el cairo. Al menos 23 personas murieron ayer en Siria y varias resultaron heridas por disparos de las fuerzas de seguridad en una nueva jornada de protestas contra el régimen de Bachar al Asad, informaron opositores y grupos sirios de derechos humanos.

El Observatorio sirio de Derechos Humanos precisó que cinco civiles y seis desertores del Ejército perdieron la vida en la localidad de Kafarzita, en la provincia central de Hama, en enfrentamientos contra las fuerzas leales al presidente de Siria, Bachar al Asad.

Además, el Observatorio y los opositores Comités de Coordinación Local confirmaron la muerte de ocho personas en la provincia central de Homs -tres de ellos en la localidad de Al Rastan-, tres en los alrededores de Damasco y una en Damasco.

Precisamente en Rastan, el Observatorio informó de la entrada de 280 carros de combate del Ejército sirio y de nuevos enfrentamientos entre desertores y fuerzas de seguridad. Esta zona, además, ha sido bombardeada en los últimos días por aviones militares de las fuerzas sirias.

El número de muertos podría aumentar en las próximas horas, afirmó el activista sirio y miembro de los Comités, Hozam Ibrahim.

Según Ibrahim, las víctimas y mayoría de heridos se concentraron en Homs debido a que los miembros de seguridad desplegados en este lugar "no dejan de disparar contra los manifestantes".

En esa y otras zonas como la provincia de Rif Damasco (este) o la ciudad de Latakia (noroeste), miles de sirios tomaron las calles para pedir la caída del régimen del presidente, Bashar al Asad, como viene siendo habitual cada viernes.

En la localidad de Harasta, en los alrededores de Damasco, los grupos opositores denunciaron la presencia de francotiradores apostados en lo alto de los edificios para evitar la salida de manifestantes.

Esa misma situación se vivió en Deir al Zur, en el este del país, donde más de diez tanques militares apoyaron a los miembros de las fuerzas de seguridad y matones del régimen o shabiha.

Precisamente ayer en Ginebra, la comisión designada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar la represión de las protestas antigubernamentales en Siria criticó que aún está esperando respuesta sobre el permiso de acceso al país y la disposición de Damasco a colaborar.

Las protestas en Siria comenzaron el pasado marzo y desde entonces la represión del régimen ha causado la muerte de al menos 2.700 personas, de los que un centenar son niños, según las últimas cifras facilitadas por las Naciones Unidas.

Por su parte, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, advirtió ayer de que podría producirse inestabilidad en la región si la actual situación en Siria desemboca en violencia sectaria o fuerza un cambio en el Gobierno por motivos sectarios.

Sus declaraciones ponen de manifiesto los temores entre los dirigentes chiíes de Irak y sus aliados en Irán de que la inestabilidad en Siria pueda extenderse a Irak o derrocar a Al Assad, y llevar al poder a un régimen radical suní.