El cairo. Siria vivió ayer de nuevo una nueva sangrienta jornada de protestas políticas que se saldó con al menos quince muertos, mientras el Gobierno anunció que había completado su despliegue militar cerca de la frontera con Turquía. Según informes de activistas de derechos humanos y grupos de la oposición, las víctimas se produjeron en los suburbios de Damasco y en la ciudad de Homs, al norte de la capital, e incluyen al menos dos menores de edad.
Los Comités Locales de Coordinación, una red informativa de la oposición, identificaron a doce de los fallecidos y dijeron que uno de ellos tenía 13 años, que pereció en el suburbio capitalino de Al Kisua, y otro, de 12 años, en el barrio de la ciudad de Homs. Algunos de los fallecidos fueron enterrados ayer mismo, lo que originó nuevas protestas contra el régimen de Bachar al Asad.
Según los medios activistas de la oposición, hubo manifestaciones en múltiples puntos del país en las que participaron "centenares de miles de personas". En las cercanías de la gran mezquita de Al Tal, en Damasco, la policía dispersó con gases de humo una de esas protestas, según estas mismas fuentes.