Trípoli. Las guerras suelen ser desastrosas para la economía, pero parece que no para todos. Abdel Mayid, dueño de una tienda de teléfonos portátiles en Trípoli, lo vio claro cuando se desató la guerra civil en Libia. Tras la caída de la capital, el 23 de agosto, explica Mayid, "todo el mundo quería comprar recuerdos de la revolución", así que, sin pensárselo dos veces, recogió todos los móviles de su local y lo llenó de mercancía revolucionaria. El negocio le va viento en popa y muchos son ya los que han comenzado a imitarle. Foto: efe