vitoria. Los ecos de la irrupción de José María Aznar en la precampaña electoral siguieron resonando ayer a lo largo y ancho del mapa político del Estado. Hasta que el expresidente golpeó a sus rivales socialistas volviendo a usar a ETA como arma arrojadiza, los populares habían tratado de mantener un perfil bajo respecto a esta cuestión. Tan bajo que el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, llegó a acusar al lehendakari de haber "metido a ETA en la campaña" al proponer flexibilizar la política penitenciaria durante la presentación de su plan de paz. Sin embargo, Aznar cambió el paso, y quizá por eso, además de criticar sus palabras, los mensajes de los principales representantes socialistas y jeltzales se dirigieron ayer a pedir a los populares que no sigan su estela en la carrera hacia el 20-N.

incendio electoral Desde la Ejecutiva del PSE, su coordinador, Mikel Torres, tachó el discurso de Aznar de "indecente" y dio por "evidente" que ni su sucesor, Mariano Rajoy, ni el propio Basagoiti "están en esa sintonía". El exdirigente del PP pidió el jueves al PSOE que no suplique a ETA "algún gesto, declaración o documento que se pueda llevar al próximo mitin y justifique la colección de cesiones que se le están regalando", y ante estas declaraciones, Torres subrayó en Radio Euskadi que "quien tenía que estar más molesto con esas palabras sería Basagoiti y a él habrá que pedir explicaciones". En todo caso, negó que su partido esté mendigando o concediendo nada a ETA, y criticó que cuando Aznar era presidente llevara una "línea" muy diferente y ahora se dedique a "echar gasolina a un fuego que hoy en día no tiene sentido para ganar un puñado de votos".

En la misma línea, el portavoz del Gobierno, José Blanco, recordó que quien ahora les acusa de hacer "cesiones" acercó a 133 presos de ETA a cárceles del País Vasco y se dirigió a ella como Movimiento de Liberación Nacional Vasco. "Me sorprende tanta hipocresía", añadió.

Y desde Euskadi, el consejero de Interior del Gobierno Vasco, Rodolfo Ares, acompañó en la respuesta a sus compañeros tachando de "miserables", inadmisibles" e "intolerables" las palabras de Aznar y acusándole de recurrir a "la manipulación y la mentira" por puro interés electoral, como también haría después Txarli Prieto al achacar las "barbaridades" del expresidente a su profundo "rencor".

urkullu tiende la mano Por su parte, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu mostró su preocupación ante el riesgo de que el discurso de Aznar "pueda condicionar la acción del PP" en un futuro en el que insistió -en la línea que mantiene de intentar sumar a este partido a la construcción de un nuevo tiempo- en que "va a ser necesario" para que la pacificación "no sea sólo el final de la violencia, sino un proceso en que se trabaje por los derechos de todas las personas privadas de libertad y de las víctimas, por el arrepentimiento, por la reconciliación y la concordia". En este sentido, coincidió con Torres al dirigirse directamente a la actual cúpula popular, a la que pidió que "haga un esfuerzo por trascender de las palabras" del expresidente y piense en el futuro.

Incluso la izquierda abertzale se sumó al coro crítico subrayando que las recetas que propone Aznar "han fracasado" y tratando de tirar del Gobierno en sentido contrario instándole a que empiece "a dar pasos".

Sin embargo, desde las filas populares, con Antonio Basagoiti protegido en silencio del incendio provocado por quien fuera santo y seña de su partido, Leopoldo Barreda se encargó de la defensa, para lo que no dudó en recurrir al pacto PP-PSE en su intento por sujetar la crítica socialista. "Aznar está muy puesto en razón", aseguró, ya que lo que propuso no fue a su juicio "otra cosa que el contenido del pacto que tenemos socialistas y populares en el País Vasco". "Dedique su atención a los terroristas" en vez de intentar "polemizar" con el expresidente, reprendió directamente a Ares, dejando así atrás a otras voces populares como las de María Dolores de Cospedal y Federico Trillo, que también abordaron la polémica encendida por Aznar, pero evitando siempre entrar en el fondo de su discurso, ni para apoyarlo ni para rechazarlo.