erika jara
Las fotos de Mubarak han desaparecido en Egipto y la parada de metro de El Cairo que llevaba su nombre ha sido sustituida por la parada de "los mártires". Sin embargo, ayer se hizo evidente que muchas cosas no han cambiado. Tras la manifestación en Tahrir del domingo, que parecía más una plataforma para campañas electorales de los partidos que una protesta civil, varios centenares de jóvenes, en su mayor parte pertenecientes al movimiento del 25 de enero, decidieron pasar la noche en la plaza. "Sobre una de la mañana, varios coches intentaron atropellarnos, y luego grupos de matones nos amenazaron con darnos una paliza si no nos íbamos", cuenta Rami, estudiante universitario.
Sobre las 9 de la mañana de ayer, la Policía intentó echar por la fuerza a los manifestantes que allí quedaban, "lo cual fue una estupidez", asegura Ahmed Ibrahim, del movimiento Contra los Juicios Militares "porque al no haber demasiada gente con nosotros casi habíamos decidido marcharnos". Los activistas empezaron a comunicarse unos con otros y más gente comenzó a llegar a la plaza. A eso de las cuatro de la tarde, las fuerzas de seguridad aparecieron en Tahrir. Los manifestantes consiguieron apoderarse de un vehículo policial y le prendieron fuego con la intención de ahuyentar a las fuerzas de seguridad. Pero esto no les impidió abrirse paso en la plaza mediante botes de gas y ráfagas de balas de goma. Consiguieron desplazar a los manifestantes a las afueras de Tahrir, pero más y más gente comenzó a llegar al lugar y, desbordados, se retiraron. Entonces cuando la gente volvió a tomar la Tahrir.
La intención, según multitud de manifestantes, "no es silenciar el movimiento de protesta mediante la represión violenta; siempre que han venido a agredirnos hemos ganado la batalla y ellos lo saben", señala Ahmed Ibrahim. Según Mona Sueif, hermana del bloggero detenido desde los disturbios de Maspero Ala Abdel Fatah, "al Gobierno le conviene mantener el caos como sea para intentar demostrar que los necesitamos. Cualquier cosa con tal de retrasar la entregar del poder".
"bandas de criminales" Mientras la televisión nacional decía que las fuerzas de seguridad habían sido atacadas en Tahrir por bandas de criminales, (lo mismo que dijo tras la masacre de Maspero contra los cristianos y durante la propia revolución contra Mubarak), algunos islamistas comenzaban a llegar a la plaza. "Han venido a atacar a la gente porque ayer los islamistas nos fuimos y sólo se quedaron unos pocos. Pero ahora volveremos a la plaza para mostrar que somos una sola mano", afirmaba el salafista Hamr Hassak. Los jóvenes del movimiento 25 de enero hacían una lectura distinta: "Ayer (por el domingo) los islamistas vinieron, dieron su mitin y se fueron, y ahora van a volver en masa a manipular a la gente y fingir que ellos lo hicieron todo", protestaba Abd el Halim. Sin embargo, "no hemos tenido este número de civiles espontáneos y mezclados desde febrero, y la sentada en Tahrir tiene que continuar". Efectivamente, la plaza volvía a recordar a las dos semanas de protestas contra Mubarak: adoquines arrancados del suelo, heridos aquí y allá, jóvenes con chupas de marca apoyándose en el hombro de ancianos pobres con turbante y túnicas pero, sobre todo, las mismas consignas, sustituyendo el nombre de Mubarak por el de Tantawi y el CMFA; "La gente quiere la caída de Tantawi", "los cobardes se van, los valientes se quedan en la plaza" y "iros, iros". El saldo final de los disturbios, más de 200 heridos, 15 de ellos hospitalizados.