Vitoria. "Hemos gastado mucho tiempo en buscar un mirlo blanco y el mejor candidato lo teníamos en el despacho", confesaba aliviado un importante dirigente jeltzale. El Euzkadi Buru Batzar y todo el cuerpo del PNV por extensión se aliviaron ayer la monumental migraña que ha martilleado a sus dirigentes, a sus afiliados, a sus simpatizantes e incluso a sus adversarios políticos. El partido ya tiene candidato a lehendakari. Ya tiene gato, la metáfora que utilizaba Txema Montero en uno de sus artículos. La formación ha despejado la penúltima incógnita de la política vasca para la era post López (la última la aborda hoy el Tribunal Constitucional con el futuro de Sortu), una necesidad acrecentada en las últimas semanas por la ruptura del pacto entre PSE y PP y el desmoronamiento de lo que quedaba de Gobierno del cambio.
Como casi todos los procesos internos del PNV, la gestación del candidato se ha parecido más a una ecuación de segundo grado que a una mera elección de la persona más adecuada. El jarrón requiere delicadeza. La comisión encargada de proponer el nombre ha desempeñado un trabajo muy importante, subrayan las fuentes consultadas por este periódico. Pasar de lo etéreo a un nombre. Un reto por etapas. Las siete personas encargadas de proporcionar un hilo a la militancia (los cinco presidentes de las ejecutivas territoriales, la secretaria del EBB y el responsable de Organización) han analizado el posicionamiento actual del PNV, el de sus principales adversarios -Bildu, sin duda-, han oteado los posibles caladeros de votos nuevos -atraidos bien por ese candidato o por el voto refugio del momento- y han determinado el perfil del candidato que mejor podía encarnar esos anhelos. También han tenido en cuenta la opinión de la militancia, que ha aportado sus nombres, facultad recogida en los propios estatutos de la formación nacionalista. "Siempre crees que manejas los nombres que pueden ser, pero está bien cotejarlos con la afiliación", valoran desde Sabin Etxea. El análisis de la coyuntura y los objetivos inmediatos imponían un perfil claro: un candidato sin demasiadas aristas, un nombre con raíces abertzales incontestables y que, rizando el rizo, también fuera valorado por el resto del electorado, sobre todo el que no vota PNV y quizá en las próximas elecciones autonómicas sí lo haga. El PNV ha recurrido a estudios sociológicos externos para testar la reacción a los nombres que formaban parte de ese amplio abanico de posibles en la sociedad vasca. Se trataba de cotejar en la base real, en la calle, en los posibles votantes, que su opinión sobre las personas coincidía con la que se tenía en el pentágono. Y con un acicate imprevisto: que las elecciones pueden ser más pronto que tarde y el manual electoral indica que para casos así se necesitan voluntarios con una notoriedad elevada, conocidos entre el gran público a primera vista.
Tocó afrontar otra reflexión, no menos importante en el PNV: sopesar los equilibrios internos, el cómo puede sentar uno u otro, y enfrentarlo con la realidad externa, la necesidad de ganar unas elecciones para intentar formar un gobierno que ponga la proa del país hacia un norte más halagüeño. Se impuso lo segundo por encima de las suturas del jarrón. Y entre tanta teoría, el plazo empezaba a agobiar de verdad. Aunque públicamente el EBB se había dado hasta el día 28 para anunciar su propuesta de candidato, internamente se había conjurado para que no pasara de ayer.
La comisión se reunió al mediodía con el elegido, Iñigo Urkullu, y le trasladó su propuesta formal para que sea el candidato del PNV. Mientras, el resto de miembros del EBB comía y esperaba la decisión. Un gesto que rubrica la importancia de los detalles: el EBB esperó a que llegara un miembro que no se encontraba en Sabin Etxea para que la designación de Urkullu fuera por unanimidad. Según cuentan, pocas o ninguna alharaca del ya candidato ante sus compañeros. "Él es muy estricto con el reglamento interno y sabe que lo que se ha hecho es una propuesta del EBB que se enviará a las bases para que la ratifiquen los afiliados. Todavía no es su proclamación como candidato. Quedan otros 45 días de proceso", razonan.