Vitoria/Gernika. El Día de Euskadi puso ayer de manifiesto las severas divergencias de los partidos sobre la vigencia y alcance que presenta hoy por hoy el Estatuto de Autonomía, un texto que ayer cumplió 32 años y que mientras para los constitucionalistas conserva intacto el valor que lo alumbró en plena transición, para las formaciones nacionalistas está superado y pendiente de ser sustituido un nuevo marco político sobre el que se cimente la nueva Euskadi, la que recorrerá desde ahora sus designios políticos sin la amenaza terrorista.

Lo visto ayer no es sino una extensión del origen del propio alumbramiento del Día de Euskadi. Esta celebración fue fruto de un acuerdo parlamentario marcado por la división de nacionalistas y constitucionalistas. Socialistas y populares hicieron valer, junto a UPyD, su mayoría en una Cámara vasca privada de la presencia de la izquierda abertzale, la tercera visión del marco político. Y ayer, jornada destinada a celebrar esta festividad, la brecha llevó a cada una de las partes a refrendar sus teorías en diferente actos.

En Vitoria, el lehendakari quiso resarcirse de su ausencia en el histórico anuncio del cese de la actividad de ETA. Cinco días después de que la banda armada emitiera el trascendental comunicado, Patxi López, entonces de viaje oficial en Estados Unidos, convirtió el primer Día de Euskadi exento de la amenaza terrorista en la celebración del fin de esta violencia. Y lo hizo delante de una nutrida representación política -con puntual presencia nacionalista-, cultural y social de la ciudadanía vasca que se congregó en Lehendakaritza para conmemorar los 32 años que ha cumplido el Estatuto de Autonomía.

López describió la "derrota" de ETA como una consecuencia directa del autogobierno fraguado a través del pacto estatutario y dibujó un escenario futuro en el que delegó en las instituciones vascas la tarea de edificar los cimientos sobres los que se deberá construir la nueva etapa. Unidad, respeto y libertad son los mimbres que el jefe del Ejecutivo vasco maneja para encauzar la cicatrización de las heridas provocadas por más de cuatro décadas de terrorismo.

Pero las dificultades del camino auspiciado por el lehendakari quedaron ayer mismo de manifiesto. La celebración del polémico Día de Euskadi, que salió adelante de en el Parlamento Vasco gracias a los votos de socialistas, populares y UPyD, mostró la desvinculación de los nacionalistas con este festejo que asocian a un Estatuto que observan como marco político superado para la sociedad vasca.

El concejal de Bildu en el Ayuntamiento de Vitoria, Antxon Belakortu, fue el único cargo público de este partido que acudió al acto, mientras en Gipuzkoa, plaza fuerte de la coalición abertzale, la institución foral encabezada por Martin Garitano, obviaba la fecha festiva. Junto a Belakortu acudió una amplia representación de miembros de Eusko Alkartasuna, quienes arroparon al lehendakari Carlos Garaikoetxea en la obtención de la medalla Cruz del Árbol de Gernika, el máximo galardón que concede el Gobierno Vasco. Por parte del PNV, el lehendakari José Antonio Ardanza y exdirigentes que en su día gozaron de un gran peso en las filas jeltzales y el entramado institucional vasco como el exconsejero Javier Balza o el expresidente del Legislativo autonómico Juan Mari Atutxa, encabezaban a título personal la representación de este partido. Asimismo, también estuvieron presentes miembros del grupo parlamentario.

2015, fecha clave Frente a esta celebración vespertina, la mañana en la Casa de Juntas de Gernika estuvo marcada por el acto que congregó allí a la familia jeltzale. El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, que hoy se reúne con Zapatero, dio un margen de cuatro años para avanzar hacia una nueva formulación jurídico-política para Euskadi basada en la bilateralidad en las relaciones entre Madrid y Gasteiz, preservando la convivencia de las diferentes identidades y realidades nacionales existentes en suelo vasco.

A la sombra del Árbol de Gernika, y ante un nutrido grupo de simpatizantes que sobrepasaba de largo el millar de personas, el líder de la formación jeltzale reiteró que se trata de un acuerdo constituyente que "refrendaremos" en 2015. "No hay más tiempo que perder para alcanzar un nuevo acuerdo que emplace a nuestro pueblo con su voluntad democráticamente expresada", precisó.

La ratificación del nuevo estatus político de Euskadi seguirá todos los trámites legales establecidos -incluido el refrendo popular- en el Estatuto de Gernika para su propia reforma, tal y como ya hizo el anterior lehendakari Juan José Ibarretxe con su propuesta de Nuevo Estatuto Político. Es decir, primero tendrá que pasar el filtro del Parlamento de Gasteiz antes de llegar a las Cortes españolas, en las que el proyecto de Ibarretxe ni siquiera pudo ser debatido por el veto de las fuerzas constitucionalistas, el 2 de febrero de 2005.

La elección de la fecha no es gratuita, ya que el desarrollo de la iniciativa jeltzale coincidirá con la legislatura que echará andar tras las próximas elecciones generales del 20 de noviembre y que, de no mediar un adelanto electoral, culminará dentro de cuatro años.

El nuevo estatus político será uno de los objetivos prioritarios del PNV en el Congreso y el Senado para lo que se las tendrá que ver, si se cumplen los pronósticos de las encuestas, con el Partido Popular en franca mayoría en el Parlamento español y Mariano Rajoy presidiendo el Gobierno de Madrid.