Vitoria. La sangre llegó finalmente al río y la Ejecutiva de Aralar tomó ayer la decisión interna más dramática de sus 10 años de historia: la que se salda con la expulsión del partido de nada menos que su portavoz parlamentaria, Aintzane Ezenarro, y de Mikel Basabe y Oxel Erostarbe; los dos parlamentarios que le siguieron en su decisión de rebelarse ante el dictado de su propio partido erigiéndose en guardianes de sus esencias para apoyar la creación de una ponencia de paz que Aralar rechazaba por excluir la participación de la izquierda abertzale ilegalizada.

Ha sido un proceso largo y duro de asimilar en una formación que no se ha cansado de alertar a sus hasta ayer compañeros de las "consecuencias" que podía tener su actitud. "Dolor", "tristeza",... El listado de calificativos con los que su dirección ha mostrado su disgusto por verse abocada a tomar esta decisión ha sido largo y variado. De hecho ayer, en la escueta nota en la que dio cuenta de su decisión, la Ejecutiva decía haberse "visto obligada" a afrontar este plato de mal gusto tras constatar su Comisión de Garantías que sus tres compañeros se habían "autoexcluido voluntaria e intencionadamente" de Aralar al contravenir tanto la disciplina interna de la organización como sus propios principios fundacionales.

El dictamen final no dejó lugar a dudas: "haber desoído el mandato dado por esta dirección en cumplimiento de las decisiones asamblearias" supone una "falta muy grave" que, consecuentemente, merece la máxima sanción: la tramitación de su "baja administrativa", es decir, de su expulsión. Y es que el reglamento interno de Aralar es muy claro al subrayar que sus representantes institucionales deben "guardar disciplina de voto" con lo acordado en los órganos de dirección. Especialmente cuando se trata de una cuestión "estrechamente ligada a los fines o a las bases ideológicas del partido", como ayer recordaban que es el principio de no exclusión tratando así de rebatir la defensa de los críticos, que pasa por mantener que no son ellos los que han traicionado la ideología de Aralar sino la propia Aralar.

La brecha que ahora ha terminado en divorcio se reveló descarnada ante el nacimiento de la ponencia de paz pero venía de antes; del mismo momento en el que las bases entendieron que había llegado el momento de reencontrarse con la otra sensibilidad de la izquierda abertzale para trabajar juntos en la construcción de un país en paz tejido desde la izquierda. El viraje del trasatlántico de este mundo lejos de las revueltas aguas de la violencia impulsaba esta apuesta, pero los críticos nunca compartieron este camino.

Bandera caída La expulsión de Ezenarro supone el adiós de quien ha sido la principal bandera de Aralar en la CAV desde que se desgajara de Batasuna. Llegada desde las aguas de Elkarri, pronto se sintió cómoda en un proyecto que presentaba una alternativa que pasaba por romper con toda violencia. Sin embargo, su particular forma de entender el trabajo por la paz, que fue su tarjeta de entrada en Aralar, es paradójicamente la que supone ahora su acta de defunción política. Al menos dentro de este partido, ya que las especulaciones sobre su futuro son muchas y, preguntada al respecto en una entrevista para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA tras el estallido de esta crisis, se limitaba a responder: "la vida es muy larga".

Ahora los tres parlamentarios deberán desvelar sus intenciones de futuro, aunque ayer anunciaban que no se atropellarán y "pensarán bien" qué hacen, mientras lamentaban que la comunicación de esta expulsión les llegara "por e-mail" y sin haber escuchado las alegaciones que querían hacer en persona a la Ejecutiva.

Ésta, en todo caso, insiste en que entreguen sus cargos al partido que se los proporcionó poniéndoles al frente de sus listas y sufragando su campaña. "El transfuguismo es una de las corrupciones de la política y es responsabilidad no sólo de quienes se quedan con el puesto político habiendo sido elegidos en un partido que han abandonado sino también de los que se aprovechan", advertía tajante el líder de esta formación, Patxi Zabaleta, previendo el escenario que se puede crear una vez consumada la ruptura .

Sin embargo, el grupo de Ezenarro se ha mostrado esquivo sobre si pondrán sus cargos a disposición del partido. "Nosotros nos debemos sobre todo a nuestra conciencia", sostenía la propia Ezenarro, por lo que la decisión final queda únicamente en manos de esa "conciencia" a la que aludían, que será el filtro que les llevará a retener su grupo aun fuera de Aralar, o a hacer un postrero alarde de dignidad y fidelidad al que ha sido su partido devolviendo sus actas como éste les exige.