Durante los dos últimos años, las voces propias dentro del PSE, que por fin había colocado a un lehendakari en Ajuria Enea de la mano del PP, no habían pasado ante la opinión pública de la sana discrepancia dentro de un partido que en Euskadi tiene muy diversas sensibilidades. Ahora que las urnas han hablado esas voces suenan más alto y sus mensajes se escuchan de otra manera.
Ayer, por ejemplo, las palabras en Radio Euskadi del presidente del partido, Jesús Eguiguren, sonaban más fuerte, más contextualizadas que cuando las pronunciaba sin datos sobre la mesa. El líder socialista cree que el electorado socialista se ha quedado en casa decepcionado por un Gobierno Vasco que no tuvo la audacia suficiente para liderar el camino hacia el fin del terrorismo. Los vascos, afirmó, han castigado a quien ha sido "demasiado miedoso" para mojarse en la búsqueda de la paz y han premiado, de forma inversamente proporcional, a quien sí se ha movido en los últimos años, y por ello cree hoy en día Bildu puede hacerse con la Diputación de Gipuzkoa.
"En política hay que darlo todo y si se fracasa, se fracasa, y si se acierta, se acierta, pero no se puede pasar de puntillas sobre una situación que es muy importante", criticó Eguiguren, para quien la lectura lejana y desconfiada inspirada por el consejero de Interior, Rodolfo Ares, hacia la pugna entre la base de la izquierda abertzale y ETA, el permanente son ellos los que tienen que moverse, las tensiones que introducían los populares en favor del inmovilismo, han terminado por pasar factura en los comicios. La gente, opinó Eguiguren, llegó a pensar que los socialistas trataban de "frenar" el camino emprendido por la izquierda abertzale, aunque él personalmente no lo crea así.
"En parte por escarmiento -tras la bomba de la T-4- y en parte porque pensábamos que distanciándonos totalmente del PP tampoco era muy eficaz la política en ese terreno, creo que han visto que no sólo no hemos hecho gran cosa para ayudar en el proceso, sino que quizá nos han visto demasiado miedosos y demasiado prudentes", criticó el presidente de los socialistas vascos.
La prueba del nueve sobre la supuesta falta de valentía del Gobierno Vasco la encontró Eguiguren en las anteriores convocatorias electorales, en las que la audacia y el riesgo político ante ETA de Zapatero y del propio PSE se tradujeron en un jugoso premio en las urnas. "En aquella época la gente vio que nos jugamos nuestro prestigio como partido, el Gobierno de España, en definitiva, hicimos una apuesta por terminar con la situación que vivíamos y traer la paz definitiva, casi un poco temeraria, y eso la gente lo agradeció muchísimo. Y en cuanto a apoyo social, castigó a los que rompieron la tregua. En cambio, esta vez ha ocurrido a la inversa", sentenció.
Pero las llamadas a la reflexión, que ya el jueves realizara el portavoz parlamentario José Antonio Pastor, no llegaron ayer sólo desde el eje vasquista del PSE, también lo hicieron desde el sector ubicado más a la izquierda. Txarli Prieto, frustrado candidato socialista a la Diputación alavesa, afirmó que al margen de su propia responsabilidad y de la gestión de la crisis por parte de Zapatero, la derrota en Álava ha tenido otras causas. "Se ha instalado el bipartidismo PP-PNV por la creencia de que tras la formación del Gobierno Vasco los socialistas teníamos que ponernos al servicio del PP para que tuviera la Diputación de Álava".
Prieto, que tras decir esto alabó la gestión de López y afirmó que la Ejecutiva alavesa no ha responsabilizado al Gobierno Vasco de la debacle, sí advirtió de que los socialistas deben revisar "las líneas rojas que no debemos traspasar como proyecto de izquierdas" y se preguntó si "gobernar debe ser un medio o un fin". Insistiendo, eso sí, en que no se refería a "nada en concreto".