Un barracón de unos 100 metros cuadrados construido con palés y tablones que servirá de punto de información del movimiento 15-M, y una carpa de lonas con medio centenar de personas que se resisten a dejar la acampada permanecen en la Puerta del Sol, discretamente vigilada por la Policía.

Mientras tanto, ayer decenas de empleados de limpieza, de mantenimiento de fuentes y monumentos y de jardines del Ayuntamiento de Madrid se afanaron en limpiar desde primera hora de la mañana la plaza que durante casi un mes ha sido el centro de las protestas surgidas el pasado 15 de mayo.

Por su parte, los comerciantes de la zona, los pocos que quisieron hablar de los que abrieron ayer sus puertas, veían con esperanza el levantamiento, aún parcial, de la acampada y esperan el regreso de la mitad de sus clientes que ha dejado de comprarles durante estas cuatro semanas.

En el puesto de información, en el centro de la plaza, se ha dispuesto una caja en la que se recogen opiniones y propuestas, y la estatua de Carlos III que preside Sol sigue tomada con todo lo necesario para la celebración de las reuniones de las comisiones, según explicó Pedro, que aseguró que allí habrá siempre alguien para informar y para que no se lleven el barracón.

A 30 metros del puesto de información permanece en pie una carpa de lonas, cubierta con pancartas como La voz del pueblo nunca será ilegal, en la que se resisten a marchar medio centenar de jóvenes, según sus propias cifras.

Uno de ellos, que no quiso dar su nombre, dijo que de todas formas también en su caso acabarán por irse, "pero de manera diferente a como han hecho las comisiones" de trabajo.

Alrededor de uno y otro asentamiento permanecen en la Puerta del Sol una veintena de pequeñas tiendas de campaña y media docena de personas duermen directamente en el suelo con mantas.

Varios de ellos dijeron que se irían a lo largo de ayer u hoy, "cuando se vayan los demás", según una chica, algunos de ellos a las asambleas de barrio y otros, por ejemplo, a la acampada que mantienen desde hace mes y medio en la Cuesta de Moyano, junto a Atocha, un grupo de cooperativistas del sureste de Madrid que se considera estafado.

Con ayuda de una docena de vehículos, empleados municipales limpiaban la plaza alrededor de las tiendas de campaña y de los que duermen en el suelo, borraban pintadas y retiran carteles.

En la caracola de cristal que sirve de acceso al Metro y al Cercanías, hasta el domingo cubierta de proclamas, sólo queda un cartel que dice Nos vemos en los barrios. El pequeño huerto plantado por los acampados en una de las dos fuentes de la plaza sigue creciendo, pero nadie supo decir qué pasará con él.

Entre el ruido de las camionetas de reparto que ayer volvieron a poder transitar por casi toda la plaza, uno de los quiosqueros de la Puerta del Sol dijo que el lugar "está más limpio, pero lo que hay sobra". "Se ha quedado lo peor", añadió Pedro, que espera "a ver si vuelve el 50% o 60% de los clientes que no venía", mientras uno de los vendedores de tabaco de Sol se limitó a decir: "A ver si ahora va mejor".