bilbao. A lo largo de su conferencia ha mantenido tesis como que política es posibilismo y que la paz no es la reconciliación.
Mi trabajo como historiador me ha llevado a la conclusión de que las políticas del todo o nada no conducen a ningún lugar, o que imponer las verdades no funciona. No solo cuando los malos intentan imponerse sobre los buenos, sino también cuando los que se supone son los buenos intentan imponer lo suyo. Hay que intentar entrar en el pellejo del otro. En nuestro conflicto israelí-palestino hay que entender que es lo imprescindible para la otra parte. Hay que buscar el camino. Si una paz satisface a uno al cien por cien es peligrosa porque no acaba de satisfacer al que está enfrente.
Han pasado seis meses desde el anuncio de ETA. ¿Usted cree que es irreversible esta decisión?
¿Cuáles son las condiciones que crean el fin de un conflicto? Primero cuando llega el momento en el que uno dice este camino no me lleva a ninguna parte. Y otra cuestión es cuando se achica el espacio social e internacional. Imagino que ETA se ha quedado sin espacio.
¿ETA debe anunciar su disolución?
Lo que se ha logrado aquí es histórico. Lo primero es que ya no hay muertes. Y de eso se trata en primer lugar. No tengo la más mínima duda de que este país camina hacia una paz real. Tengo la sensación de los movimientos de este tipo [ETA] se diluyen en el tiempo. No se suele realizar una declaración histórica anunciado la disolución. Siempre que no haya arsenales. Por eso está aquí lo de la verificación, aunque sé que por alguna parte no se quiere que intervengan.
Pero son gente reconocidos internacionalmente. ¿Es importante que intervengan?
Claro que es importante. Son gente a la que conozco en su mayoría, pero... Si yo fuera español... Prefiero no opinar.
¿Qué papel deben jugar las víctimas en la resolución de conflictos?
Genéricamente diría que hay que pensar mucho en las víctimas, las de ahora y las potenciales del futuro. A las víctimas se les debe dar el mayor nivel de justicia posible. Lamentablemente nunca será total, pero los líderes deben pensar en evitar las potenciales víctimas del futuro. Los políticos tienen que gobernar y tomar decisiones duras, para eso les elegimos. Para que sean capaces de tomar esas decisiones.
¿Es obligatorio pedir perdón?
Difícilmente se puede hacer cuando el conflicto está caliente, pero tampoco hay que descartarlo. Por ejemplo, creo que uno de los fallos de los líderes en el conflicto arabe-israelí es esa incapacidad de asumir sus responsabilidad. Ese tipo de compensaciones morales son vitales para la resolución de conflictos.
¿Cuál debe ser el relato?
La historia dice que se impone el relato de quien gana. Pero luego querrá aparecer el relato de la otra parte y eso es algo natural. Nosotros vemos a los terroristas palestinos como lo peor que uno se puede imaginar, pero para ellos son héroes nacionales.
¿Cómo se desatasca un conflicto?
Veo menos importantes a las sociedades que a los líderes, que son la clave. Si los líderes no se inhiben y hacen gestos históricos, la gente los aceptarán. La paz la hacen los líderes. De Gaulle hizo la paz en Argelia. Jamás nadie pudo pensar que Ariel Sharon, que construyó asentamientos, los iba luego a desmantelarlos. En situaciones de conflicto prefiero a ese tipo de líderes, los que son capaces de tomar decisiones.