kOFI Annan, el que fuera secretario general de Naciones Unidas, estaba llamado a ser el principal foco de atención de la Conferencia de Paz celebrada ayer en Donostia. "El señor Annan llegará hacia la 13.15 horas", informaba el responsable de prensa del evento ante la insistencia de las decenas de fotógrafos acreditados para la cita. Sobre el papel, Annan iba a acaparar todos los flashes... Hasta que llegó la izquierda abertzale. Más bien, hasta que llegaron las corbatas de la izquierda abertzale.
Juan Karlos Izagirre, alcalde de Donostia, fue el más madrugador, la primera personalidad en aparecer por la Casa de la Paz de Aiete. "Hoy Donostia es la ciudad de la paz", afirmaba sonriente al llegar. Vestía camisa blanca y americana. La corbata, como es habitual en él, se volvía a quedar en el fondo del cajón. Nada nuevo bajo el sol.
Pero la sorpresa llegó con el siguiente en llegar, que junto a Izagirre, ayer ejercía de anfitrión (no participaron en la Conferencia): el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano. Y es que la máxima autoridad foral del territorio apareció, por primera vez en sus casi cuatro meses de mandato, con corbata. Azul marina con rayas blancas, a juego con el traje. De punta en blanco, el diputado general lucía radiante.
No fue el único. Y es que Garitano tuvo que compartir protagonismo con Rufi Etxeberria en las comidillas de los periodistas, puesto que también el dirigente de la izquierda abertzale apareció a la cita ataviado con la prenda en cuestión. La corbata, prenda que nunca ha sido bienvenida en los armarios de los dirigentes de esta sensibilidad política, brillaba con luz propia ante los objetivos de los fotógrafos, que batallaban por lograr la mejor toma posible.
LA CONFERENCIA
Más allá de las corbatas
Pero, durante el mediodía de ayer, también hubo vida más allá de Kofi Annan y las corbatas de Garitano y Rufi Etxeberria. Los participantes seguían llegando, parándose algunos de ellos a atender a los medios lo que, para desesperación de la organización, provocaba auténticas batallas por colocar lo más cerca posible del orador micrófonos y grabadoras. La cinta instalada ante el porche de la Casa de la Paz para tratar de sostener al aluvión de informadores fracasó estrepitosamente en su misión.
Paul Rios, coordinador de Lokarri y uno de los organizadores del evento, era el encargado de ejercer de anfitrión principal. En la escalinata del palacio aguardaban Garitano e Izagirre, junto a representantes de las otras entidades impulsoras de la Conferencia, que iban saludando uno a uno a las personalidades que iban llegando. Tras ellos, los miembros del Grupo Internacional de Contacto formaban la retaguardia del comité de bienvenida.
El momento álgido llegó hacia las 13.10 horas, cuando un Volkswagen Passat enfiló el camino de tierra que empieza en una de las entradas del parque para desembocar en la Casa de la Paz. En él iba Kofi Annan, a quien recibió Paul Rios. Tras los saludos y fotografías de rigor con el comité de bienvenida al completo, el ex secretario general de Naciones Unidas entró en el palacio. El mismo ritual se repitió a la llegada de Gro Harlem Brundtland, Bertie Ahern, Gerry Adams, Pierre Joxe y Jonathan Powell, que en ese orden fueron entrando en la Casa de la Paz.
Intramuros, los organizadores ofrecían un lunch a los participantes en la Conferencia. En el balcón, Garitano, Matute o Eguiguren, entre otros, charlaban en tono distendido entre el humo de los cigarros.
La Sala Gandhi fue el escenario elegido para la celebración del cónclave. Tras el aperitivo, y tras los minutos de rigor para que fotógrafos y medios audiovisuales captasen imágenes de la sala de reuniones con los cerca de 50 participantes en sus posiciones, el secretismo se apoderó de la Casa de la Paz. Hasta las 3.30 horas, cuando los reunidos volvieron a asomarse a balcones y ventanas a dar cuenta de cigarros y puros: era la hora del receso. Y vuelta al trabajo.
El acto que clausuró la Conferencia tuvo lugar en el prado situado frente a la fachada principal de la Casa de la Paz. Eran las 17.00 horas cuando las puertas del palacio se abrieron y fueron saliendo los participantes: las seis personalidades internacionales se situaron al pie de la escalinata, frente a los medios, mientras los representantes de los agentes políticos y sociales se situaban a su derecha. Faltaban los socialistas Eguiguren y Totorika, que salieron por la puerta de atrás del palacio y se sumaron al resto de participantes a mitad de acto.
Tras la lectura de la declaración, por Bertie Ahern, las personalidades volvieron a la Casa de la Paz para salir por el otro lado, donde les esperaban sus vehículos. Mientras, el resto de participantes se iba mezclando con la prensa, que volvían a batallar para conseguir declaraciones. La Conferencia había terminado. La aparición de un grupo de turistas en el parque, atónitos ante la multitud reunida frente al palacio, era un buen exponente de ello.
SEGURIDAD
Papeleras precintadas
La celebración de la Conferencia de la Paz también trajo consigo el consabido despliegue de unas medidas de seguridad extremas. El parque que rodea el edificio amaneció sellado, con hombres de traje con semblante serio patrullando por los caminos que lo recorren y con dotaciones de la Ertzaintza controlando sus entradas. "El parque de Aiete permanecerá cerrado por motivos de seguridad", leían en las verjas de las puertas los ciudadanos que se acercaban a pasear por los jardines.
El estacionamiento en los aparcamientos más cercanos a la Casa de la Paz también estaba vedado. Ni los contenedores de los aledaños se libraron ayer de la acción policial. "Papelera sellada", indicaban unos papeles firmados por la Ertzaintza.