SUKARRIETA. Iñigo Urkullu aprovechó ayer en Sukarrieta el aniversario de la muerte de Sabino Arana para situar a la militancia del PNV ante el nuevo tiempo que se abre en Euskadi. Un escenario político diferente tras el anuncio de ETA de abandono de su actividad armada. Pero también una expectativa distinta para la construcción nacional en el plano económico. El presidente de la formación jeltzale afirmó que ahora "toca hacer la adaptación" del nacionalismo político al nacionalismo económico. "Sin proteccionismos trasnochados, incorporándonos a la globalización sin complejos, sabiendo que somos pequeños, pero que las realidades pequeñas bien gestionadas triunfan en todas partes", precisó Urkullu.
Para afrontar este "tiempo difícil" Urkullu subrayó que la economía vasca está sustentada en la industria y apeló a los valores que han permitido el último siglo situar a Euskadi en el lugar importante que ocupa entre las economías europeas para acuñar una marca Euskadi "que nos sitúe entre las economías más avanzadas del mundo". En este sentido, el burukide añadió que "tenemos que ser capaces de que en Alemania, Francia, EEUU, en las economías emergentes, en China o Brasil se nos reconozca con el made in Euskadi". De este modo, Urkullu se refirió por omisión a la merma que supone la marca España para la economía vasca y por ello urgió a la necesidad de crear "un sello distintivo que sea referente inequívoco de progreso, que nos diferencie de la ruina y la depresión, que garantice la fiabilidad en nuestros productos y servicios".
En un discurso marcadamente económico, el líder del PNV echó mano del manual keinesyano y abogó por las políticas de estímulo e incentivación de la economía frente a las políticas de "solo ajuste que nos lleven a años de recesión". El acto político de ayer contó con la presencia de destacados dirigentes como Joseba Egibar, Andoni Ortuzar, Txaro Goikolea o el lehendakari José Antonio Ardanza.
En la segunda parte de su intervención, Urkullu se refirió a las nuevas expectativas abiertas para Euskadi tras el anuncio por parte de ETA de poner fin a la actividad violenta de las últimas décadas. Sobre este tema señaló que es el tiempo de la política para profundizar en la construcción de la nación vasca y advirtió a los partidos constitucionalistas que han esgrimido la acción de la banda armada como excusa para abortar o impedir legítimas reivindicaciones nacionales de que "ya no hay excusas", y a la izquierda abertzale, de que ya no se puede escudar en las ilegalizaciones.
Por todo ello, afirmó que "hoy iniciamos la segunda transición" y añadió que la violencia ya no es un obstáculo "y la libre participación de todas las sensibilidades políticas tampoco". Abundando en esta idea, recordó que su formación no parará "hasta hacer realidad que Euskadi sea reconocida como la patria de los vascos" y señaló que en el nuevo tiempo que se abre todas las ideas "no solo son defendibles, sino que deben poder materializarse si cuentan con el respaldo necesario".
Prórroga a Zapatero De manera indirecta, Urkullu hizo referencia al pacto presupuestario entre su partido y el presidente del Gobierno español que, además de un importante paquete de transferencias e inversiones para Euskadi, supuso en la práctica una prórroga de tiempo para Zapatero y con ello también para madurar el proceso interno que ha llevado a la izquierda abertzale oficial a ganar la partida frente a ETA. "Hace apenas un año ofrecíamos tiempo para un nuevo tiempo. El nuevo tiempo ya esta aquí", apostilló para a continuación reivindicar a su partido como motor para liderar ese nuevo tiempo político. Y para ello se remontó a las elecciones del 20-N en las que su partido fue la fuerza más votada en la CAV con 40.000 votos más que Amaiur, aunque repartidos de manera desigual en los tres territorios de la comunidad autónoma, con una supremacía clara en Bizkaia y unos peores resultados en los otros dos herrialdes. "Somos el primer partido de Euskadi. Y lo vamos a seguir siendo. Queremos serlo en Araba, en Bizkaia y en Gipuzkoa", apuntó.