. En 2009, los socialistas vascos lograron por este territorio nueve parlamentarios. Sin haber conseguido el objetivo de compensar en Araba la brecha con el PNV en Bizkaia, lo cierto es que al menos maquillaron algo la diferencia.

Entonces, el PSE logró un resultado muy equilibrado entre los tres territorios; pero ahora entrará en juego un cuarto actor, EH Bildu, lo que hace prever que la tarta guipuzcoana esté mucho más repartida y sea prácticamente imposible lograr los ocho escaños de hace tres años -la prospección electoral del Euskobarómetro del pasado noviembre apuntaba entre nueve y diez escaños para la izquierda abertzale por siete del PNV y cinco del PSE-. Un escenario similar, aunque en este caso en favor del PNV, al que puede presentarse en Bizkaia, por lo que aferrarse a Araba será sin duda una de las estrategias a seguir para los socialistas vascos. De ahí que se haya especulado con la posibilidad -nada descabellada según admiten fuentes del PSE, que insisten no obstante en que el proceso de elaboración de listas electorales no se ha activado- de que sea el propio Patxi López, en un gesto inédito, quien lidere la candidatura del PSE de Álava.

Para los populares, el peso del territorio alavés es determinante: seis de sus trece parlamentarios lo son por Álava. Tradicionalmente, el partido que gobierna en La Moncloa es el que, de los dos, arrastra más respaldos en Araba, así que ahora le tocaría al PP rentabilizar esa presencia... De ahí las prisas por la convocatoria de elecciones -la necesidad de huir del efecto del desgaste que los recortes del Gobierno Rajoy pueda tener sobre el PP vasco-. De ahí también la campaña del alcalde de Gasteiz, Javier Maroto, pero también del diputado general alavés, Javier de Andrés, contra el Gobierno de Patxi López a cuenta de la financiación del programa de alquiler de bicicletas o el denominado canon de capitalidad, por ejemplo.

Pero al menos los sondeos no vaticinan que estos objetivos de populares y socialistas vayan a ser fáciles. Es más, cumpliendo con la tradición, auguran una apretadísima noche electoral. El Euskobarómetro de noviembre dibujaba prácticamente un empate técnico entre PP, PNV, PSE e izquierda abertzale, con diferencias porcentuales en voto estimado que no superaban los cinco puntos.

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Marcar la diferencia

El otro punto de interés parece perfilarse esta vez en Bizkaia. Primero porque los cuatro cabezas de lista son vizcaínos pero, sobre todo, porque Euskal Herria Bildu parece haber puesto muchas de sus grandes aspiraciones en estas elecciones en este territorio. Una de las condiciones que debía cumplir su candidato a Ajuria Enea -por cierto, que la izquierda abertzale no solía designar históricamente un aspirante a Lehendakaritza- era, precisamente, ser vizcaína. La elegida, Laura Mintegi, aunque de origen navarro reside en Bizkaia desde la infancia y su perfil soberanista está alejado de radicalismos, siguiendo el perfil marcado en la designación en su momento de Iñaki Antigüedad como líder de la candidatura al Congreso de Amaiur.

Esta elección de EH Bildu parece confirmar que será en Bizkaia donde la coalición soberanista intentará el asalto a Ajuria Enea, segura de aguantar con holgura su feudo de Gipuzkoa a pesar de los primeros problemas a los que se está enfrentando el Gobierno de Martin Garitano y con la posibilidad al alcance de la mano de lograr un buen resultado en Araba, a tenor de las últimas citas electorales. En otras palabras, EH Bildu parece dispuesto a hacer sudar al PNV y a su candidato, Iñigo Urkullu, para conservar su granero de votos: de sus actuales 30 parlamentarios, doce lo son por Bizkaia.

El perfil de Laura Mintegi, sin historial de actividad político-institucional que le hipoteque, es susceptible de poder pescar en caladeros nacionalistas que en otros momentos tuvieran reparos al voto a la izquierda abertzale por la pervivencia de ETA. La prospección electoral del Euskobarómetro justo después de las elecciones generales de noviembre preveía una clara victoria jeltzale en Bizkaia -nueve escaños- por cinco o seis de la izquierda abertzale, que se situaría como segunda fuerza del territorio. Jeltzales y socialistas serían los principales damnificados en relación a 2009 por la entrada de EH Bildu en la contienda.

El inevitable reparto entre un actor más devuelve el interés a Álava. Si para socialistas y populares es vital el resultado en este territorio, para el PNV no lo será menos. El estrecho margen en el que parecen moverse los cuatro grandes partidos en Araba puede ser la pista de aterrizaje perfecta para decantar las ventajas obtenidas en alguno de los otros dos territorios o para compensar las desventajas. Por eso el PNV alavés moviliza ya a los suyos para intentar echar el resto en esta cita, tratar de conjurar su reciente crisis interna y defender su posición en Araba.

La pugna vizcaína tiene un segundo atractivo, a efectos prácticos quizá no tan trascendente, pero sí significativo: Bizkaia concitará el cuerpo a cuerpo, previsiblemente, de tres de los cuatro aspirantes a la Lehendakaritza: Urkullu, Mintegi y Basagoiti, siempre que López se decante finalmente por liderar la candidatura del PSE en Álava. Este paso, además de quizá evitar que vuelvan a agitarse las aguas de la contestación interna en el socialismo alavés en un momento tan delicado, podría evitar a López la simbólica imagen de tener que verse superado en la noche electoral por otros dos candidatos.

Y, por su parte, Gipuzkoa, tras el derrumbe de socialistas y jeltzales en las últimas elecciones forales y municipales y pese al desgaste que pueda acumular Bildu por su primer año de gestión, parece lejos a día de hoy de plantear ningún problema a la mayoría de que disfruta la coalición EH Bildu: el Euskobarómetro le otorgaba a la izquierda abertzale unos diez parlamentarios guipuzcoanos de los entre 19 y 22 totales, más o menos los mismos que le concedía la proyección de los resultados forales en el caso del Parlamento Vasco.