Vitoria. Mientras Tintín desvela en el celuloide el secreto del unicornio, el cabeza de lista del PP busca desentrañar las claves que reporten a sus siglas el respaldo de Álava, territorio donde ya resultó la fuerza más votada en las municipales y forales de mayo. A diferencia del reportero belga alumbrado por Hergé, Alfonso Alonso no va solo. Piensa incorporar en su viaje a Madrid al segundo de a bordo, Marcelino Iglesias, y a tres senadores. Objetivo ambicioso para uno de los ministrables que suenan con fuerza en los mentideros políticos.

"Es una hipótesis bastante plausible que ganemos las elecciones generales". Lo dijo en mayo. ¿Sus vaticinios han escalado algún grado?

Lo que se confirma es que en España hace falta un cambio como el comer, es lo que siente todo el mundo. Así las cosas podrán empezar a funcionar de otra manera.

Rajoy ya se atreve a afirmar que van a ganar. ¿Van a hacerlo?

Vamos a intentar ganar, yo creo que sí. Espero que podamos obtener el respaldo de la gente, porque la tarea que viene es grande y lo necesitamos.

Le veo bastante conservador, no sé si por ir en consonancia con la ideología de su partido...

No, va con mi carácter. Sí pienso que vamos a ganar, salimos a eso, pero sobre todo nos preocupa mucho el día después. En la calle hay una sensación de que la gente quiere un cambio y, además, las encuestas pronostican que va a haber un vuelco. Por lo tanto, las probabilidades son de ganar. A partir de ahí, todavía queda y hay que pelear hasta el final.

¿Se atreve a augurar el número de escaños que sacará el PP?

Espero que haya una mayoría fuerte, suficiente, pero no sé hacer un cálculo que debería estar muy pegado a cada provincia.

¿No lograr dos diputados en Álava sería un fracaso?

No sería cumplir nuestros objetivos. Vamos a ver qué porcentaje sacamos y cómo va, pero está claro que nuestro objetivo es sacar dos diputados y tres senadores.

¿Y cuántos va a sacar Amaiur?

Está peleando por uno o ninguno en Álava. En total, no lo sé. No soy muy buen profeta, pero su horquilla se mueve, en mi opinión, entre tres y seis. Esto según la previsión actual, pero hay cosas que pueden ser imprevisibles. En cualquier caso, esto de Amaiur es una acumulación de fuerzas que tiene un objetivo: quitar la hegemonía al PNV. A eso van. Es otra batalla que se está dando.

En mayo comentó que sería un "error impensable" lograr acuerdos, aunque fuesen puntuales, con la izquierda abertzale representada en Bildu o ahora en Amaiur. ¿Lo mantiene visto el desembarco institucional de esta fuerza?

Vemos muy poco discurso. Los impulsos que tienen en común sus integrantes es hacer la acumulación de fuerzas soberanistas que desborde al PNV. Tienen muchas contradicciones internas y también escaso pedigrí democrático, en algunos casos. Tiene que pasar un tiempo para que se vayan decantando. El tiempo nos dirá muchas cosas respecto de lo que es este fenómeno que estamos viendo. Ahora, ¿es una fuerza de la que puede depender la estabilidad de una institución? No, porque ellos mismos no son estables. Tienen un discurso de sus referencias: independentismo, soberanismo y tal, pero poco más. Les falta poso. De lo que tiran es de que es novedad, pero a la hora de enfrentarse a un problema de verdad responden mal, como ha sucedido en el primer problema que han tenido con las inundaciones en San Sebastián.

En Vitoria parece que sus compañeros se entienden bastante bien con los concejales de Bildu. Lo digo por la sintonía en asuntos como la paralización del BAI Center o la estación de autobuses.

Es muy sorprendente que el PNV al final defendiera que debía hacerse esa inversión del BAIC, que por otra parte no se hubiera hecho nunca porque ahora no habría ningún banco que la financiara. Al final, la realidad se impone sobre los discursos muchas veces. Y es verdaderamente sorprendente también que el PSOE se hubiera embarcado en esa aventura. El PP, efectivamente, tiró adelante y ahí vino la coincidencia con Bildu, que decía lo mismo en su programa, pero no va más allá. Ni es verosímil ni es verdad que haya ningún acuerdo más allá de alguna confluencia.

¿Descarta acuerdos a lo largo de la legislatura?

En la vida de un ayuntamiento el 90% de los asuntos salen por unanimidad. Espero que en el Ayuntamiento de Vitoria, donde siempre es noticia aquello que supone discrepancias, el día a día tenga más o menos unanimidad con algunas cosas de la ciudad que son muy poco ideológicas.

¿Cómo califica la imagen ofrecida por una clase política dividida el Día de la Memoria?

Alguno busca la división, alguno busca la bronca hasta tal punto que es su eslogan electoral. El eslogan del PSOE es borroka, cuando lees el mensaje en euskera, y pelea si lo ponen en castellano. Por tanto, Rubalcaba quiere pelea, quiere dividir, pero nosotros no hemos entrado a ese trapo. No queremos divisiones ni peleas, pero una cosa es eso y otra cosa es que tengamos que mezclarlo todo. El día de las víctimas se eligió porque era una de las pocas fechas en las que no había habido atentados terroristas. Luego, de repente, llega alguien y dice que hay más víctimas de otras cosas y lo quiere mezclar. Si es el día de las víctimas del terrorismo, respetemos eso.

¿ETA está en la campaña?

Lo intenta. Ha hecho una entrevista y todo. Sólo le falta dar ruedas de prensa.

El Gobierno Vasco quiere reunir a víctimas de la banda armada con miembros de ETA. ¿Le parece un paso adelante en la normalización?

La normalización es que se reconozca el daño que causa el terrorismo, que es un crimen contra los derechos humanos internacionales. El terrorismo no sólo atenta contra una persona, sino que a través de ese atentado se intenta ejercer un chantaje sobre el cuerpo social. La voluntad del criminal terrorista es especialmente perversa. Éste es el relato. Lo que importa es la fortaleza moral de la víctima, que jamás apeló al odio ni a la revancha. Lo demás, iniciativas que pueden llevar a confusión, no nos interesan.

De momento, las dos víctimas a las que se han dirigido han rechazado la propuesta.

Claro, es que es normal. No vas a legitimar a un terrorista que quiere exculparse de unos crímenes que le deben avergonzar.

¿Mariano Rajoy va a frenar la estabilización institucional de la izquierda abertzale?

Es muy pronto, de verdad. En nuestra opinión, repito, es una acumulación de fuerzas para disputar la hegemonía al PNV desde un punto de vista soberanista. Y también supone una plataforma para que toda ese mundo que ha estado durante 40 años sosteniendo los crímenes de ETA participe en política. Ahora, tienen un recorrido democrático muy largo que hacer.

¿Seguirán en las instituciones con el PP en el Gobierno?

Eso dependerá de ellos. Espero que tengan voluntad de ir aceptando la democracia, aceptar las reglas de juego. Eso es lo que hacemos los demás, las aceptamos como también aceptamos que hay otra gente que no piensa lo mismo. Los que llevamos tiempo viviendo en democracia a pesar de ellos ya lo sabemos.

¿Conoce a Iker Urbina?

No.

¿Sabe quién es?

Supongo que será el que se presenta por Amaiur.

Con Ramón Jáuregui y Emilio Olabarria comparte institución desde hace años. ¿Qué ofrece usted que ellos no puedan ofertar?

Yo represento un proyecto político muy diferente que se presenta como una idea de cambio, frente a un Gobierno del PSOE que ha llevado al país en estos siete años a una situación de descomposición económica sin precedentes. El PNV no es la alternativa a eso. El PNV ha sido el soporte de las políticas de Zapatero y del PSOE, y tiene ahora su propia batalla con Bildu, Amaiur, la izquierda abertzale o como quiera llamar.

¿La relación del PNV con el Gobierno cambiará si Rajoy alcanza las riendas del Ejecutivo?

No vamos a mercadear con el proyecto de recuperación económica de España. Vamos a plantear aquello que pensamos que es fundamental para que la situación económica se recupere y que se recupere la confianza. Eso es esencial para la economía española y para la economía vasca también. En ese sentido es muy importante contar con el PNV. No es razonable hacer una reforma fiscal en España sin que en esa reforma participe el PNV, por poner un ejemplo. Por eso pedimos un gobierno fuerte, pero sabemos que ese gobierno debe tener una capacidad de diálogo importante.

Denominan 'mayoría suficiente' a lo que para efectos prácticos será la 'mayoría absoluta'. Esas manos libres minimizarán la necesidad de diálogo.

Es que la situación es excepcional y en el momento en el que estamos haciendo esta entrevista la prima de riesgo anda por los 450 puntos básicos. Es muy difícil explicar a la gente lo que significa esto. España necesita acreditar que tiene una fortaleza y por eso necesita un gobierno con una mayoría suficiente, sólida, fuerte. Aún así no va a poder tomar las decisiones él solo.

La Junta Electoral suspendió los actos previstos para recordar la muerte de Franco, de forma que no afectaran al desarrollo de la jornada. ¿Qué le parece?

Se habrá enterado muy poca gente, porque creo que van cuatro gatos a eso. Franco es un personaje de la historia de hace mucho tiempo, así que en este país tiene incidencia cero, no tiene seguidores prácticamente en España.

Educación. Suena como el ministerio que Rajoy le tiene reservado.

¿Ah sí? Lo pueden decir porque yo he participado en iniciativas sobre Educación a lo largo de esta legislatura, pero nada más. Hay 100, 120 o 150 ministros ahora mismo en España. Mi recomendación es perder poco el tiempo en semejantes especulaciones.

¿Se ve más cerca de ser portavoz en el Congreso?

(Se ríe) De verdad, que esto de hacer cábalas no va conmigo. Nosotros trabajaremos.

Perdone que insista, pero en el PP vasco también ven de ministro a Leopoldo Barreda.

Casi toda la gente que conozco va a ser ministro, es una situación un poco extraña y pintoresca que no lleva a ningún lado más que a conseguir que mucha gente sufra decepciones el día que nombren al Gobierno.

¿No será su caso?

No, porque no tengo ninguna expectativa. Lo que tienen que estar es a disposición del trabajo que puedan hacer para tirar del carro.