vitoria. La juez Ángela Murillo la volvió a liar ayer en la Audiencia Nacional. En esta ocasión, un micrófono abierto y un comentario impropio para una persona que imparte justicia colocó de nuevo en primera plana a la magistrada más mediática del tribunal español. Tras escuchar el testimonio de la viuda del concejal de UPN en Leitza José Javier Múgica sobre el asesinato de su marido en 2001, Murillo exclamó ante la indiferencia mostrada por el exresponsable del aparato militar de ETA, Javier García Gaztelu, Txapote, y los otros tres acusados: "...Y encima se ríen estos cabrones". La juez creía que tenía el micrófono cerrado.

Pero la salida de tono de Murillo no es nueva. Ya había pasado con el exportavoz de la antigua Batasuna Arnaldo Otegi y con el dirigente de la izquierda abertzale Rufi Etxeberria: la juez de la Audiencia Nacional no puede permanecer callada en los juicios. Y eso que está advertida: el pasado 8 de febrero, el Tribunal Supremo anuló una condena a dos años de prisión que una sala presidida por Murillo había impuesto a Otegi por enaltecimiento del terrorismo durante un homenaje al preso Joxe Mari Sagardui, Gatza, al estimar que la juez exteriorizó "un prejuicio acerca de su culpabilidad" al preguntarle si condenaba la violencia de ETA.

El diálogo entre Murillo y Otegi que motivó la anulación de la vista -el dirigente abertzale fue absuelto en la repetición del juicio- se produjo al concluir el interrogatorio al exportavoz de Batasuna. La magistrada hizo uso de su potestad para plantear preguntas a los acusados y emplazó a Otegi a decir si condenaba o no "rotundamente" la violencia. "No voy a contestar", contestó el dirigente abertzale, a lo que la juez de la Audiencia Nacional reaccionó diciendo: "Ya sabía yo que no iba a responder".