Los familiares de los reclusos partieron ayer desde los Jardines de Albia de Bilbao hacia las prisiones ubicadas en el sur de Andalucia para visitar a sus allegados. Foto: oskar martínez

Entre la esperanza y la resignación

imanol fradua

bilbao. La esperanza en que el nuevo escenario abierto en Euskadi se vea reforzado con una flexibilización de la política penitenciaria también parece abrirse paso, aunque muy tímidamente, entre los familiares de los presos vascos que ayer, como otros tantos fines de semana, emprendieron el camino para visitar a sus seres queridos en las cárceles. Los allegados de los reclusos, no obstante, se debaten entre ese leve optimismo y la resignación por tener que seguir realizando miles de kilómetros al año para poder compartir algunos minutos con sus seres queridos.

Ayer por la tarde hizo su parada en los Jardines de Albia de Bilbao, procedente de Donostia, el autobús que suele llevar a los familiares hacia las penitenciarias del sur de Andalucía, y los semblantes eran similares a las de otros viernes. Una cuarentena de allegados montó en el bus que los ha trasladado a seis cárceles en las que sus familiares directos cumplen condena. Les quedaban más de un millar de kilómetros por completar, "una pechada" que soportan con estoicismo. Ellos habrán llegado ya a sus destinos, pero aseveran que "todavía queda mucho camino por recorrer". Lo afirman en clave política, después de que ETA decidiera dar el decisivo paso de bajar la persiana anteayer. Pero "queda mucho por hacer" para fortalecer la consecución de "una nueva etapa en la que todos los derechos de todas las personas sean respetados", aseguraron ayer. "Y entre esas personas se encuentran nuestros familiares".

Porque el paso dado por la banda armada "debe de ir acompañado de otros muchos más", sentencia desde el colectivo de familiares de presos vascos, Etxerat, dirigirendo su mirada directamente hacia los ejecutivos español y francés, cuyos dirigentes no han aboradado aún esta problemática, y en el caso del Estado, presumiblemente deberá ser el PP de Mariano Rajoy al que le corresponda gestionar ese frente del conflicto. Es más, mediante una nota de prensa valoraron ayer que este el actual es el tiempo de los "movimientos multilaterales. Consideramos que es imprescindible acabar con las situaciones más extremas que se viven en prisión y que la política penintenciaria de un giro de 180 grados. Debe de pasar de claves de utilización y represión a términos de resolución democrática", insistieron. En otros términos, pero sabedores de que es ahora a los gobiernos a los que les toca mover ficha, cambiando una política penitenciaria "que tanto sufrimiento nos ha generado".

En ese autobús montó ayer Jone Artola, cuyo hermano lleva más de un cuarto de siglo en prisión. "Los presos deben de ser parte fundamental de la solución del conflicto, sin su participación no se podrá realizar una reconciliación de todos", indica. "Participación en el proceso, pero que tengan una participación activa", reclamó. Y, al igual que señalan desde Etxerat, aboga por "un escenario que permita el retorno de presos, presas, exiliados y exiliadas a casa", además de se dejen en el olvido las medidas como la Doctrina Parot, o las negativas a la liberación de los reclusos enfermos de gravedad y los que han cumplido sus penas, situaciones que "solo han servido para extender el sufrimiento". Tiene esperanza en el nuevo tiempo, pero está a la espera de hechos.

no elucubrar En el convoy de Etxerat llegó a Bilbao desde Donostia Jone Dorronsoro, ayer acompañada de su hija. "Ni sé la de kilómetros que llevaremos. Antes sí que guárdabamos los tickets de los peajes y llevábamos la cuenta... pero son tantos años que hemos perdido la cuenta", explica. "Y es muy duro". Sobre el futuro casi prefiere no elucubrar, pero incide en que "no se olvide que, a pesar de que ETA haya dicho que deja las armas, aún hay un problema político que resolver. Y es un problema que tiene muchas aristas". La fe en ver a su allegado libre no la pierde Dorronsoro, pero "seguimos cogiendo el autobús, así que por ese lado no soy tan optimista". Es más, "la política penitenciaria sigue igual", asevera, aún y cuando "los presos se adherieron a la Declaración de Gernika, Aiete, antes de la declaración de ETA se habían dado otros pasos... y los gobiernos español y francés no han hecho ni uno solo para acercarlos. ¿Y asi, hasta cuando vamos a esperar?", se pregunta.

Similar cuestión aborda el donostiarra Dodaka Salegi, que con más de 80 años lleva veinte recorriendo miles de kilómetros para ver a su hijo. "Nosotros no somos culpables y también nos castigan", advierte, así que cuando es preguntado sobre si confía en que a partir de ahora resultará más factible un acercamiento a Euskadi, casi ni se atreve a esperarlo. Como el resto de los familiares, se mueven entre la esperanza y la necesidad de experimentar un gesto gobiernos español y francés hacia los reclusos.