MADRID. Beloki, que ha pasado los ocho últimos años en el Congreso, también ha reconocido a Europa Press que en su decisión ha pesado mucho la opinión de su mujer y sus dos hijas, a las que quiere "compensar" por todo el tiempo que ha dejado de dedicarles.
El parlamentario guipuzcoano, que cumplirá 65 años el próximo mes de enero, es de los que defiende que "hay vida más allá de la política" y ahora lo que quiere hacer es dedicarse a esas otras parcelas que ha tenido más descuidadas.
Beloki reconoce que, con la edad, ha aprendido a escuchar al "indignado" que siempre le ha acompañado en su vida. "A ese indignado no hay que hacerle un caso absoluto, pero tampoco ocultarlo del todo", sostiene. Según explica, ese indignado "ha visto más cosas y ahora habla más libre", por eso su voz "ha tomado más peso" y ha decidido hacerle caso.
"HAY QUE AIREAR LA POLÍTICA"
Esa voz le dice que "hay que airear la política", pero confiesa que en lugar de quedarse dentro para abrir las ventanas, él ha optado por alejarse. "Tampoco soy un salvador", aduce, sin ocultar el desencanto que le produce la situación política actual, aunque se confiesa un defensor a ultranza de la actividad a la que ha dedicado todos estos años y de los que la han ejercido con él.
Lo que rechaza es el inmovilismo en el que, por ejemplo, cree que se ha caído ante la actual crisis económica. Desde su punto de vista, esta es una "crisis civilizatoria" que requiere de cambios profundos en todos los planos institucionales y políticos para ser resuelta. También se queja de que, ante la mala imagen que padecen él y sus colegas, se opte por tomar medidas como la publicación de los bienes y rentas de los diputados que, en su opinión, no van a ayudar a mejorar el concepto que se tiene de ese colectivo. "Ahora la política se reduce a cuatro o cinco gestos que ocultan más de lo que revelan", se lamenta.
"Hasta he pensado en fundar un partido transversal de indignados", bromea, convencido de que hay compañeros suyos de otros partidos que comparten esas mismas reflexiones. Pero ahora lo que él quiere es "volver a casa". "Sé perfectamente lo que hay en el Congreso, pero no lo que tengo en el tercer cajón de mi mesa", comenta.
CRITICA LA "CRUELDAD" CON EL PRESIDENTE
Aunque reconoce que tiene "matices" respecto a la opinión de la dirección del PNV en Gipuzkoa niega que su marcha tenga que ver con discrepancias con Joseba Egibar, se declara "razonablemente satisfecho" de su trabajo en la Cámara Baja y agradece a sus votantes que le hayan hecho el "favor" de haber permitido estar ocho años en el escaño.
Esta etapa ha coincidido con las dos legislaturas de Zapatero en el Gobierno. "Le ví llegar y ahora le veo irse", relata, antes de subrayar que no comparte "para nada" la "destrucción que se está haciendo de su persona", tanto desde dentro como desde fuera del PSOE y que, desde su punto de vista, roza la "crueldad".
"Igual acabo siendo uno de los pocos que al final de su vida se vuelve zapaterista", ironiza Beloki, quien alaba la "valentía" que, a su juicio, ha demostrado el presidente del Gobierno al tomar ciertas decisiones. "Hemos hecho cosas que se deberían haber hecho en cualquier caso, pero que las hemos hecho porque él es como es", señala.
Beloki no tiene empacho en reconocer que le hubiera gustado tener un trato más directo con Zapatero y que, ahora que los dos lo dejan, le gustaría charlar tranquilamente con él. "Me gustaría confesarme con él y que él se confesara conmigo; poder escuchar a los dos indignados que llevamos dentro", explica.
De su etapa en la Mesa del Congreso, Beloki ha sacado una clara conclusión: Hay que reformar el Reglamento de la Cámara, como tantas otras instituciones y la administración en general porque están anquilosadas.
Cuando se le pide una anécdota de estos ocho años, recuerda como, en la sesión de constitución del Congreso en 2004, los diputados del PNV intentaron situarse cerca de los escaños de la izquierda, reservados al PSOE, pero se les adelantaron los de Esquerra Republicana y acabaron sentándose al lado del Grupo Popular.
Esa cercanía física hizo que, en contra de lo que ocurría en la última legislatura con Aznar en el Gobierno, los peneuvistas mantuvieran alguna que otra conversación con los populares, hasta tal punto de que lograron sellar algunos acuerdos y juntos propiciaron varias de las derrotas cosechadas por el Grupo Socialista en las votaciones del Pleno. "Y todo fue gracias a ERC, que nos mandó al otro lado", concluye entre risas.