madrid. La conferencia de paz de Madrid sobre Oriente Próximo cumplió ayer su vigésimo aniversario con el conflicto aún abierto y sin perspectivas de acuerdo, a pesar de la petición que la Autoridad Nacional Palestina hizo en septiembre ante la ONU para que se le reconozca su propio Estado.

La reunión que se celebró durante tres días en el Palacio Real propició que los israelíes y palestinos se sentaran a hablar de paz por primera vez en 43 años. Participaron además todos los actores regionales decisivos en la resolución del conflicto -Egipto, Líbano, Siria y Jordania-, así como los expresidentes de Estados Unidos, George Bush, y de la URSS, Mijail Gorbachov, promotores de la iniciativa.

La conferencia representó uno de los grandes hitos de la diplomacia española, al que contribuyeron de manera decisiva el rey y el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, por su interlocución privilegiada con Israel y los países árabes. El tercer pilar en el que España cimentó su éxito fue el ministro de Exteriores en aquella época, el fallecido Francisco Fernández Ordóñez. El foro de 1991 fijó los parámetros sobre los que se debería construir la paz en Oriente Próximo.

La fórmula acuñada entonces de "paz por territorios" sigue vigente, aunque sin que se haya hecho realidad la aspiración del pueblo palestino de tener su propio Estado en convivencia con el de Israel. A pesar de todos los obstáculos que persisten después de dos décadas, el Gobierno español cree que el "espíritu de Madrid" sigue estando vivo. "No solo ha contribuido, sino que sigue contribuyendo", afirmó el actual secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Juan Antonio Yáñez-Barnuevo.