madrid. El presidente en funciones del Gobierno y líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, reconoció ayer que los socialistas han salido "heridos" de la derrota electoral del 20N, que achacó a la crisis económica y financiera y a errores de gestión y de comunicación del Ejecutivo.

Zapatero, quien abrió con su intervención el Comité Federal del PSOE, dejó claro que las causas de la derrota hay que buscarlas en el descontento político y en la intensa preocupación social generada por la persistencia de la crisis y las dudas en la capacidad de salir de ella, lo que ha llevado a muchos ciudadanos a buscar "el cambio por el cambio o a dejar que éste se produjera".

Durante su discurso, Zapatero agradeció al candidato del PSOE en los comicios del 20-N, Alfredo Pérez Rubalcaba, el esfuerzo, el empeño y la energía despegadas "en unas circunstancias poco propicias" y en un escenario que es "difícil imaginar" que pueda ser "más adverso".

En su análisis, dijo que los ciudadanos han proyectado sus reproches y sus demandas sobre el Gobierno y el partido que le sustenta, como ha ocurrido también en otros países que han celebrado elecciones.

Situó el origen del desafecto de parte de su electorado en mayo de 2010, cuando emergió súbitamente el primer episodio de la crisis de la deuda soberana, con Grecia en el punto de mira, y las medidas de ajuste que se tomaron para reducir el déficit. Desde entonces, con un agravamiento a partir de agosto de este año, el Gobierno socialista fue adoptando decisiones "inevitables" encaminadas a proteger a España de la intervención. Tras aclarar que no se siente impulsado por una necesidad de autojustificación, sino "por una convicción muy interiorizada", Zapatero insistió en que "no había alternativa". Así las cosas, Zapatero apostó ayer por un "debate robusto" en el próximo congreso federal de su partido y por la "libre elección democrática" de la nueva dirección como paso indispensable para volver a recuperar la confianza de los ciudadanos. Una "ardua tarea", a su juicio, la que tiene el PSOE por delante para tratar de recuperar los apoyos perdidos y la confianza de los ciudadanos en un partido capaz de gestionar la economía y fomentar el empleo.

El presidente de Andalucía, José Antonio Griñán, apostó ayer por un Congreso federal "de paz" en el que se fortalezca la democracia y abogó por que ese cónclave sea abierto y con libertad tras el que está convencido de que todo el partido respaldará al nuevo líder. Además, señaló que la futura dirección del PSOE debe contar con un equipo "intergeneracional y paritario" e indicó que el partido no necesita un nuevo programa sino un "nuevo proyecto".