Vitoria. "La nuestra será una democracia sin terrorismo, pero no una democracia sin memoria". Para Zapatero no hay lugar a dudas. El comunicado que ETA hizo público ayer alrededor de las siete de la tarde pone fin a la cruenta historia de asesinatos que ha jalonado la andadura de la banda armada a lo largo de medio siglo, pero ese punto y final no impedirá que la sociedad española y vasca recuerden lo acontecido en ese periodo. Un recuerdo donde las víctimas ocupan el principal lugar a los ojos del presidente del Gobierno español, pero donde también figuran en los puestos de honor la ciudadanía vasca y española por su "temple y firmeza" ante la barbarie terrorista.

Pasaban dos horas desde que la banda armada anunciara el cese definitivo de su actividad armada. Zapatero salió a la palestra después de contrastar pareceres vía telefónica con el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Era el momento, el gran momento en la recta final del mandato del líder socialista. En una escueta intervención marcada por su tono solemne, destacó la importancia del camino culminado "al fin". Una meta que abordó en su primer mandato al frente del Gobierno español haciendo uso del consenso parlamentario para establecer contactos con la banda armada y sondear el posible final.

Corría el año 2006 y Zapatero afrontaba idéntica misión a la tanteada por sus antecesores en las exigua trayectoria democrática de España. El atentado de la T-4 que acabó con la vida de dos personas dinamitó una tregua que las conversaciones de Loiola estuvieron cerca de encauzar. Este revés cambió radicalmente la predisposición socialistas a nuevos ensayos. Al menos de forma pública.

Cinco años más tarde, el fin de ETA ha estado presente en las intervenciones de los principales dirigentes socialistas, Zapatero incluido. El presidente del Gobierno dio ayer por saldada esta cuenta pendiente sin entrar a valorar los matices del comunicado en el que los activistas atisban una oportunidad histórica para dar una "solución justa y democrática al secular conflicto político".

Si la familia socialista optó por valorar únicamente el primero de los cinco puntos acordados en la Declaración de Aiete -en el que se demandaba a ETA que anunciara su cese definitivo-, Zapatero también prefirió ceñirse al titular del comunicado de la organización terrorista que pone el telón de fondo a su actividad. Era la hora de volver la vista atrás y recordar el trabajo realizado por las Fuerzas de Seguridad del Estado, lugar de procedencia de gran parte de las 829 víctimas mortales y centenares de heridos que el líder del Gobierno español recordó. Era la hora de celebrar la "victoria de la democracia, la ley y la razón" y de augurar una convivencia "no anudada al miedo o a la intimidación".

Tampoco olvidó el dirigente socialista el apoyo de otros países en esta lucha, con especial mención a Francia y sus autoridades, "con quienes hemos contraído una perpetua duda de gratitud y solidaridad". En este mismo contexto, Zapatero destacó la figura del mandatario galo Nicolas Sarkozy, el presidente al que los socialistas achacan las dificultades que ETA ha encontrado para mantener en Francia el refugio que históricamente le ha permitido sobrevivir ante la presión policial.

Ahora comienza una nueva etapa donde Zapatero no estará en la primera línea política. Será el 20 de noviembre cuando entierre sus siete años en La Moncloa, pero su intervención de ayer sonó a despedida. Un adiós con el que se marcha satisfecho, a pesar de ser ésta una sensación "teñida por el recuerdo inolvidable del dolor causado por una violencia que nunca debió producirse y que no ha de volver jamás".

El nuevo candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, también mostró su satisfacción por el anuncio de la banda armada. Su primera llamada fue para un vasco, el secretario general del grupo parlamentario en Madrid, Eduardo Madina, según reveló Efe. "Hoy ETA no es la protagonista. El protagonista es el Estado de Derecho porque ha ganado", apostilló el exministro.