Madrid. La posibilidad de un adelanto de las elecciones generales a noviembre va ganando enteros a pasos agigantados entre la clase política y periodística española pese a los denodados esfuerzos el aparato del PSOE por arropar a Zapatero y a su, tal vez ya vieja, idea de mantener los comicios para marzo de 2012. Incluso en las filas socialistas se ha abierto una clara brecha de quienes apuestan por adelantar la cita con las urnas intentando aprovechar los presumiblemente buenos datos que arrojarían los datos de la economía en general, y el paro en particular, tras las vacaciones de verano. Pero la división interna es cada vez más patente entre aquellos que no acaban de ver las bondades que reportaría prolongar la agonía de su gabinete, y entre los que se alinean con la versión oficial de Moncloa, que apunta a la necesidad de acabar la legislatura.

Los periódicos El País y El Mundo coincidían ayer en un posible adelanto a noviembre, previsto para el 20 o el 27. Algunas fuentes creen que esta filtración procede de las altas instancias de decisión del PSOE, al tiempo que algunos analistas políticos lo interpretan como una jugarreta a Zapatero. El resultado es que el debate ya está en la calle y que pasará a corroer aún más su liderazgo. Según explican esas fuentes, la división del socialismo en dos bloques resultaría patente, con medio partido que reclama la marcha del presidente español, y otro medio que prefiere darle un voto de confianza de cara a culminar las reformas por las que arriesgó buena parte de su popularidad.

El fracaso en las pasadas elecciones municipales ha envalentonado a los críticos con la estrategia de Zapatero, cuyos fieles han cerrado filas alrededor del líder. El secretario de Organización del PSOE Marcelino Iglesias se encargó ayer de exteriorizar la postura de Zapatero -que no apareció ayer para desmentir o confirmar los rumores-, que pasaría, "con toda rotundidad", por celebrar las elecciones en marzo, aun en el supuesto de no labrar los respaldos necesarios para la aprobación de los presupuestos. Zapatero no podrá contar con CiU y habrá de encomendarse al PNV, que no ve con buenos ojos una prórroga presupuestaria, ya que la consideraría un "desastre económico", aunque cree que se producirá por el "probable" adelanto electoral. El líder jeltzale admitió ayer que su formación "trabaja" con el "escenario realista" de un adelanto de las elecciones generales al mes de noviembre.

Marcelino Iglesias aseguró que el Gobierno español cree "irresponsable" iniciar una campaña en un momento "crucial" en el que aún deben aprobarse varias reformas como la negociación colectiva o las pensiones, al tiempo que un adelanto podría transmitir una imagen de inestabilidad a los mercados internacionales. En la misma dirección se expresaron varios ministros de Zapatero.

El expresidente Felipe González quiso mostrarse más críptico y opinó que lo que convendría al Estado sería completar la legislatura y el ciclo de reformas. En cuanto a lo que conviene al PSOE, no quiso ofrecer su valoración, si bien dejó caer que, en caso de que Zapatero no lograra apoyos, debería adelantar el calendario. "Si el Gobierno no recibe el apoyo parlamentario ni se concretan las reformas, entonces será que le conviene otra cosa al país", dijo. Más claro se mostró el presidente de Castilla-La Mancha en funciones, José María Barreda, quien aseguró en Telecinco que, "si la situación va a seguir siendo así de extraordinariamente complicada, tal vez adelantar las elecciones sea conveniente". Tras asegurar que el adelanto "siempre ha sido posible", se mostró lapidario al matizar que "ahora empieza a ser probable".

"De la mano de Rubalcaba" Según las fuentes consultadas por este medio, Zapatero habría transmitido en los encuentros sostenidos con otros partidos que "va de la mano con Rubalcaba", al tiempo que nunca habría dejado entrever que existen dos partidos bajo una misma Ejecutiva. Sin embargo, en Madrid se habría hecho evidente que "hay dos partidos socialistas". Además de la fractura Chacón-Rubalcaba, surgía la fricción entre los partidarios de un Congreso y los defensores de las primarias. Un nuevo problema para Zapatero, que había despertado el descontento de buena parte de su partido tras abocar a su Gobierno a un año de desgaste al anunciar antes de lo previsto su renuncia a la reelección para atajar los rumores, y al no acompañar esa decisión de una convocatoria electoral.