TAL vez sea interesante concebir la noticia del fin de la actividad armada de ETA más como un principio que como un final. Una concepción de este tipo nos permitirá afrontar mejor los retos del futuro, sin olvidar el pasado, pero sin esgrimirlo como una rémora para obstaculizar el porvenir.
El futuro supone, sobre todo, un cambio en el desarrollo del conflicto político que enfrenta -a partir de ahora por vías sólo pacíficas y democráticas- las aspiraciones de soberanía de buena parte de la población vasca, con quienes prefieren mantener el estatus actual. En mi opinión, si una amplia mayoría de la población vasca apuesta por la independencia, o por un aumento significativo del autogobierno, su palabra deberá ser respetada por los Estados implicados: España y Francia. Lo contrario sería difícil de entender por parte de la comunidad internacional; como se está viendo en los distintos conflictos de este tipo en Europa. Ése será a partir de ahora el meollo de la cuestión con todos sus matices y complicaciones territoriales, políticas, económicas...
Además, habrá que afrontar las consecuencias del conflicto violento. Los presos deben ser liberados más pronto que tarde -utilizándose la formula que sea- pues lo contrario supondría entender el derecho penal como un ejercicio de venganza; algo que chocaría frontalmente con la tradición jurídica humanista europea. Desde luego, debe iniciarse también un proceso de reconciliación, que repare fracturas sociales y humanas. Será necesario también reconocer y resarcir a todas las víctimas del conflicto. Habrá que establecer, por último, un diálogo entre diferentes para construir el relato histórico de los últimos años. Un relato, si no consensuado en su totalidad, que respete al menos la pluralidad de visiones sobre el conflicto; intentando ponernos en el papel del otro, llevar a cabo el duelo con libertad y cierta empatía.
Por descontado que la libertad de asociación y de libre actividad política deberá ser escrupulosamente respetada, incluida -claro está- la urgente e inexcusable liberación de Arnaldo Otegi y el resto de personas encarceladas a causa de sus convicciones políticas.