Vitoria. El Gobierno Vasco ha encontrado la lectura positiva al descalabro socialista en las elecciones del 22-M en Euskadi. De los comicios salió un escenario inédito en la comunidad, con un color distinto en cada una de sus instituciones más relevantes, y en ese maremágnum de siglas el Ejecutivo puede erigirse en mediador entre diputaciones en aspectos tan críticos hoy en día como el de la fiscalidad más adecuada para salir de la crisis. Hasta la fecha, la política interinstitucional no era sino un mero pulso de poder entre PSE y PNV. A partir del día 20, cuando el lehendakari celebrará su primer encuentro con los diputados generales salidos de las últimas elecciones, se tratará de poner de acuerdo a jeltzales, socialistas, Bildu y PP.
El consejero de Economía, Carlos Aguirre, no ocultaba ayer que el nuevo escenario le atrae. "Ahora la transversalidad la da el Gobierno. Las reuniones del Consejo Vasco de Finanzas han pasado de pastelearse en Bilbao, al lado del Palacio de Justicia -en Sabin Etxea, la sede del PNV-, a hacerse a través de un pasteleo entre dos partidos políticos -PSE y PNV-, y a tener ahora un trazo de transversalidad como nunca lo habían tenido. Entramos en otra época -continuó-, más compleja, pero igual incluso más bonita, donde tenemos que conciliar intereses que son bastante diferentes". Y tan diferentes.
Ni PNV ni PP, que gobiernan respectivamente Bizkaia y Álava, están dispuestos a elevar los impuestos, una medida que, a grandes rasgos, va contra su ideario y el de sus votantes, y así lo han asegurado tanto José Luis Bilbao, diputado general vizcaíno, como su homólogo alavés, Javier de Andrés. Por otro lado, Bildu se ha encontrado un inesperado aliado en el Gobierno en su propuesta de implementar unos impuestos más progresistas, apuntando a la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio o a la revisión del de Sociedades. Si algo han enseñado las urnas al PSE es que debe marcar perfil político, y hacer pagar más a los que más tienen es una buena forma de empezar a hacerlo.
Hace meses que el lehendakari López anunció que abordaría el debate de la fiscalidad con los diputados generales, pero seguramente no esperaba hacerlo en estas condiciones políticas. Haciendo de la necesidad virtud, el PSE tratará de exprimir desde Lakua un escenario que desde luego no le era nada propicio el 23 de mayo. Ayer Aguirre recordó que foros como el Órgano de Coordinación Tributaria o el propio Consejo Vasco de Finanzas dan al Gobierno Vasco un papel central, o al menos centrado, en materia fiscal, aunque carezca de competencia alguna para poner o quitar impuestos, y la portavoz del Gobierno, Idoia Mendia, apoyaba su tesis. "Tenemos una oportunidad para demostrar que estamos por hacer políticas de país, y no trabajar por intereses partidistas. El lehendakari está dispuesto a asumir ese liderazgo de país que necesitamos todos", afirmó.
En todo caso, el paso adelante de López en materia tributaria no pasa, a efectos prácticos, de una toma de posición y de una serie de propuestas a Martin Garitano, Javier de Andrés y José Luis Bilbao que ni Mendia ni Aguirre quisieron ayer desvelar. El consejero de Economía tan solo recordó que "en dos años hemos conseguido una armonización muy importante que no había cuando llegamos", y que "estamos todos de acuerdo en cuáles son los recursos que necesitamos para garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema".
Falta ponerse de acuerdo en el lugar de donde han de salir esos recursos, y eso no ocurrirá el próximo miércoles 20. Mendia advirtió de que la reunión es principalmente un primera toma de contacto de López con Garitano, De Andrés y con el "viejo conocido" representante vizcaíno. Sin embargo, y aunque "es un acto estrictamente protocolario", será el día en el que Gobierno Vasco y diputaciones pondrán sus cartas sobre la mesa sin micrófonos ni cámaras de por medio.