Bilbao. La celebración del Aberri Eguna, que año tras año está sobrada de alicientes, contó ayer con un superávit de elementos de interés. A las efemérides redondas -80 años de su primera edición y 75 años de los bombardeos de Durango, Eibar, Bilbao, Gernika, etc.- se suma el hecho de que fue el primer Aberri Eguna tras el fin definitivo de la actividad de ETA y el último antes de las próximas elecciones autonómicas. Si a todo ello se añade el contexto del regreso de la izquierda abertzale a las instituciones, las grietas en el pacto PSE-PP y el Gobierno de Mariano Rajoy intentando navegar en la tormenta perfecta de la crisis, se dan todos los ingredientes para una coctelera especialmente agitada.
El encargado de poner orden para servir un combinado digerible fue el presidente del Euzkadi Buru Ba-tzar, Iñigo Urkullu. Unas gotas de emotividad, otras de compromiso, junto con las necesarias dosis de crítica y programa político dieron forma al Aberri Eguna del PNV en la Plaza Nueva de Bilbao. Una celebración que se extendió a muchos lugares de Euskadi y del mundo, pero que estuvo ausente en un punto en concreto: Ajuria Enea. De este modo, Urkullu fijó como el principal reto de su partido "la recuperación de un Gobierno comprometido con este país, liderado por un lehendakari que piense y que esté en Euskadi, que celebre el día de su patria, el Aberri Eguna".
"Lo que Euskadi necesita realmente es un nuevo Gobierno", resumió ante la multitud congregada el líder jeltzale, que estuvo respaldado sobre el escenario por todos los integrantes del EBB y numerosos cargos del partido. Como ejemplo del presente a cambiar se refirió al "tándem López-Basagoiti". Ambos, "piloto y copiloto, se montaron en el coche del cambio. ¿Y qué han hecho? Metieron mal el cambio y el coche va marcha atrás", aseguró en el Aberri Eguna más intenso de los últimos años, en el que los aplausos de los militantes acompañaron su discurso de forma constante.
"El coche no se mueve porque no saben ni dónde está el volante", insistió Urkullu. Así, como guía del futuro Ejecutivo de Gasteiz situó a su partido, el PNV, formación a la que definió como "el motor de Euskadi. Quien hace que esta nación avance es el PNV. El motor siempre en marcha y Euskadi siempre adelante". Los reproches hacia el lehendakari socialista regresaron y censuró que, en lugar de celebrar "el día de su patria", se dedique a ir "de campaña en campaña. Es el lehendakari de la campaña permanente, buscando el aplauso de España en lugar del compromiso con Euskadi, pensando más en España que en Euskadi".
Falta de rigor El presidente del EBB explicó que "unos han tenido la oportunidad de demostrar que sabían gobernar, y su falta de compromiso, de rigor, de ideas, ha dañado seriamente la solvencia y la seriedad de nuestras instituciones. Han echado casi por tierra treinta años de trabajo bien hecho". Por ello, resumió que "ese es el resultado del cambio, el cambio a peor", provocando de nuevo los sonoros aplausos de los presentes.
Socialistas y populares no fueron, sin embargo, los únicos destinatarios de las críticas de Urkullu. Sin citarla, también dedicó duros reproches a la izquierda abertzale. "Otros regresan al mapa institucional con el impulso de haber estado encorsetados en una burbuja de aislamiento. Han emergido con brío, agitados por el victimismo y el alumbramiento de un nuevo tiempo sin tutelas. Ahora abrazan una realidad que ellos mismos habían negado y combatido. Quieren hacer creer que el mundo comienza con ellos, y pretenden gobernar a golpe de consigna", les recriminó.
La realidad es, prosiguió, bien diferente. Según su parecer, los empresarios y los proyectos que esperan el apoyo institucional frente a la crisis "se desesperan ante unos dirigentes más preocupados por la pancarta que por la gestión". Así, censuró que los miembros de las coaliciones Bildu y Amaiur "van de reflexión en reflexión hacia la parálisis total. Son patronos que llaman a la huelga, manifestantes de coche oficial y moqueta. Representan y defienden el pasado, un pasado revolucionario ya superado en todo el mundo".
Construcción nacional Pese a este complicado panorama, Iñigo Urkullu quiso alumbrar un futuro de esperanza. "No hay lugar para el desánimo -aseveró-. El tiempo de la incapacidad se ha acabado. Ha terminado la fase de un Gobierno indolente. Necesitamos que el país vuelva a funcionar como lo hizo. Con sacrificio, trabajo, ingenio, voluntad y afán de superación". Desde el escenario situado en el centro de la Plaza Nueva, el presidente del EBB apuntó las recetas que, a juicio del PNV, ayudarán a sacar el país adelante. "El progreso para nosotros es construcción nacional", resumió. Apostó entonces por la innovación, la tecnología, el conocimiento, las personas... y por la capacidad de decidir. "Decidir cada día para forjar la decisión con mayúsculas de Euskadi, Nación Europea", afirmó.
Señaló que "el PNV tiene un proyecto de futuro para Euskadi. Ofrece experiencia, liderazgo y soluciones. Vamos a saber encontrar nuestro espacio en Europa y el mundo globalizado". Sobre la necesidad de alcanzar un nuevo marco de relación entre Euskadi y el Estado español, esto es, que supere el Estatuto de Gernika, agregó que "trabajamos por un Nuevo Estatus Político para Euskadi". Así, apuntó que la sociedad vasca constituye un pueblo "con derecho y capacidad para decidir su futuro", razón por la que "reclama un nuevo estatus desde la bilateralidad, con España y también con Europa".
Pero el primer Aberri Eguna de hace 80 años planeó sobre toda la jornada de ayer. Iñigo Urkullu lo expresó con claridad: "Hoy el PNV renueva su compromiso de 1932 con la resurrección de la Patria Vasca. Un compromiso de libertad, solidaridad, desarrollo y paz definitiva. Con nuestros valores, con una Euskadi dueña de su propio destino, en plena igualdad con el resto de naciones europeas".