vitoria. Euskadi y Cataluña eran hasta ahora las únicas comunidades que disponían de un servicio de atención específico destinado a las víctimas del terrorismo, semejanza quebrada desde que la Generalitat decidió enterrar este proyecto a mediados del pasado año. Roberto Manrique, exresponsable de este servicio, rompió ayer su silencio y constató la situación en la que se quedan ahora las víctimas catalanas.

Y es que la decisión de la Generalitat, que fue adoptada en julio, es decir, de forma previa al anuncio en octubre del cese de actividad de ETA, relega a los damnificados por el terrorismo a la misma oficina que atiende al resto de ciudadanos de Cataluña que son víctimas de cualquier otro delito. Ante este panorama, Manrique destacó a preguntas de este periódico las "diferencias notables" en la atención que requiere una persona que ha padecido un robo o la que es víctima de una acción terrorista.

La lectura del también exresponsable de la asociación catalana de víctimas del terrorismo no deja pelos en la gatera. "Cuando el terrorismo deja de ser un problema político desaparece la solidaridad y como hace tiempo que no hay atentados y parece que no habrá más, pues no interesa", expuso.

A pesar de la nueva etapa abierta tras la decisión de ETA de finalizar la lucha armada, Manrique, que hace un cuarto de siglo padeció en sus propias carnes la sinrazón de de la violencia etarra -fue una de las numerosas víctimas del atentado de Hipercor- recordó que en diciembre colaboraron en el juicio al que asistió una persona damnificada en un atentado de hace más de 25 años.

En esta misma línea, Manrique destacó las llamadas habituales de gente que solicita apoyo o información, así como los expedientes aún abiertos que carecen de una respuesta favorable por parte de la Administración.

El exresponsable de la oficina de víctimas destacó también el trabajo realizado por Maixabel Lasa y Txema Urkijo en Euskadi y lamentó que las instituciones catalanas no hayan seguido el ejemplo vasco hasta sus últimas consecuencias para mantener viva la ayuda que requiere este tipo de servicio.